DESDE LA DOBLE A

Medir tres y cortar una

pantallazo

Hay situaciones en la vida que producen cierta inquietud e intranquilidad. La cuestión es saber cómo atajarlas. Perder los nervios denota, como consecuencia, asumir que hay un problema. Cuando publican informaciones y te invade el nerviosismo suele evidenciar la verdad. También es una de las buenas maneras de reconocer el trabajo del periodista.

La honestidad ha de formar parte en la vida de uno. Primero en la personal y que eso se traslade a la profesional. Las presiones o improperios, también, son formas de reconocimiento. Puede resultar extraña esta idea, pero en esencia lo es.

Lo cierto es que yo parto de una base, el (buen) periodista jamás tiene compromiso con nadie. Yo no lo tengo. En ese sentido estoy siempre dispuesto a contar las historias que reciba y que puedan ser correctamente verificadas. Provengan de quien provengan.

En las últimas horas se publicaba en la edición en papel (también estará disponible en web) uno de mis reportajes de investigación, “Llorente, el alcalde hipotecado”. Datos, nombres, cifras, relaciones, explicaciones o comprobaciones se sirven entre sus líneas. A mí, el nerviosismo me lleva a interpretar sólo una cosa, el miedo que dio leer todo eso.

El comportamiento del perfil de twitter de las Juventudes Socialistas de Leganés no me gustó. Ignoro quién podía expresarse o si lo hacen en nombre de todos. Lo cierto es que tardaron poco en recitar improperios. Improperios tales como que se desprestigiaba, que se ponían cosas que no existían… Se puede hablar mucho, pero lo resumo en una idea: por más que intentes llevarte granitos de arena, la playa jamás se va a acabar. Es decir, puedes gustarte enumerando cuantos elogios quieras pero la verdad se considera irrefutable. Ahí permanecerá y son las evidencias quienes la contrastan. Es sanísimo para una sociedad bien informada trabajar en pos de desempolvar secretos y sacarlos al dominio público.

Es verdad que uno puede entender la rabieta contenida en este tipo de palabras o expresiones anteriormente citadas. No en vano, a veces, las hay más gruesas y ya no son tan graciosas. Estos mismos jóvenes socialistas me acusaron de “difamar”. Eso ya es un paso intolerable. La difamación es un delito que está regulado en el Código Penal. Pero, claro, acusar de un delito que no es delito; sí es delito.

No existiendo difamación ninguna está muy fea esa salida. No fueron capaces de trasladarme ninguna cosa del reportaje que no se ajustase a la verdad. Básicamente, porque todo lo que se refleja es cierto. Ya lo decía mi abuelo, un humilde carpintero, “mide tres y corta una”. Vamos, que pienses las cosas antes de decirlas. No estuvieron a la altura de la elegancia. Seguramente, harán cosas positivas pero esta vez no estuvieron a la altura. A veces, simplemente hay que aceptar los golpes y no patalear.

Por eso agradecí que el secretario de las JSM replegara posiciones. Es decir, pedirme disculpas por esas salidas de pata banco. No tenía por qué, pero es un gesto que le honra. Alguien a la altura, que interpreta lo que hay y gasta elegancia. Otro saber estar.

Conviene, especialmente, en estos tiempos, publicar todo aquello que el poder no quiera que se sepa. Conviene, siempre, respetarlo.

 

Viñeta

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