CILUSIONADOS

Despoblación – II

“Te has quedado muy corto”. Este es uno de los comentarios a mi artículo sobre la despoblación de la semana pasada, comentario que agradezco. Lo sé. Me he quedado realmente corto, en parte porque actualmente yo no estoy viviendo en el campo y no conozco, por tanto, todas sus necesidades. Y en parte, porque son las personas que viven en el campo las que deben ser oídas. El problema es mucho más grave de lo que yo he reflejado en mi artículo. Aunque he pasado los primeros años de mi vida en esa España semidesierta, no estoy viviendoactualmente esa soledad y abandono de tantas regiones de España. Tampoco he pretendido aportar una solución mágica, sino simplemente denunciar una situación olvidada e injusta, que chirría en una sociedad medianamente democrática.

Los propios actores deben jugar el papel fundamental

En un país en la que un jurista puede ser ministr@ de sanidad, no deberíamos extrañarnos de que pongan a un ingeniero de aviación como responsable del tema de la despoblación. “Cosas veredes, amigo Sancho”. Son los propios interesados, son los ingenieros agrónomos, son los agricultores, son los ingenieros forestales los que deben ser consultados y tenidos en cuenta antes que nadie. No nos hagamos ilusiones ni nos dejemos engañar. Que no traten de vendernos la liebre antes de cazarla.  El dinero para la recuperación del campo todavía no ha llegado y, además, ese dinero viene de Europa, cuando hace años que debería haber venido de España.

Si quien contamina paga, quien descontamina debe cobrar

Quiero insistir en esta idea, pues es de justicia que reconozcamos el papel que juegan en la sociedad los agricultores y la España rural. Estamos muy dispuestos a pagar lo que sea necesario por “apagar” los incendios, pero somos reacios a gastar un céntimo para prevenirlos. Cuántos puestos de trabajo se podrían crear y cuánto oxígeno se podría ganar así con la mitad de lo que nos cuesta apagar los incendios. Apagar el fuego puede ser que dé votos, pero los votos se deberían ganar evitándolo.

Mientras no seamos todos conscientes de la necesidad vital que todos tenemos de que la mitadde España no se convierta en un desierto, mientras no valoremos el papel que juegan los agricultores en la conservación de la naturaleza y de nuestros bosques/pinares, además de supapel en la producción de alimentos, mientras no haya una auténtica política fiscal que contribuya a facilitar la vida en el campo, la mitad de España continuará imparable su camino hacia la nada.

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