♦ El ‘dedo divino’ del PP, investido en forma de comité electoral nacional, desveló este viernes la incógnita que atormentaba a Ignacio González desde hace meses sobre su candidatura a la presidencia de la Comunidad de Madrid. Finalmente, Rajoy —como hiciera Sánchez con Tomás Gómez— le ha defenestrado designando a Cristina Cifuentes candidata regional y a Esperanza Aguirre, como ‘ave fenix’, candidata a la alcaldía de la capital.
La maniobra política para cerrar el paso al tándem Aguirre-Gonzalez se pergeño en los últimos días con el apoyo mediático del diario El Mundo que rescató una información antigua sobre el famoso ático del presidente regional para justificar la decisión de Mariano Rajoy. El presidente del gobierno está empeñado en ‘controlar’ políticamente la región de Madrid, que siempre ha sido un ‘verso suelto’.
Los nombramientos de Aguirre y Cifuentes no habían sido propuestos por el comité regional de Madrid y fuentes del PP aclararon que no era necesario una propuesta previa. Tras conocer la designación de la delegada del Gobierno, el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, se quejó de que una «campaña orquestada en estas últimas semanas haya condicionado la decisión sobre la candidatura. Les deseo a ambas el mayor de los éxitos».
El fin de semana ha sido testigo de una nueva refriega entre Esperanza Aguirre y la dirección nacional del PP al negarse a dejar la presidencia del partido en Madrid. La amenaza, al igual que pasó en el PSOE, era formar una gestora a lo que Aguirre ha contestado que si se llevaba a cabo la decisión, el PP tendría que buscar otro candidato «pòr que ella no es ningún monigote», refiriéndose a que no permitiría ir de candidata y que la lista o el programa lo hieran Arenas o Cobo, el amigo de su enemmigo Gallardón.
La decisión supone la vuelta a la primera línea de la política de Esperanza Aguirre, que fue presidenta de la Comunidad de Madrid hasta septiembre de 2012, momento en que anunció su retirada en lo que parecía, a la vista de los acontecimietos, como un lavado de imagen para apartarse de los ‘pringues’ durante la peor época política que se ha vivido en España desde los primeros años de la transición política.
Cristina Cifuentes
Cristina Cifuentes, la candidata del PP a la presidencia de la Comunidad de Madrid, lleva toda su vida inmersa en la política madrileña, primero veinte años en la Asamblea y desde comienzos de 2012 en la Delegación del Gobierno.
Cifuentes, licenciada en Derecho, máster en Administraciones Públicas y perteneciente al Cuerpo de Técnicos Superiores de la Universidad Complutense, es una persona dialogante y de carácter cercano, por lo que se lleva bien tanto con rivales políticos como con periodistas.
Un terreno, el de los medios y la prensa, en el que se mueve como pez en el agua, lo que, unido a su pasión por las nuevas tecnologías, hace que su presencia y participación en la redes sociales sea constante.
Es especialmente activa en Twitter, una red social a la que se unió en diciembre de 2008 y en la que tiene más de 67.500 seguidores.
En el Parlamento madrileño, Cifuentes llegó a ser vicepresidenta y fue también portavoz del Grupo Popular en temas de justicia e interior.
Tras la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa, Cifuentes se convirtió en la Delegada de Gobierno en Madrid y, a los pocos meses, su nombre empezó a aparecer en las quinielas de los posibles candidatos electorales del PP madrileño.
Sin embargo, cada vez que era preguntada, ella reiteraba que estaba centrada en su trabajo y que, en esos momentos, no se planteaba otra cosa más allá de sus responsabilidades.
Al frente de la Delegación del Gobierno, ha tenido que lidiar con un gran número de manifestaciones, concentraciones y otros actos de protesta, que en algunos casos concluyeron con graves incidentes, como las «Marchas de la Dignidad» del 22 marzo de 2014, que se saldaron con más de veinte detenidos y un centenar de heridos, entre ellos 67 policías.
Pero, mientras el debate sucesorio en el PP madrileño seguía, especialmente en los medios de comunicación, su trabajo como delegada del Gobierno le ayudó a forjar una imagen de que era capaz de gestionar y además de hacerlo con un discurso propio, lo que le ha granjeado más de un enemigo en el seno de las filas de su propio partido.
Aunque públicamente evitaba hacer cualquier declaración que pudiese entenderse como un enfrentamiento con algún compañero de partido, lo cierto es que sí trascendieron sus desencuentros con el Gobierno regional.
Republicana confesa, también ha mantenido públicamente posturas discrepantes en algunas doctrinas oficiales del PP, como en el tema del aborto, en el que ha defendido una regulación de plazos. Cifuentes se ha puesto hasta en cinco ocasiones en manos de la aguja de un tatuador y su despacho en el vetusto y rancio palacete de la Delegación del Gobierno en la calle Miguel Ángel está presidido por una lámina de Tintin y Milú.
