DESDE LA BARRERA

Para qué sirve la oposición

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“La vida es aquello que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes”, escribió John Lennon en una hermosa canción. Una sensación similar tengo al mirar nuestro ayuntamiento. Podríamos, parafraseando a Lennon, decir que la política municipal es aquello que se hace mientras la Corporación se entretiene en los plenos hablando sobre otras cosas.

Hemos asistido en los últimos meses a debates plenarios tan interesantes como la reforma electoral, un decreto sobre medicamentos, la condena de Bódalo, la Red de Ciudades Interculturales, los atentados de París, la visibilidad lésbica, las declaraciones del obispo, la titulización de las hipotecas, la causa saharaui, el pacto por la educación, el gobierno de Nicolás Maduro y muchos otros similares, algunos de los cuales son recurrentes año tras año. Digo interesantes sin asomo de ironía, porque sin duda lo son. El dilema es si las sesiones plenarias mensuales de un ayuntamiento que presta servicios a más de 170.000 habitantes y gestiona un presupuesto de 185 millones de euros deben estar dedicadas en un 90 por ciento, aproximadamente, a debates de ámbito nacional o internacional. Debates de los que se derivan unos acuerdos que no van a tener más trascendencia práctica que engrosar la cantidad de papel desperdiciado en las actas, electricidad y recursos varios, con el consiguiente deterioro medioambiental. No se trata de rechazar cualquier salida del guion local. No me parece desdeñable que un ayuntamiento haga declaraciones institucionales u ocasionales debates sobre asuntos importantes de ámbito nacional o internacional, pero estas deben ser una parte secundaria de su actividad y no acaparar la mayor parte del tiempo.

Lo asombroso es que, mientras los concejales de la oposición(o sus asesores o las direcciones de sus partidos) se afanan en redactar las proposiciones correspondientes sobre estas y parecidas polémicas para luego exponerlas en el Pleno, la Junta de Gobierno, la Mesa de Contratación, las distintas delegaciones y las empresas públicas se ocupan de los asuntos municipales, como corresponde a su función, y, a tenor de lo que vemos en el Pleno, se podría decir que los gestionan sin control efectivo por parte de la oposición, ocupada en intentar resolver los asuntos mundiales y nacionales. Así, vemos que el Gobierno ha continuado la tarea de gestionar, como es lógico, para lo cual se han licitado y firmado una variedad de contratos, mayores y menores; otorgado subvenciones; transferido fondos a las empresas públicas; hecho encomiendas a las mismas; renovado contratos de alquiler; nombrado cargos; modificado la Relación de Puestos de Trabajo (RPT); creado listas de espera de personal, continuado con la rutina de prestación de servicios diaria y tantos actos de gestión como cabe esperar. También ha dejado de ocuparse de otros que requerían atención y se ha hecho toda la publicidad posible con lo que ha hecho o proyecta. Salvo los acuerdos que el Gobierno está legalmente obligado a llevar al Pleno para ser acordados o para dar cuenta, que generalmente pasan con el mero enunciado y la votación, la presencia de los asuntos de competencia local es casi nula en este foro donde deberían ser los protagonistas porque es el más público y a través de él los ciudadanos tienen más posibilidades de informarse de la gestión realizada por sus representantes. Además, es donde preferentemente debe producirse la labor de control al gobierno por parte de la oposición. La excepción a esta costumbre estaría en las instancias para que el Gobierno Municipal o el regional realice tal o cual actuación, en algunos casos reiterando proposiciones de pasados mandatos.

A juzgar por este desinterés en el control del Gobierno por parte de la oposición, se podría pensar que aquel lo está haciendo muy bien y no les queda sino aplaudir u otorgar callando. Pero al leer las actas de la Junta de Gobierno y lo que trasciende de la gestión de las empresas públicas, se tiene la sensación de que hay materia donde hurgar. Por ejemplo, es lamentable que nadie haya cuestionado que se sigan haciendo nombramientos por el procedimiento de libre designación, como el de un jefe de sección de Intervención; que en la última modificación de la RPT se hayan creado puestos a cubrir por libre designación en la unidad de Proyectos y Obras de Edificación y Espacios Públicos; que no se haya avanzado en la eliminación de arrendamientos de locales cuando hay locales municipales cedidos y en el borrador del Reglamento de Participación Ciudadana no se supedita la cesión de estos a terceros a que no se necesiten para los servicios municipales(sobre este punto, queda por ver si hay alegaciones de la oposición al respecto, confieso que me sorprendería); en fin, ¡que no hayan sido motivo de proposición al Pleno por parte de ningún grupo de la oposición las denuncias que la concejal Mónica Cerdá ha realizado sobre subvenciones clientelares en el reparto del último Fondo del Comercio y la presunta adjudicación irregular de la gestión de las salas REDINT! Seguro que, dado el tiempo del que disponen los concejales con dedicación exclusiva, podrían encontrar muchos más puntos sobre los que inquirir o proponer en el Pleno, para hacer debidamente su función, ganarse el sueldo y el interés de los electores por seguirlos.

Podrían si fuera ese su interés prioritario pero debe de resultarles más cómodo no tocar asuntos espinosos y pienso que en buena medida la razón de esta dejación es no solo la pereza sino, sobre todo, la falta de convicción para criticar lo que se haría de la misma forma. Y es que, cosa muy importante, cuando se tocan asuntos espinosos, puede haber gente que se enfada y eso puede costar votos. Por ello, las prioridades de los grupos son otras. Ahora Getafe se empeña principalmente en proposiciones testimoniales en clave electoral nacional; el Partido Popular hace en general oposición tibia de propuestas con algunas estridencias, a la espera, supongo, de que el temporal amaine para ellos y Ciudadanos es el paradigma del arte de ponerse de perfil y pasar sin pena ni gloria, decididos a no sufrir malos ratos cuando poco importa lo que hagan teniendo en cuenta que aquí cayeron por arte de magia mediática y aquí pueden seguir gracias a la misma magia. Así nos encontramos con la paradoja de que la oposición más importante al Gobierno de Sara Hernández haya salido del grupo socialista.

No es extraño que para algunos no tenga sentido una oposición remunerada. Piensan que para esos viajes, con Maduro, Bódalo y compañía, no hacen falta alforjas, no hacen falta liberados. Prefiero pensar que la labor de oposición tiene mucho sentido y por eso tiene que estar remunerada pero qué duro ponen defenderlo.


 

 

Esperanza Fernández Acedo

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