Tan sólo unos minutos para que arrancase el duelo correspondiente a la jornada 26 de la Primera División Femenina de Fútbol Sala, que enfrentaba al equipo del municipio con el Cidade de As Burgas, y el ambiente no podía ser mejor. La previa del partido daba buena cuenta de lo que estaba en juego para las locales, si bien las visitantes venían con la clara intención de llevarse los tres puntos para poder pelear por jugar la Copa. Últimos instantes del calentamiento, algunas indicaciones definitivas y una afición, que llenó el pabellón municipal de La Fortuna, lista para vivir con la máxima emoción el encuentro.
No iba a ser fácil. Pero, esto tampoco descubre nada. Cuando estás entre las mejores, este Lega lo está, la exigencia siempre será máxima y nada será producto del regalo, sino de la batalla deportiva y esfuerzo. Precisamente, estos dos anteriores conceptos fueron los que derrochó el equipo pepinero. Y, además, lo dejó patente desde los primeros compases, entrando con la máxima intensidad en el partido. Esta manera de afrontar el compromiso, a la postre, regaló a la afición verdaderos momentos de emoción.
Era la primera vez que veía en directo el partido. Al mismo tiempo que Gameiro hacía el primer gol de la tarde para el Atleti en Las Palmas, el Lega también anotaba. Lo dicho, no podía empezar mejor la tarde. Pendiente, a través del móvil, de los rojiblancos, la mirada estaba en lo que acontecía en La Fortuna. Más allá de golpear primero, El Lega no se relajó, ni por supuesto especuló, y fue siempre a por más. Con la vista puesta en la portaría de las ourensanas. Era su tarde.
Tanto es así que fueron cayendo más. El segundo, el tercero y cuarto, rozando el descanso. Un resultado abultado que puede hacer pensar en un paseo para las locales. Nada más lejos de la realidad que fue de constate insistencia. Y justo antes del entretiempo el Cidade de As Burgas lograba convertir. 4-1 y aún 20 minutos que prometían ser de lo más apasionante.
Y, promesa cumplida. Eso sí, la pasión también originó cierto sufrimiento. Inherente al deporte. Puro espectáculo en la cancha. Máxima atención. La afición apretaba.
Por ahí, comenzaba una segunda parte frenética. Tanto es así que las rivales también tiraron de fuerza y apretaron el resultado hasta un 5-4. Llegaban, pues, los minutos cruciales. Un Lega muy serio seguía haciendo valer su ventaja en el marcador. Pero, nada estaba decidido y cualquier cosa podía pasar. De hecho, se sucedieron algunas penas máximas que alimentaron más al partido.
Apretaban las gallegas y el Lega a lo suyo. Se defendía y continuaba buscando el arco contrario. El ambiente en las gradas aumentaba la tensión y se vivían momentos de nerviosismo. En estas, también era protagonista el árbitro, que parecía no contentar a ninguna de las partes.
Se aliviaba algo más de tensión. A falta de siete minutos para la conclusión, el Lega ponía tierra de por medio con un 6-4. No en vano, quedaba el último tanto visitante, nos íbamos al 6-5. Lo dicho, teníamos sufrimiento hasta el segundo final. No eché mucho de menos el Calderón en ese aspecto porque los del Atleti si a algo estamos acostumbrados es a eso, a sufrir. Si bien, en esta oportunidad, los de Simeone ya iban goleando en tierras canarias. Pero, no era momento de mirar el móvil de un encuentro ya decidido, sino de estar pendiente de cómo finalizaría éste. Y ese fin sería de las mejor de las maneras. Quizás con uno de los momentos más celebrados por jugadoras, técnicos y afición; el último gol local que rubricaba el 7-5 definitivo. Pitido final e inyección de moral para afrontar las siguientes fechas del calendario y seguir insistiendo para prolongar una temporada el estar entre las mejores.
Para alguien que fue por vez primera, las sensaciones son claras. Un club entregado por su objetivo, que pelea y corre cada segundo y que regala partidazos como este a su gente.
Sin duda, el Leganés Fútbol Sala Femenino demostró ser de Primera.
