LLEGANDO A PUERTO

Las palabras del viento

Los-8-de-Airbus

Al vent,
la cara al vent,
les cor al vent,
les mans al vent,
al vent del mon (1).

—¿Qué haces padre, limpias los discos viejos?

—Ya ves hijo, toda la noche en duermevela soñando con una oscuridad absoluta de espadas y fusiles. Me he levantado con la nostalgia de un tiempo pasado.

—Padre, tienes lágrimas en los ojos.

—Para qué fuimos todos llenos de noche buscando la luz, buscando la paz, buscando a Dios, al viento del mundo.

—¡Anda! padre, cuéntame otra vez lo de las palabras al viento, como supiste contarme esa historia tan bonita de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia.

—Tras tantos años de lucha, y cuando creíamos que todo estaba conseguido, la historia se repite tras tanta barricada, tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada. Al final de la partida no pudimos hacer nada y bajo los adoquines no había arena de playa (2).

No he de callar por más que con el dedo,
ya tocando la boca o ya la frente,
silencio avises o amenaces miedo.

¿No ha de haber un espíritu valiente?
¿Siempre se ha de sentir lo que se dice?
¿Nunca se ha de decir lo que se siente? (3).

Escucha hijo lo que te voy a contar. Pasó en la Comunidad de Madrid, fue Getafe la ciudad. Dos mil diez fechó el infortunio. Allí al sindicalista bravo apalearon sin indulto. ¡Cómo rugieron los motores, incapaces de levantar el vuelo! ¡Cómo aullaron los perros mirando la luna oculta en la oscuridad del cielo! ¡Cómo sonaron los tiros a tormenta de hambrientos truenos y rayos sedientos!.

Yugos os quieren poner,
gentes de hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas (4).

Si observas Getafe y su entorno verás la lucha de la clase obrera, las asociaciones organizadas contra la dictadura, las huelgas generales en tiempos del cierre de empresas, la lucha por los derechos laborales y sociales, la reivindicación del estado de bienestar, la demanda de garantías democráticas, la negativa a los recortes…

Si observas Getafe y su entorno verás ahora al obrero sin cara, al niño triste de juguete roto, a la mujer mustia por las muertes humillada, a los jóvenes en paro emigrando al extranjero, a las familias desahuciadas con sus casas embargadas, al pequeño empresario en su lamento…

Si observas Getafe y su entorno, en aquel año, verás caras preocupadas, presagios de miseria ante una política económica europea de austeridad, un futuro de ajustes laborales brutales, de crisis provocada por las políticas neoliberales, de costes innecesarios sólo a cargo de los trabajadores y los pensionistas, de frenó al crecimiento económico, a la creación de empleo, de hijos cobijados por sus padres …

Pasado el verano de dos mil diez se gestaba la huelga general en Getafe. De una a otra fábrica corrían las protestas del obrero, de uno a otro despacho el desprecio del empresario y del eurocacique. Así se fueron aunando voluntades que les fueron llevando por separado a la puerta sur de Airbus.

Sabían aquellos hombres y mujeres que cualquier cesión de la clase obrera en aquel presente, ante la incipiente reforma laboral y la incertidumbre del sistema público de pensiones, estaba perfilando un futuro aciago para la clase trabajadora. Quisieron denunciar todo a grito abierto, como lo saben hacer los sindicalistas recios, sabedores que la sequedad del silencio sólo presagiaba la amplitud del desierto, la acumulación de la pobreza, la desigualdad económica, y la injusticia por bandera.

La culpa del obrero, muchas veces,
era el dolor altivo que mostraba.
rebelión impotente, ¡una insolencia!
La ley del patrón rico es ley sagrada (5).

Hay policía nacional y antidisturbios suficientes para garantizarnos el orden, la seguridad de los trabajadores y el normal desarrollo del derecho democrático de huelga –pensaron. Los sindicalistas se confiaron, no les faltaba paciencia, llevaban muchos años trabajando en la misma empresa. Son suyos los derechos y es suya la palabra y la palabra brotó como surtidor de agua fresca:

Ya no somos animales,
ya no rebaños,
levantaremos la mano,
el puño en alto.
Vamos a dar nuevas fuerzas con nuestro ejemplo
y el futuro lo sabrá,
se lo prometo” (5).

Pero obrero siempre es sinónimo de peligro, no hay que correr riesgos. Entonces surgió lo inesperado. Un trabajador que no pudo entrar en la fábrica, un tropiezo, una caída. La tensión creció por momentos. La gente corrió de un sitio a otro, la policía carga contra la muchedumbre. Lanzaron disparos al aire, golpearon a uno y otro, las vallas volaron, los conos desenfrenados. La rotonda de la explanada grande se sembró de incertidumbre y sangre, se llenó de gritos, incomprensión y miedo. Ya no había organización ni control, todo era precipitado, allí el estado de sitio fue declarado.

El aire trajo un anuncio,
como tambores de muerte
Era el día veintinueve
de septiembre:

Nosotros no somos matones,
ni tampoco delincuentes,
sólo somos sindicalistas,
ocho curtidos trabajadores,
que nos tocó bregar con aviones.

Ocho obreros especialistas,
que junto a otros muchos miles,
nos levantamos todos los días,
horas antes de las siete.

Ocho ciudadanos españoles,
con las almas ahora cautivas,
victimas de exageradas acusaciones,
lucha de justicia y libertad altiva.

Ocho años y tres meses de cárcel pidieron para cada uno de los ocho detenidos, cuantiosas multas. La fiscalía les acusa de actuar de común acuerdo, insultar, agredir y lanzar “conos reforzados con hierro o mochilas pesadas”.

Los trabajadores sindicalistas, con voz firme, se defienden negando que actuaran de común acuerdo. No hubo ánimo de menoscabar la integridad ajena ni de impedir la entrada de los trabajadores a su puesto. Sus manos extendidas, limpias, recuerdan los esfuerzos que fueron necesarios para llegar hasta aquí, las vidas truncadas en la lucha por las libertades, el derecho constitucional de huelga, la libertad sindical, la capacidad del sindicalismo para organizar la resistencia de los trabajadores…

“Los imputados, posteriormente a los hechos, lo son por su condición de heridos, es decir la policía supuestamente les pegó y ya por eso son considerados sujetos de delito” –subraya el abogado defensor.

No pueden evitar pensar que se trata de una decisión política. “Durante estos años nos hemos movido a todos los niveles y ha sido después de estos contactos, y a pesar de ellos, cuando la fiscalía ha salido con este escrito de acusación, con algo que no había pasado desde el proceso 1001 de 1972” –declaran desde los sindicatos. La mayor pena que se ha solicitado nunca en España, por hechos similares, desde que llegó la democracia.

Detuvieron más de trescientos,
en Getafe fueron ocho.
Fueron más de trescientos
uno tras otro.

—Mira padre, la calle llena de voces que se alzan. ¡Escucha padre el grito del obrero!: amnistía y libertad, amnistía y libertad …


 
1.- Raimón. Al vent.
2.- Ismael Serrano. Cuéntame otra vez.
3.- Francisco de Quevedo. Epístola satírica y censoria contra las costumbres presentes de los castellanos, escrita a don Gaspar de Guzmán, conde de Olivares, en su valimiento.
4.- Miguel Hernández. Vientos del Pueblo.
5.- Quilapayun. Cantata a Santa María de Iquique.

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