DESDE LA DOBLE A

El Cementerio de Elefantes y el (de)mérito

♦ La ola de calor arrasa, para felicidad de unos, y para fastidio de otros. Como todo en la vida. Calor sentían algunos, antes de mayo cuando se sabían fuera de su puesto en política y tenían que empezar a buscarse la vida. Calor, por desgracia, y angustia y frío sienten muchas personas que intentan cada día buscar, a veces en vano, un puesto digno de trabajo.

Esto no ocurre en política. Tenemos claros ejemplos. Hemos podido comprobar cómo saltaba la noticia del retiro dorado. Me estoy refiriendo al acomodo que tendrán Rita Barberá, Alberto Fabra, Luisa Fernanda Rudi, por citar algunos, en el Senado.

Sí, esa cámara, cuya utilidad está en tela de juicio y sometida a debate, será la nueva casa para gente (políticos) que no saben buscarse la vida fuera de la política y tienen que seguir cobrando del erario público.

Pero, no solamente el Senado alberga, en estos últimos años, gente o expresidentes autónomos del PP sino también del PSOE, como Marcelino Iglesias, Francesc Antich, Vicente Álvarez…

No tienen ningún mérito. Salvo el de seguir asumiendo euros de los ciudadanos. Ésto, también ocurre en el terreno local. Ahí tenemos a dos exalcaldes (probablemente los peores de la historia del municipio) de Leganés, bien colocados en la Asamblea de Madrid. Son Gómez (Montoya) y Gómez (Ruiz). Los ciudadanos no soportaron a ninguno más de cuatro años. No han sabido buscarse la vida y tienen que seguir pidiendo estar de diputados. Deberían caminar por ellos mismos, que pueblan bastantes años su osamenta.

Desde luego, ¿qué razón de ser tiene que estos dos exalcaldes (uno el del Sarkomóvil, Caso Facturas, Legatec y otro que contrata a excolaboradores de ETA, confunde las cajas del partido y carece de inteligencia emocional) sigan en política? ¿Qué méritos pretéritos han cosechado para ejercer más cargos públicos? Más que cargos son, sin duda alguna, cargas.

Ya en los últimos artículos corporativos de la revista del Ayuntamiento de Leganés, Montoya no hablaba del municipio sino de Gabilondo y sus loas hacia él. Claro, había que procurarse cuatros años más.

Desde luego, hay cámaras que son eso (entiéndase la archisabida metáfora); cementerios de elefantes sin capacidad alguna para emprender su vida fuera de la cosa pública y que en sus cargos, que supusieron una carga, sólo demostraron el mérito de la estulticia.

Así las cosas.

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