Con un desnivel de vida cada vez mayor entre los ciudadanos de los diversos países de la Unión, ¿podemos creernos que realmente hemos superado la crisis? Con un porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social – 23,1% en la eurozona según los últimos datos de Eurostat-, porcentaje que sigue siendo superior no sólo a los años que precedieron a la crisis, sino también a las cifras registradas durante la recesión, ¿podemos decir que hemos superado la crisis?
Está bien despertar el optimismo, pero a los millones de trabajadores cuyo sueldo no les da suficiente para vivir ni a las personas en paro no les sirven los gritos de optimismo. Puede ser que en algún país socialmente más avanzado que el nuestro tengan motivos para estar optimistas, pero en España y en otros muchos países, que son también parte de la UE, la situación no es nada halagüeña. Con un 17,5% de paro en España ¿podemos decir que se ha superado la crisis?
El optimismo de la Comisión Europea y de ciertos políticos, lanzando las campanas al vuelo, no coincide con las cicatrices que estos diez años han dejado en amplias capas de la población.
De acuerdo que en ciertos aspectos la situación ha mejorado respecto a los inicios de la crisis, pero en otros muchos campos la situación sigue igual e incluso peor.
Y lo malo es que en estos diez años de crisis no hemos aprendido apenas nada. Se han tomado algunas medidas a nivel bancario, pero a nivel social y fiscal, eso que llamamos Bruselas, pero que en realidad son los grandes partidos políticos nacionales, sigue tan dormida como hace diez años. Tampoco se ha avanzado hacia la Unión, más bien se abrió la puerta a la disgregación de Gran Bretaña. Los grandes partidos políticos a nivel europeo, que deberían ponerse de acuerdo para hacer avanzar la integración, siguen más interesados en mantenerse en el poder o echar del mismo a los partidos opuestos que en el bien de los ciudadanos. Ni se ha resuelto el problema del paro, ni tampoco el de la emigración ni el de la xenofobia, ni tampoco el problema de la deslocalización a otros países con mano de obra más barata, ni la deslocalización dentro de la UE puramente por motivos fiscales, y se ha retrocedido enormemente en el estado del bienestar.
Y lo peor de todo es que no hay perspectivas de que la situación pueda mejorar considerablemente, pues nuestros partidos políticos no se han percatado aún de que el principal problema de Europa son ellos mismos. De siervos y representantes de los ciudadanos se han convertido en señores. Mientras ellos no cambien, la crisis seguirá tan viva como hace diez años.