Un día es la lucha contra el crimen organizado, otra día son los refugiados, otro la guerra comercial de Trump, otro día son los problemas del medio ambiente, otro son los paraísos fiscales dentro de la UE, (la listapodría seguir varios kilómetros) y hoy la lucha contra la Covid-19. Son tantos los frentes abiertos que están pidiendo urgentemente una acción conjunta de todos los países de la UE, que un día vendrá, y no muy tarde, en que se pondrá a descubierto la incompetencia y la miopía de casi todos los políticos europeos actuales, porque teniendo en sus manos la posibilidad de resolverlos a través de una auténtica UE, prefirieron seguir siendo los zares de su ridículo imperio.
En la situación actual, lo más fácil y más socorrido es echar exabruptos contra Bruselas y contra las instituciones de la UE. Pero no nos equivoquemos de enemigo. El responsable de todos estos problemas que siguen eternamente sin resolver se llama Consejo de Ministros y Consejo Europeo, es decir gobernantes nacionales. Y lo peor no es que estos problemas sigan pudriéndose sin perspectivas de solución, sino que van enfrentando a unos países de la UE contra otros. Lo hemos visto en el caso de la justicia española frente a la belga y a la alemana y en el enfrentamiento entre los países del Norte y los países del Sur, por citar sólo dos ejemplos.
Es una incongruencia que los gobiernos nacionales estén pidiendo a la UE que actúe en unos campos a los que ellos mismos le han prohibido la entrada. Pocos dudan del prestigio internacional de Angela Merkel y del papel que está jugando dentro de la UE. Pues bien, la misma Merkel ha tenido que escuchar de la presidenta de la Comisión, una política del mismo partido que la Canciller alemana, que lo que le estaba pidiendo no se lo podía conceder porque la Comisión europea no era competente para ello. Se trataba de unas normas comunes para toda la Unión Europea para cerrar las estaciones de esquí durante la temporada de este año. Ursula von der Leyen, tuvo que responder a Merkel, que eso era competencia de los Estados miembros. Debido a esta desunión, Francia, Italia y Alemania quieren cerrar las estaciones de esquí, mientras Austria quiere tenerlas abiertas. Es verdad que Austria puede hacer lo que le apetezca, pero esto obliga a los demás Estados a tomar medidas impopulares e incluso a actuar en contra de una de las libertades fundamentales de la UE: la libertad de movimiento de las personas. El riesgo de contagio en las estaciones de esquí es grave. Austria no sólo se aprovecharía del turismo de los demás países, sino que, en caso de contagio, lo extendería por toda la UE.
Hablemos con propiedad. No llamemos Unión a lo que es desunión. Si los ciudadanos no exigimos a los gobiernos una mayor integración europea, no tenemos el menor derecho para quejarnos de Europa.