No nos hagamos ilusiones. Ese partido político que todos deseamos, por el que suspiramos y que todos urgentemente necesitamos, ese partido no llegará NUNCA. Puede ser que a nivel municipal o provincial surja algo decente, pero será siempre una fuerza irrelevante.
La calidad democrática de los partidos que en otras etapas históricas anteriores era suficiente no nos basta en los momentos actuales. No solo la sociedad ha mejorado democráticamente -pensemos en los derechos laborales, sanidad, educación, sino que los ciudadanos han subido muchas escalas en el campo de preparación intelectual y técnica A unos ciudadanos profesionalmente competentes no les sirven unos representantes incompetentes y malhablados, por utilizar unos calificativos bastante suaves. Los ciudadanos del siglo XXI exigen mucho más de lo que sus políticos les pueden otorgar.
Pero es que, además, democracia del siglo XXI y partidos políticos es algo antagónico. La democracia actual es incompatible con el servilismo, con la adulación, con el culto al jefe, con el premio a la medianía, que son algunas de las características más suaves de todos los partidos políticos actuales. Y esto sirve tanto para España, como para cualquier otro país de la Unión Europea. Los partidos políticos actuales, tal y como están organizados, no solo deberían estar legalmente prohibidos, porque la Ley de partidos exige de ellos democracia interna -cosa que ninguno tiene-, sino que no dan la talla, no tienen el mínimo de democracia que pide la sociedad actual. Y “nadie da lo que no tiene”, dice el refrán latino (“Nemo dat quod non habet”)
Perded toda esperanza de que un día llegue el partido o el político salvador que nos libere de tanta incompetencia y medianía. Es hora de que los ciudadanos prescindamos de nuestra respectiva ideología -no digo que todos tengamos que pensar igual – y unamos fuerzas a nivel municipal primero para llegar escalonadamente al poder. Alabo el entusiasmo y la ilusión de los creadores de nuevos partidos políticos, pero no es ese el camino, Todos prometen sinceramente querer ser algo diferente. El ejemplo lo tenemos en Ciudadanos y enPodemos. Pero, apenas han aprendido a andar, ya se ha convertido en un partido más. Tan pronto como aparece el “poderoso caballero don dinero”, se les cae el andamiaje y los buenos propósitos.
Cambiemos el chip y pensemos en positivo. Organicémonos, pero nunca en algo que se asemeje a su partido político. Tan pronto como desaparezca el interés monetario no habría diferencia ni distancia entre el número uno y el número 10 de la lista en unas elecciones.
Quejarse,y no actuar, no sirve para otra cosa más que para amargarse.