♦ El antiguo mercado municipal de Getafe ha permanecido mudo, dormitando y acrecentando su ruina, frente al despacho mismo de la alcaldía getafense; tan visible que resulta, cuando menos, increíble que lleve cerrado más de 16 años.
La casa que hacía esquina a la plaza del Ayuntamiento y a la calle Jardines era propiedad del consistorio. Durante la guerra sufrió grandes daños que se suplieron por la necesidad de espacios. Allí estuvo la primera sede de la Falange Española hasta que estuvieron que huir a causa de los cascotes. Tras un arreglo parcial se ubicó la oficina de Arbitrios y Consumos del municipio.
En el verano de 1945, a la vista del estado tan deplorable que presentaba la casa, se abandonó trasladándose la oficina a un local de la calle Madrid, cercano al Bar España, que hacía esquina con la Plaza de la Constitución. Tras el correspondiente proyecto de derribo, la casa fue demolida dejando como un solar donde se instalaban los puestos del mercado al aire libre.
Dos años más tarde, en 1947, el consistorio encargó al arquitecto José María Pellón y Vierna, el proyecto de un edificio destinado en su planta baja a mercado y, en la superior, como sede de los juzgados que hasta entonces se ubicaban en el mismo ayuntamiento. En 1951 se aprobó el proyecto definitivo del mercado que incluía, además, la oficina de arbitrios.
El arquitecto elegido era uno más de los proyectista del régimen franquista tras la guerra civil. Era hijo de los Condes de Casa Puente, José María Pellón y Ezquerra y Emilia de Vierna, familia de procedencia cántabra, fallecidos ambos antes de la guerra civil. José María Pellón estudió arquitectura en Barcelona y era ‘Congregante del Santísimo Cristo de la Salud’. Su hermano Fernando heredó el título nobiliario de Casa Puente. Falleció el 15 de enero de 1962. En 1940 ostentaba la plaza de Arquitecto Municipal de Plasencia. Entre sus obras, además del Mercado Municipal de Getafe, hemos localizado el anteproyecto del parque de la Cruz de los Caídos de Plasencia, conocido como el parque de la rana por el anfibio que ‘reina’ en una de sus fuentes.
La escasez de recursos y falta de presupuesto imposibilitó el inicio de las obras hasta 1955; el proyecto, finalmente, se vio favorecido ese año por las nuevas normas de la dictadura para la reconstrucción del patrimonio nacional. Y para ello, se dispusieron créditos a bajo interés destinados a las administraciones locales, provinciales y estatales para recuperar edificios que fueran a ser utilizados como sede de servicios al público. Juan Vergara Butragueño, que era alcalde desde 1943, y los ediles Pedro Manzanares y Manuel Galeote, familia de constructores, impulsaron las obras de construcción que durarían otros dos años más.
El mercado se inauguró en 1957 con veinte puestos; y tres años más tarde, en 1960, se abrieron los puestos con cámaras frigoríficas. Estuvo abierto al público algo más de cuarenta años, cerrando sus puertas en 1998. Era un edificio obsoleto que no reunía las mínimas condiciones para su funcionamiento como mercado de abastos. Desde ese año, el edificio ha soportado con algunas capas de pintura la decrepitud de su muros de ladrillo, aunque hay quien dice que era ‘el mercado de las ratas’ por tener en esos terribles roedores a sus más habituales visitantes.
En los últimos tiempos del gobierno de Pedro Castro, en pleno auge de la burbuja urbanística, el mercado quedó englobado en el proyecto de la Plaza Porticada que va desde esa esquina al Hospitalillo de San José y, desde allí, a la calle Magdalena para volver al edificio del mercado por la calle Jardines. Un proyecto que se mantiene en el limbo de los pelotazos del ayer a la espera de mejores tiempos.
Sin embargo, la nueva Corporación ha retomado la iniciativa para rehabilitar el edificio. Para llevar a cabo uno de los proyectos emblemáticos de Juan Soler, se tuvo que modificar el Plan General de Ordenación Urbana en julio de 2013 y cambiar la calificación urbanística del suelo, de comercial a equipamiento cultural. Posteriormente, principios de este año, se acometió la demolición parcial.
Gracias a la piqueta, como si de un trabajo arqueológico se tratara, y a los 61.000 euros invertidos, apareció un hermoso esqueleto de hormigón prefabricado, con su columna vertebral y las costillas que sujetaba la cubierta del antiguo mercado.
Rafael Llamazares y Joaquín Torres |
El Ayuntamiento de Getafe adjudicó en el mes de mayo la redacción del proyecto (53.000 euros) para transformar el viejo mercado en un centro de usos múltiples a la empresa A-Cero Tecnología e Industrialización. Las obras cuentan con un presupuesto de un millón doscientos mil euros. A-cero es una empresa de los del afamado arquitecto Joaquín Torres y su socio Rafael Llamazares constituida para promover y lanzar al mercado un producto de arquitectura modular, basado en los principios de la construcción industrializada que engloba distintas tipologías, y que se caracteriza por la ruptura total con la construcción tradicional.
El nuevo edificio se levantará sobre un solar de 950 metros cuadrados y contará con una planta baja en la que se ha previsto un vestíbulo, una sala polivalente para exposiciones o presentaciones y un almacén. En la primera planta habrá dos salas de conferencias y en el sótano otro almacén e instalaciones.
Imagen del anteproyecto presentado por Xaloc Arquitectos que no resultó elegido. |
PUBLICADO EN EL BLOG CAPITAL DEL SUR
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