CILUSIONADOS

El Brexit, la triple traición

Vaya por delante que no estoy culpando a los ciudadanos británicos y mucho menos a los que han votado en contra del Brexit. He defendido como nadie —así lo creo— que no se les podía quitar sin más la ciudadanía europea en contra de su voluntad a las personas que han votado a favor de la permanencia en la UE, pues aunque esta teoría no esté claro en la letra del Tratado de la UE, sí responde al espíritu y a la lógica de dicho tratado.

Todo el mundo admite que no se puede mantener eternamente unidas a dos personas o dos Estados en contra de su voluntad, tampoco dentro de la UE. Pero aquí no estamos ante un matrimonio ni ante un divorcio. El Brexit es algo mucho más serio que un divorcio. No se trata solamente de dos personas o dos Estados. Aquí tenemos a muchas terceras personas que se ven afectadas negativamente por las decisiones tomadas por otros. Tampoco se trata de de un acuerdo internacional entre dos o varios Estados, que se puede abandonar en cualquier momento.

Resulta al menos sospechoso que durante 52 años no se hablara en los Tratados de la Comunidad Europea, ni tampoco en el primitivo Tratado de la UE, de la posibilidad de abandonar la UE. Es cierto que no se niega en ellos esta posibilidad. Pero no entra en la lógica del proceso de integración europea la posibilidad de abandonar este proyecto común. Cuando un Estado miembro se adhiere a la UE, lo hace “resuelto a salvar una nueva etapa  en el proceso de integración europea emprendido con la constitución de las Comunidades Europeas” (la antigua CECA, la CEE y EURATOM) y lo hace  convencido de la “necesidad  de sentar unas bases firmes  para la construcción de la futura Europa”· Esto es lo que nos dice el preámbulo del Tratado de la UE. La adhesión a la UE no es un matrimonio o un compromiso entre el Estado que se adhiere y los demás Estados. Es el compromiso del nuevo Estado con un proyecto de paz y de solidaridad, el compromiso consigo mismo y con la responsabilidad que libremente se ha asumido. Abandonar la UE es derrumbar una parte del edificio europeo que se había levantado, es decir a sus propios ciudadanos y a los ciudadanos de los demás países de la UE “No me interesa el proyecto, no quiero seguir con vosotros en busca de una paz y un bienestar duraderos para Europa”, es decir públicamente  “de mí no os podéis fiar”, pues no me tomo los compromisos en serio.

El Brexit es, por tanto, una traición de los gobernantes británicos a su propia conciencia y a su propia responsabilidad, es una traición a los ciudadanos británicos que quieren seguir unidos a la UE y es una traición a los demás ciudadanos de la Unión.

¿Por qué  se introdujo entonces el artículo 50 en la Tratado de la UE después de 52 años, es decir en el llamado Tratado de Lisboa (2009)? No es pura casualidad. Tampoco lo es la forma en que está redactado dicho artículo, que no responde al espíritu ni a la filosofía del Tratado. Cuando estamos hablando de construir una casa, no ponemos las condiciones para destruirla, y esto es lo que hace ese artículo. Es asombrosa la ligereza en que está redactado y lo fácil que resulta abandonar la UE. Además no se ha tenido en cuenta la opinión de todos los ciudadanos europeos. La redacción de este artículo es la muestra más palpable de la baja estima que tenían los redactores de este artículo -y los que lo aprobaron- del proyecto de integración europea. Dejaron el edificio de la UE a merced del pico y pala de unos desalmados. Ya va siendo hora de que nuestros gobernantes y nuestros políticos se convenzan de que la UE es mucho más que un matrimonio o que un club de fútbol.

 

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