PARAÍSOS PERDIDOS

El Arte y la Cultura son un engorro

Tú sigues escribiendo y todo eso… ¿no? Cientos de veces he soportado esa sonrisilla que acompaña a la preguntita de marras… Como siempre, tonto el haba colocando palabrejas, unas detrás de las otras ¡Que se habrá creído el idiota este!

¿Por qué pintas, dedicas horas y horas para practicar con un instrumento musical, por qué pretendes dar clases de interpretación? Bueno, si fueras de un equipo de fútbol, cofrade de algún paso de Semana Santa o te gustaran las motos… Bien, pero mira que ir por ahí de listo, perdiendo el tiempo en cosas inútiles.

Y es que son millones nuestros congéneres que no soportan a la gente que despierta o mantiene algún tipo de curiosidad. A los pardillos que intentamos cuestionar cualquier costumbre, o incluso dudar sobre el todopoderoso “esto es lo que hay”. Y miran con malos ojos a los que no se apuntan a las comidas de empresa, las fiestas patronales o ven poca televisión.

Ser creativo es como ser honesto y sincero, en principio está muy bien, pero en el fondo a muchos les parece una pavada. No nos engañemos aquí, siempre ha triunfado más Paco Martínez Soria que Fernando Fernán Gómez.

A un hijo siempre se le desea lo mejor, nunca que sea ilustrador grafico de cómic. Entre administrativo en el ayuntamiento de Torrevieja a que consiga una plaza de oboe en la orquesta Ciudad de Valencia. Que sea empleado de un banco a que gane un premio de poesía. Que se compre un coche a una pianola. Que se apunte a Protección Civil y no a un ridículo club de lectura. Que tenga una sonrisa maravillosa y una masa muscular ideal a que sea un estudioso del teatro del siglo de oro español, así son las cosas ¡No hay color!

Que sepa las formaciones de los equipos de la liga al conocimiento de los principios filosóficos socráticos. El manejo de los artilugios de Apple Watch que las técnicas de la acuarela y los acrílicos. Los vericuetos para comprar una buena camisa o un reloj por Amazon, que distinguir entre las variaciones Goldberg de Bach y saber que Esperando a Godot no es una serie de Metflix.

Un buen vecino es un Chief Executive Officer que practica el running y hace caceroladas desde su dúplex con la bandera nacional. Nadie quiere a un botarate que es catedrático de Lenguas Muertas y escucha a todo volumen a María Callas mientras se ducha. Un ‘enterao’ que siempre está poniendo pegas.

No está bien visto ir de cultureta por la vida, aquí hay que ser muy listos y dejarse de mariconadas. Que hay mucho paro y mucha emigración. Es como lo de las zonas rurales y el voto conservador, no se entiende pero lo cierto es que sucede.

La fama y el éxito, el dinero y el respeto… Y es que el arte y la cultura, en el fondo, son un engorro.

A fin de cuentas ¿eso cómo se come?

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