La preocupación por el paciente adolescente y el denominado Niño Mayor y garantizar una correcta continuidad asistencial ha sido el común denominador que ha permitido aglutinar a más de 150 especialistas en diferentes disciplinas en el Hospital de Fuenlabrada a lo largo de toda una jornada organizada y coordinada por el Servicio de Pediatría del centro.
En febrero del 2016 entró en vigor una instrucción que establece los 16 años como edad de atención en Pediatría a efectos de asistencia sanitaria y también en aquellos mayores con patologías crónicas hasta que familia y especialistas decidan el tránsito a una especialidad homóloga de adultos.
La adolescencia, etapa de transición y cambios, caracterizada por determinadas peculiaridades biológicas, médicas y psicociales y cuyos cuidados requiere la intervención de diferentes especialistas. El establecer canales de comunicación efectivos y generar ámbitos de participación en espacios comunes, constituye una garantía de éxito en el abordaje de los problemas que se susciten en este periodo de vida.
Este ha sido el objetivo fundamental de esta jornada denominada Jornada Patológica y Atención en el Adolescente y Niño Mayor. La jornada ha pivotado en torno a mesas redondas donde se han abordado con carácter monográfico distintas patologías: Infecciosa, Endocrino-Ginecológica, Respiratoria-Cardíaca, Digestiva Nutricional y por último, Psiquiátrica-Social.
La doctora Rivero, jefa de Servicio de Pediatria del Hospital Universitario de Fuenlabrada y codirectora junto con la doctora Josefa Barrio de esta Jornada, destaca el alto nivel de los ponentes que han participado en la misma y el abordaje novedoso de patologías de gran prevalencia como son la patología respiratoria/cardíaca y la digestivo-nutricional.
Servicio de excelencia
Desde la apertura del centro, en junio de 2004, el Servicio de Pediatría ha sido pionero en multitud de iniciativas que han gozado de reconocimientos de índole nacional e internacional. Su compromiso con los pacientes se mantiene intacto como así lo pone de manifiesto las buenas prácticas ya consolidadas y el estado de alerta permanente para poner en práctica todo lo que favorezca una mejor atención al niño y al adolescente.
