La reforma de la Casa de la Mujer en la calle San Eugenio ha sido, como obra, un auténtico despropósito. Con un plazo de ejecución estimado inicialmente en dos meses, está a punto de durar un año entre parada y parada. El fiasco de la reforma se completa con un diseño de fachada auténticamente espantoso. ¿A quién se le ha ocurrido? El edificio, proyectado para salas de minicines en los años 80 del siglo pasado, mostraba una fachada recubierta con piezas de mármol blanco ‘tipo carrara’ aunque fuera de Almería.
El lifting realizado al inmueble ha supuesto, además de acondicionar el interior y abrir huecos a la calle, tapar la fachada original con una chapa expandida (déployé, de-plua-yé) lacada en blanco. Este material, muy utilizado últimamente por los arquitectos, se fabrica con un proceso de incisión y estiramiento del metal que, en función de la calidad, puede dejar peligrosas y cortantes rebabas de metal. Destinado para cubrir, separar y aislar se utiliza en protecciones en la industria, blindaje para cercados, construcción, soporte de revocos, armaduras para cemento, revestimientos, filtros extractores o, es el caso, como elemento decorativo en arquitectura. Sin embargo, su rápido deterioro y oxidación en los exteriores convierte la solución en una pequeña chapuza, —eso sí barata— para tapar un material noble como la piedra. Y si, ademas, valoramos (llega hasta el suelo) el riesgo de que algún niño meta los deditos en las ranuras, para qué más… En fin, cosas de arquitectos; lo importante es la foto.