Aunque aún no se ha hecho público el documento que han firmado Sara Hernández, Cristina González y Mónica Cerdá en el Juzgado, todo apunta a un empate muy provisional en la disputa entre la edila y la ‘regente’ Cristina González amparada por la alcaldesa
Lo que aparentemente empezó como una ‘remodelación’ del Gobierno socialista que se plasmaba en la defenestración de Mónica Cerdá, la edil encargada de las empresas públicas GISA y ALEF. Nada se sabe aún de los motivos que llevaron a Sara Hernández a tomar una decisión tan drástica solo después de nueve meses al frente del Consistorio. Todo parecía indicar que Cerdá era parte del núcleo duro de la ‘ginecocracia socialista’ que gobierna Getafe. Sin embargo, Mónica Cerdá salió trasquilada de la disputa mantenida con la ‘regente’ en la sombra del Ayuntamiento, la imputada en el caso Aparcamientos Cristina González. Lo que se antojaba como una clara defenestración adaptada a la política moderna de las práctica y el estilo de la Florencia del cuattrocento. Nada se conoce de las razones últimas que han provocado esta crisis pero todo apunta a que el lío montado por Sara, Cristina y Mónica, tiene su origen en la empresa pública GISA.
La remodelación del gobierno local, «un simple cambio de delegaciones en aras de una mayor efectividad en el trabajo» como se anunció desde el ámbito oficial del PSOE y sus voceros se mostraba ante ‘los ojos que no miran al pesebre’ como una severa crisis del gobierno de Sara Hernández, motivada quizás por el control político y la ambición de Cristina González.
Inmediatamente se conoció la renuncia al acta de concejala de Mónica Cerdá, hecha de manera voluntaria por razones personales según el ‘aparato socialista’ y coaccionada y amenazada según la edil enfrentada a la ‘regente’ municipal en la sombra y, por extensión, a la reina ausente. Además de aclarar que no tenía intención de renunciar a su condición de edil, aseguró que el documento lo había firmado tras soportar una reunión larga [hay quien habla de horas] y en la que cualquiera puede imaginar lo que se dirían además de lo que trascendió: todo tipo de insultos que se arrojas entre dos o tres mujeres políticamente y personalmente encabronadas.
Y si no bastó con los insultos y con tirarse [imaginariamente] de los pelos, se saca el diálogo de película de mafiosillos de tres al cuarto y arremetemos con las prendas íntimas de la señora o con aquello de la presunción. «Si no dimites, vamos a sacar todos los trapos sucios que tengas —suena la voz casi varonil de alguna de las dos gobernantas aunque el estilo apunta más a la ‘regente’— y si no los tienes,.. —arremetió para zanjar el asunto al asegurar la edila que no tenía ropa en la lavadora— si nos los tienes, los inventamos». Más cierto que inventado aunque nunca pasará de otro presunto e imaginario episodio gansteril en la alcaldía de Getafe. Más negro que nunca.
El anuncio oficial de la ‘renuncia voluntaria’ de Cerdá provocó la ‘marcha atrás’ de Mónica Cerdá. Anunció que no era su intención dejar la condición de cargo electo sino de abandonar las responsabilidades de gobierno al estar en desacuerdo con la decisión de la Alcaldesa ¿Pero, aún queda gente que esté en desacuerdo con la imponente Sara Hernández? Además, Mónica Cerdá provocó el pánico entre las filas socialistas. Había denuncia en el Juzgado para ver las amenazas y las coacciones.
Hoy martes era el día de la vista en el Juzgado. Hasta la Avenida Juan Carlos I del Sector 3 de Getafe, se desplazaron todos los concejales socialistas del Ayuntamiento de Getafe. Mónica Cerdá, más sola que la una, arropada solo por su abogado; el resto, desfilando al mismo paso que la ‘jefecita’ en una manifestación de apoyo total.
Y a la salida del Juzgado otra ración de mentiras oficiales exhibiendo el estandarte de la verdad que prevalece. La Alcaldesa ha asegurado, a modo de agit-prop que la edil díscola había retirado la denuncia, había reconocido su error y que había pedido disculpas. Sin embargo, lo cierto es que la disputa, el movimiento en el tablero socialista de Mónica Cerda ha acabado en ester primer juego en tablas. Mónica Cerdá y las dos acusadas han llegado a un acuerdo que han firmado ante la jueza. Podríamos decir que la jugada de ajedrez ha terminado en tablas; con severos daños para las dos partes. El movimiento del solitario alfil contras las huestes del rey, la reina y los peones socialistas, ha terminado con la edil atacante enrocada en una esquina. Y una salida: soledad, soledad y soledad; eso sí, soledad socialista. Ahora verá la mejor cualidad de Sara Hernández y su cohorte de guerreras: el sectarismo. El que avisa no es traidor.
Efectivamente, como supondrá el lector, la concejala Mónica Cerdá ha tenido que retirar la denuncia para firmar el acuerdo. La excusa, tras el terremoto provocado, es que malinterpretó lo sucedido en la famosa reunión de coños, hostias, putas y demás gracias que se dirían. Menos mal que las tres eran mujeres; si la Cerdá hubiera sido un hombre, pobre… además se la hubiera cargado por eso, por machito.
En los próximos días se conocerá el escrito que han firmado en el juzgado las tres edilas socialistas implicadas. Mientras tanto, permítasenos traslucir el documento que duerme en el Juzgado para asegurar que Sara Hernández y Cristina González han reconocido explícitamente que siempre han conocido las intenciones de Monica Cerdá y que éstas nunca pasaron por dejar el acta de concejala y si, la de dejar su puesto en el gobierno; solo el día 31, tras la famosa reunión, cambió Cerdá esa postura; a la que volvió el propio día 31 en el Juzgado y notificó al Secretario del Pleno el día 1.
Esa es la base del acuerdo alcanzado y que Sara Hernández ha ocultado en sus declaraciones. Para mentir bien, además de mentirosa, hay que ser inteligente. Eso será más fácil para el lector que no tendrá dificultades en imaginar la famosa reunión del día 31 en alcaldía y calificarla no apta para todos los públicos.