DESDE LA DOBLE A

@Adif_es ‏, escúchanos, por favor

Fue un 5 de septiembre cuando escribía la carta más triste. Cuando ninguna palabra, ni gesto, ni siquiera abrazo, consuelan, ni mucho menos, reparan nada. Aun así, dicen que las letras sirven de desahogo. Es probable, no lo sé. Por mucho que las quiera, dudo que sean capaces de desatar los lazos más fuertes que anuda la vida sin avisar. Tampoco las más bonitas, porque bonitas son esas sonrisas que otean ya desde el azul que envuelve de misterio la esperanza de que haya otro destino, otra estación que, no pudiendo estar aquí, merecen las mejores y donde su alma lata dando brillo al Sol, y no quiero hacer de menos a este astro que alumbra a los de aquí abajo, sino poner en valor aquella vida de tanta luz. No en vano, estoy convencido de que pueden sernos útiles, las palabras, para prevenir que vuelva a ocurrir. Fue también en septiembre cuando acompañaba a sus padres en Madrid. Palabras. Con el ministro. Palabras. En un blog parido del amor de Padre. Palabras. En redes sociales, de familiares, de amigos, de comprometidos con la causa. Porque son ellas, probablemente, el vehículo más indicado para evitar. Para evitar dolor. Lo innecesario. Ya lo he dicho otras veces, podrían las familias de las víctimas resguardarse en la oscuridad del desgarro. Sin embargo, por el bien común, quieren palabras, muchas de ellas aderezadas con el salitre restante del vacío de un mar de lágrimas que ya expiró hace tiempo cuando era lo único que quedaba. Hablar. Comunicar. Todo ello, para que jamás se escriba en negativo, sino en positivo. Pero, tiene que haber quien las lea y que éstas logren pulsarles el interior. A través de su caso, conocimos, lamentablemente, otros. A otras familias. Y, en plena despedida del 2017, otra herida más. Otra estrella temprana.

Por todas ellas, sigo buscando palabras, el entendimiento más humano posible. Me vacío y hago todo lo que tengo en mi mano pensando en sus padres y, por supuesto, en todos los demás. Por si no lo saben, hablo de los arrollamientos ferroviarios. De aquellos que se pueden eludir. Me dirigí a Adif. He hablado con su gabinete de Comunicación, con distintos integrantes, por teléfono y correo electrónico en diferentes días. Mi intención era la de solicitar una entrevista con algún responsable. Nos pidieron, en un principio, que facilitásemos por escrito nuestra intención más desgranada y un cuestionario. A la par, nos decían aquello de que temas de Seguridad no se desvelan. Les expliqué que no se trata de eso, no vamos a descifrar nada. Al revés, concienciar, ayudar en esta noble intención de arreglar para erradicar.

Bien, sinceramente, no tenía pinta de que el objetivo de la entrevista se fuese a concretar. Había, por el contrario, que creer y volver a insistir, si fuese necesario. Aunque prefiero que me descubran las intenciones desde un inicio. No me equivoqué, no habría entrevista. Es cierto que Adfi me responde con un correo dando información, cosa que agradezco, pero, en ningún momento, se refiere al motivo de mi contacto con ellos.

Así las cosas, el 19 de abril llamo por teléfono. Lo descuelga Carlos Abad, del gabinete de Comunicación. En todo momento, ya lo anuncio, Carlos muestra un talente y trato exquisito. Es más, desde el primer instante, tuve la entera certeza de que estaba hablando con una buena persona. Evidentemente, iban a chocar (en el mejor sentido del término) la posición de periodista y la de Comunicación Corporativa-Institucional.

Carlos se acuerda de mi petición, anteriormente había conversado con sus compañeras. Le pregunto directamente sobre la cuestión clave, ¿sí o no a la entrevista que se pide? “Inicialmente no, en estos momentos no tenemos disponibilidad para hacer entrevistas, salvo cuestiones pactadas con anterioridad. Recuerdo que teníais bastante interés en Seguridad, cosa que, por razones obvias, no vamos a entrar ni entramos nunca”. ¿Inicialmente? Creo que es mejor decir no y no vestir la decisión innecesariamente. Carlos sigue explicando que es por “ocupación de nuestros responsables, de agendas, pero normalmente no concedemos entrevistas de responsables nuestros salvo en muy muy contadas ocasiones. Muy pocas veces habrás visto a responsables nuestros conceder entrevistas”. A mí me resulta bastante coherente dar la cara ante la sociedad por el interés general. No esperen menos de este planteamiento de un periodista.

Continúo expresándole mi deseo de dejar una cosa clara respecto a la Seguridad. “Haciendo un símil, no te estoy pidiendo que digas la clave de la caja fuerte de casa para ponerlo en el portal, me refiero…“ Me corta ahí él, “sé perfectamente a lo que te refieres, te entendí desde un inicio. No es la primera vez que nos plantean esta cuestión”. “Entonces, creo que me comprendes”, le respondo; “absolutamente, te entiendo perfectamente. Para que te hagas una idea, Adrián, de nuestra línea en relación a los arrollamientos es no calificar porque podríamos incurrir en riesgos de denuncia, buena parte de ellos son suicidios; se quiera ver o no. No se debe incitar a ello y genera un efecto llamada”. Yo le aclaro que “por supuesto, tienes toda la razón. Yo no me refiero a suicidios, sino a vidas en su pleno esplendor que han sido sesgadas por cómo están las cosas, siendo totalmente evitable. No voy por suicidios, insisto, ni por estrategias de Seguridad que no se deban desvelar, sino por lo evitable y ojalá, de corazón te lo digo, no conozcas nunca de cerca un caso de estos”.

Vuelvo a poner de realce la extraordinaria educación de Carlos y su muy buen trato, “te agradezco el deseo y son comunes en muchos aspectos. También, creo, los españoles debemos ser conscientes de que la supresión de más de 3.000 pasos a nivel existentes en España entre red convencional y red de ancho métrico resulta imposible que se acometa de la noche a la mañana. Adif viene desarrollando un ejercicio de supresión de esos pasos a nivel en función de distintos parámetros y cuestiones económicas. Estás cumpliendo con tu obligación y te entiendo perfectamente, Adrián, y espero que entiendas mis argumentos”.

Comento a Carlos que mi labor es contar lo que ellos me trasladan con el fin de que el lector interprete de la mejor manera. Por último, le señalo que mi preocupación en este asunto es por sumar un humilde granito de arena a tan sincera causa y por el conocimiento personal que de ella tengo. Carlos se despide de mí, “estoy de acuerdo absolutamente contigo, Adrián, no puede ser de otro modo. Agradezco sinceramente tu llamada y tus correos y lamento al mismo tiempo que no hayamos podido dar respuesta suficiente desde tu punto de vista. Me alegro de tus preocupaciones, de verdad que sí. Hasta pronto, majo”.

No hemos conseguido la entrevista. Pero, aquí dejó unas palabras, posiblemente desordenadas por la emoción que me provoca escribir sobre ello. No obstante, pienso, se entiende perfectamente el fondo. Ojalá estas líneas logren sumar en positivo. Sólo pido que si llega a receptores con puestos de responsabilidad, con oportunidad de mejorar este tema, que bajen, por un momento, sus ojos hacia su pecho. Que observen y escuchen. Ahí tienen exactamente lo mismo que yo, de donde saqué la tinta para estas letras, el corazón. Huelga remarcarlo, no están, no estamos, contra nadie. No tienen, no tenemos, rencor. Sólo quieren, queremos, que no vuelva a ocurrir. Deseo el día, de verdad Adif, en que yo pueda escribir que tenemos una normativa segura en materia ferroviaria. Gracias también, Carlos, por tu saber estar. Aunque eso sí, siempre apostaremos por facta, non verba.

Confío en las palabras para un mundo mejor. Confío en que tendremos el cuadro más necesario y que ayudarán a pintar desde el cielo, ése que refleje que nadie más se marcha en el vagón del contrasentido.

Por Ella; por Todos.

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