LLEGANDO A PUERTO

La manía peripatética de pensar

Dionaea_muscipula

 

Silverio.- Muchos amigos míos me dicen que es de un atrevimiento insuperable esta costumbre mía de las frases cortas, de la síntesis.

Nicasio.- A mí me parecen profundas y atrevidas.

Silverio.- Exponen, sin artilugios, una extraña manía peripatética de pensar.

Nicasio.- ¿No es peripatética la situación política actual?

Silverio.- A mí me parece tan interesante cómo la observación sistemática del nacimiento y el lento crecimiento de una rara planta a la luz natural de mi jardín.

Nicasio.- ¡Caramba don Silverio! Pero si esto es la repetición de la triste historia de España. Una lucha interminable por el dominio hegemónico de los unos contra los otros. La roma envenenada de perversión y lujuria. La lucha por el poder donde está permitido todo, desde el insulto a la desobediencia civil de las leyes, hasta la eliminación del contrario.

Silverio.- Se trata, amigo Nicasio, de una forma aceptada y limitada de guerra, con normas y árbitros.

Nicasio.- Con efectos colaterales y abuso de poder.

Silverio.- ¿Qué pasa? ¿Acaso temes que en el campo de batalla queden muertos no deseados.

Nicasio.- Yo quiero que el ejercicio del poder se centre en favorecer a la gente, en sus problemas cotidianos. Eso, y no otra cosa, es lo que la sociedad entera espera.

Silverio.- ¿Por qué? ¿Por qué ahora la política es limpia y trasparente…?

Nicasio.- ¡Bueno! Un buen repaso de reparador tampoco vendría mal. Parece como si todos estuviesen enfermos.

Peste-de-huesos-1Silverio.- Si esa idea expuesta fuese central, en un hospital para incurables deberíamos estar todos. Pero, entonces, este hospital abarcaría toda la Tierra. Todos somos incurables de algo que tenemos y, sobre todo, los que se curan en salud.

Nicasio.- Ja, ja, ja. Me tiraría toda la tarde riéndome sino fuera porque el ciudadano se siente abandonado mientras el político se mira su ombligo buscando, en la pequeña oquedad, la idea particular de su singular España.

Silverio.- Eso es cierto. Se está dañando a la gente entre tanta duda. El pueblo, del que dicen ha lanzado un mensaje muy claro, sufre la desatención, el empobrecimiento intelectual, la miseria, la desorientación política.

Nicasio.- Nos dan un trocito de pan a cambio del voto. Van a acabar con todos.

Silverio.- No creas Nicasio. No pueden, se les acabaría el negocio de la política.

Nicasio.- Ja, ja, ja. Nos dejarían sin espectáculo. ¡Panem et circenses! gritó el poeta latino Juvenal.

Silverio.- Yo no creo que este pueblo haya perdido su interés por la política.

Nicasio.- Puede caer, como antaño, en la avidez por la comida rápida y barata, en el entretenimiento fácil, ¿no?

Silverio.- El resultado electoral ha colocado al partido socialista en el centro de todas las miradas. Tienen el gobierno al alcance de las manos. Recibe guiños, por doquier, a derecha e izquierda. Incluso han conseguido la complicidad y el cambio de discurso de los mercaderes, los dueños y señores de los dineros.

Nicasio.- Usted tiene ese discurso sobre el caciquismo económico muy asumido, don Silverio.

Silverio.- Económico ¡vale! pero también laboral y social, amigo Nicasio. Antaño, desde los municipios y las provincias controlaron todo el inmovilismo político, y aquello trajo lo que vino después.

Nicasio.- ¿No me estará usted insinuando que avanzamos de nuevo hacia el control agrario de las políticas, por parte de agentes localistas, provincialistas y regionalistas?

Silverio.- Si alejamos las posibilidades de lecturas peyorativas, puede que sí. La derecha se está descartando así misma, asustada y escondida en los templos. En un dejar pasar el tiempo, espera, con una paciencia pasmosa, a que le caiga el maná bíblico. No se da cuenta que el Hijo de Dios abandonó hace tiempo las iglesias y anda por ahí con la cruz a cuestas, recorriendo el mundo entre el dolor y el llanto. Los jóvenes demócratas, tanto de los partidos históricos como emergidos, se tienden la mano para negociar sobre la base de una recuperación económica justa y equitativa; una ley educativa pactada; la derogación de leyes injustas; la puesta en valor de los derechos humanos, sociales y laborales; la reconstrucción del estado de bienestar; la reforma constitucional; la seguridad de las pensiones; la lucha contra la violencia machista…

Nicasio.- Habrá que ver los resultados que se obtengan. Puede que el diálogo no dé los frutos apetecidos.

Silverio.- Tal y como están las cosas, la grandeza es que el diálogo se produzca, amigo Nicasio. El problema radica en que viejos demonios endiosados de espada flamígera, pretenden sellar las bocas y colocan boca abajo los asientos junto a las negociadoras mesas.

Pajaros-negros.jpgNicasio.- ¿No serán esos, don Silverio, qué teniendo el sillón por poltrona, se enredan a tirar las esperanzas de la gente por los sumideros? Esos que se dedican a volar, tiñendo de negro los cielos de España. Esos que van vestidos de oscuro como viejos grajos gritones de chistes groseros. Esos que cuando levantan el vuelo, ya no sé sabe sin son diestros o siniestros. Esos cuyos desagradables graznidos llaman a la esperanza o al recelo, a la precaución o al miedo. Esos que no se han enterado que lo suyo es tan efímero, que hasta de imprescindibles están llenos los cementerios.

Silverio.- Ya no quedará grabado en la lápida “Murieron de un beso”, sino: “Aquí yacen los que acabaron con las ilusiones de un pueblo”.

Nicasio.- Las urnas pasaran factura de una memoria colectiva que no olvida.

Silverio.- Las historias, amigo Nicasio, se escriben sobre un continuo de héroes y cobardes, de nobles y traidores, de inspiradores y conspiradores, de fieles y maquinadores, de inquietos y apoltronados…

Nicasio.- Es contradictorio que a los que se les ha permitió todo, en lugar de presentar un abanico de posibilidades de esas experiencias, devuelvan ahora un cajón de mierda con olor a borrachera.

Silverio.- Las fuerzas satánicas no sólo están fuera de las paredes progresistas, sino que se cuelan dentro de la propia casa, estigmatizándolo todo, dejando un rastro de duda en la honra y la buena fama de los negociadores.

Nicasio.- Si, si. Ya sé …, algunos elevaron el discurso de la política a un concierto para órgano y mano izquierda, como llevándonos al mundo del Eduardo que hablaba a su pene por debajo de la sábana

Silverio.- Al menos ahí, el protagonista, tuvo la disculpa de la delicada operación sufrida por la circuncisión. (Pensativo): aunque bien pensada la ocurrencia esto no deja ser un continuo cortar alrededor, con ello se consigue que quede el adversario permanentemente al descubierto.

Nicasio.- Siendo tan fácil el discurso, por qué no se toma el: “Sé adonde vamos y sé que vamos a buena parte”.

Silverio.- Es el lema exterior, pero hay que compensar la exigencia interior: ¿Y de lo mío qué?.

Nicasio.- Ja, ja, ja. Fíjese que para ello se nos brindan las posibilidades de un gobierno a la alemana, un gobierno a la portuguesa o un gobierno a la sueca … Prácticamente todos los países de Europa tienen gobiernos en coalición y los estados americanos, ni te digo.

Silverio.- Ríase conmigo de todas las exageraciones, amigo Nicasio, pero adivino que prevalece en usted la idea de la formación de un gran partido de Unidad Estable de las Izquierdas.

Nicasio.- ¡Ah! Si la propaganda que se hace en el club se hiciese en el púlpito.

Silverio.- Conozco un país donde, hace ochenta y cinco años, aseguraban los progresistas y liberales, que las políticas de unidad de izquierdas estaban monopolizadas por señoritos de las capitales y por culturetas universitarios, de lo que se deducían males incalculables. ¡Cambiemos el sistema! -dijeron los avanzados de provincias. Y así se hizo. Ochenta y cinco años después eran ricos todos los caciques y terratenientes regionalistas y miles de trabajadores, empobrecidos, fueron desahuciados de sus casas.

Nicasio.- ¿Eso quiere decir que toda política pasada fue peor o mejor?

Silverio.- No sé, puede que para algunos. Lo único seguro es que toda política pasada fue anterior

Nicasio.- Hay políticos holgazanes que no quieren aplicar su imaginación y su inteligencia al estudio y desempeño de una profesión.

Silverio.- Puede ser que se trate del “ciego de los ojos claros”, aquel que no quería ver porque no sabía leer.

Nicasio.- “Al poder se llega por una escalera estrecha, cuyos primeros escalones se han ido rompiendo por el excesivo uso. El problema importante y la lucha difícil consisten en dar con éxito el primer salto y colocarse en peldaño firme. Después cada ambicioso empuja al que va por delante y el camino es breve y cómodo”.

Silverio.- Buena lectura Nicasio. ¿Se trata de un asociacionismo acinésico?


 

Mi agradecimiento por algunas frases tomadas de prestado a Juan Bautista Amorós.

En algún momento me refiero al “Concierto para órgano y mano izquierda”, monólogo de Tomás Urtusástegui.

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