Artículo 6 de la Constitución sobre los partidos políticos: “… Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos”
Y de pronto llega Rafael Simancas como Paco con la rebaja, él que lo perdió todo, y en nombre de no sé qué Dios en las alturas, tiran al pobre Tomás Gómez a la basura
♦ Dicen que no hay nadie más tonto que un obrero de derechas, sí, pero todavía hay alguien que lo supera y ese es el militante de base afiliado a un partido político, sea un partido de derechas o sea un partido de izquierdas o de no se sabe como ocurre con Podemos. El militante de base está obligado a pagar una cuota anual que puede llegar a unos cien euros a cambio de nada, a cambio de comulgar como si fueran piedras de molino con las elucubraciones mentales de los dirigentes de su partido disfrazadas de ideología.
Si eres un militante de base estás perdido, a pesar del artículo 6 de la Constitución Española, ni tan siquiera tienes derecho a que el partido te page la cena de fin de año. No tienes derecho a disfrutar de nada, lo que se dice de nada, tan solo a alegrarte si tu partido gana las elecciones y a sufrir si las pierde. Ahora bien, salvo excepciones, los dirigentes nunca pierden, siempre ganan. Es casi peor que ser un seguidor del Atlético de Madrid, eres un sufridor sin remedio. Sí, puedes asistir a los mítines a desgañitarte enarbolando una bandera de plástico sobre tu cabeza. Y si te piden que elijas a tu secretario general o en primarias al candidato a las elecciones para alcalde de tu ciudad o presidente de tu comunidad autónoma o para presidente del Gobierno de tu país, es como si nada, como si nada, es mejor hacer con tu voto una pajarita. Mira por donde al final van a tener razón los anarquistas de corazón, que de esos hay muchos entre nosotros. No sirve para gran cosa ser anarquista pero por lo menos te pones al mundo por montera.
La tarde en que presentaba su candidatura Santiago Llorente para alcalde de Leganés por el Partido Socialista Obrero Español, tuve ocasión de poder decir lo que pensaba: Laura Oliva hubiera sido una buena candidata, pero el mejor es Santiago Llorente por una sola razón: había sido elegido en una votación libre y secreta por más del cincuenta por ciento de sus compañeros socialista. Rafael Gómez Montoya quedó, democráticamente, relegado.
No solo es importante respetar la voluntad del militante de base, ese que, insisto, paga su cuota, acude a los mítines a jalear las consignas aireando banderas y pancartas y cree sin rechistar todo lo que le cuentan los dirigentes del aparato de su partido. Es importante porque sin el militante de base no hay partido político alguno.
Es una pena porque el militante de base es y será siempre un ejemplar digno de toda consideración. Él es el buen pueblo español del que todos se aprovechan, al que esquilman sin escrúpulos, del que se ríen sus dirigentes a pesar de que luego en público digan por activa y por pasiva que es lo mejor que tiene el partido, su tesoro, su capital. Mentira, falso, mentira.
No voy a discutir si Tomás Gómez es o no un político perdedor, no, en la actualidad es un político defenestrado. Dicen que con él, el Partido Socialista de Madrid, seguro, perdía las elecciones del 24 de mayo. Y eso que todavía no ha llegado el 24 de mayo y que como dicen tirios y troyanos no hay que fiarse de las encuestas.
No defiendo a Tomás Gómez, podía hacerlo, pero no, a quien defiendo es al militante de base que le votó, primero para que fuera secretario general del Partido Socialista de Madrid y después para candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Y de pronto llega Rafael Simancas como Paco con la rebaja, él que lo perdió todo, y en nombre de no sé qué Dios en las alturas, le tiran al pobre Tomás Gómez a la basura. No, no y no, a quien han tirado a la basura es al militante de base que paga su cuota religiosamente, vota cuando le dicen que puede votar y a todo lo que le pidan… ya digo, es casi más tonto ser militante de base que obrero votando a un partido de derechas.