OPINIÓN

Lo peor puede suceder

Veinte años atrás, recuerdo una polvareda espantosa que se organizó alrededor de un artículo de Antonio Muñoz Molina. La cosa era bastante ridícula. Por lo visto a algún departamento de educación de la junta de Andalucía se le ocurrió crear “un cursillo de espíritu rociero para alumnos y profesores”. Con el buen sentido y el pragmatismo que caracteriza a Don Antonio, puso blanco sobre negro, que tal vez la pérdida de horas lectivas de las criaturas y los profesionales de la enseñanza en alimentar su fervor por la fiesta del Rocío, podrían ser de más provecho utilizadas en otras áreas. La del pulpo le cayó.

El pasado mes de Abril, su esposa publicó otro artículo en el que expresaba su extrañeza ante la proliferación en todas las cadenas televisivas, prensa y radio, de las exhaustivas informaciones sobre las de procesiones de Semana Santa. Mostraba su extrañeza con mucha delicadeza. La dieron de lo lindo, también a Doña Elvira.

Al bueno de Fernando Trueba, cuando fue a recoger, hace un par de años el Premio Nacional de Cinematografía se le ocurrió decir, lo que por otra parte ya había dicho en otras ocasiones, “que no se sentía particularmente español ni nada parecido” y aún le van dando, que ya anda turulato.

Hay mucha polémica y poca tolerancia. La realidad parece girar sobre, cualquier cosa, que verdaderamente no es relevante. A la gente del barrio se le nota entristecida y se rebotan por cualquier cosa. La marca “Toro” resuelven los tribunales, puede ser usada libremente “porque no es un símbolo oficial de España”. Casi todo, ahora se resuelve en los tribunales. ¿Cómo entender Halloween, ese horror consumista y satánico desde las alternativas cristianas? se pregunta la señora que se hace la permanente rizada y ondulante de pelo cada primero de mes, del Bajo D. “El partido de fútbol del siglo” todas las semanas. A por ellos Oee… Fiesta de banderas de todos los colorines, transatlánticos con la imagen de piolín con porras y pelotas de goma. Eutanasia versus aborto, cartas públicas y comunicados incesantes, al rojo vivo, entre “Sálvame” y “El Gran Hermano Revolution”.

La epidemia de discursos simples y maniqueos, produce un ruido de tres pares de narices. Las cosas son como están, y no como a unos u otros, les gustaría. Leo en los periódicos, que hay un tercio de la población en este país en riesgo de pobreza o exclusión social. La cepa de gripe de este año parece que nos viene muy revirada. Y el empecinamiento del ser humano, para no ver lo evidente, asusta. La capacidad para desaparecer de lo cotidiano es enorme. Un accidente en la ducha, no solucionar los problemas a tiempo esperando que otro lo haga por ti, un rutinario análisis de orina, encontrarse dentro de un incendio o un despido por causas objetivas. Cuando suceden los acontecimientos históricos, la generación que los vive no es consciente ni sabe cómo serán. Y a muy pocos les apetece comprender que ‘Lo peor puede suceder’.

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