♦ David Lucas Parrón, el que fuera primer teniente de alcalde de Getafe y concejal delegado de Hacienda en el Ayuntamiento de Getafe con Pedro Castro, impulsor y defensor a ultranza de la falsamente llamada ‘ecotasa’, y ahora líder del PSOE en la oposición de Móstoles ha dicho en su facebook algo para lo que hay que valer; agudicen el oído los de Getafe, los que se acuerdan de él, y no pongan los ojos como platos:
«Ayer el PP rechazó nuestras 52 alegaciones a las ordenanzas fiscales para 2015. Una muestra más de que gobiernan de espaldas a los ciudadanos. Van a ser el único de los grandes ayuntamientos de la Comunidad de Madrid que mantenga esta injusta tasa (la ecotasa). Además bla, bla, bla y bla-bla-blá…».
Si pudiéramos, además de los golfos infiltrados en política, de los aprovechados, los corruptos, los distraídos o los ineptos, habría que olvidarse de los que tienen la cara tan dura y, a la vez, tan inconsistente.
Es que a este hombre no le da ni vergüenza… Ni siquiera contemplamos una improbable evolución ideológica hacia el liberalismo aunque al menos podía, como en el jugador discreto de mus, pasar… Pero no, todo lo contrario, va Lucas, el que fuera uno de los tres magníficos [herederos] de Pedro Castro, y lanza un órdago a la chica. David Lucas autocalifica la iniciativa que él mismo tomó en Getafe como concejal socialista, al igual que la aplica el alcalde conservador de Móstoles, de injusta; injusta; injusta. Y es que la ambición política, al parecer, cambia las posiciones de los jugadores, sus opiniones y su [no acreditada] ideología como si estuvieran inmersos en el juego de un parchís para dementes.
¡Por dios…! Tus antiguos compañeros, tus aún vecinos, los getafenses todos, tus exadministrados, no te olvidan. Por fin, la ‘ecotasa’ es injusta. ¡Albricias! Válganos el cielo por haber sufrido, incluso soportado, a un político tan mediocre y con tan poca enjundia.
También lo del gobierno local de Móstoles, en contra de todo, incluso de la filosofía del PP, tiene ‘narices’ por no decir otra cosa peor y que nos tachen —como casi siempre ocurre—, de ‘malhablado’.