CILUSIONADOS

Poca, pero todavía hay esperanza

Para vergüenza de tirios y troyanos, es decir de todos los partidos y líderes políticos, ha tenido que ser el rey el que diga “basta ya de gastar el dinero de todos en campañas electorales”. No son estas exactamente sus palabras, pero los términos del jefe del Estado traducidos al idioma de la calle serían todavía mucho más duros. Los 130 millones que le ha costado al Estado la anterior campaña electoral y que los hemos pagado todos, los han tirado por la borda esos mismos partidos que quieren regenerar a España. Todos, todos tenían líneas rojas y cláusulas excluyentes. Decir “te admitimos en el club, pero tienes que aceptar nuestras condiciones” eso no es dialogar, eso es imponer”, y los cuatro grandes partidos han querido imponer.

¿Qué pasará si en las nuevas elecciones se diera un reparto de fuerzas similar al actual? ¿No sería más lógico que estos cuatro jefes de fila, que realmente han suspendido, porque no han sabido o no han querido hacer caso a los ciudadanos, se retiraran y dejaran paso a otras personas más flexibles? No, no somos los ciudadanos los que debemos deshacer los entuertos de unos políticos a quienes o no hemos elegido o hemos tenido que elegir a la fuerza, porque no teníamos a otros candidatos. Ellos ejercen el oligopolio del poder y no quieren que nadie más les quite un trozo de pastel. Con las trabas que impone la ley electoral, es imposible que los pequeños partidos puedan presentarse a las elecciones nacionales si no cuentan con un “Gran Padrino”. Pero el “Gran Padrino” dicta sus condiciones. ¿Acaso un banco o una empresa va prestar cuatro o cinco millones a un partido político por la cara bonita de su jefe? ¿Acaso se los perdonan, como ha ocurrido muchas veces, por caridad cristiana?

Estos tres meses que sus señorías se han pasado sesteando hubieran sido más que suficientes para modificar la ley electoral en un sentido mucho más democrático. Pero en España, incluso para los nuevos partidos políticos, todo tiene que cambiar menos los partidos políticos. Embriagados con el poder, quieren combatir a los grandes partidos con las mismas armas que estos utilizan: el dinero y los medios de comunicación. Y en ese campo siempre estarán en desventaja. Es el mismo defecto en que incurren los partidos que se dicen de izquierdas. Si tuvieran un poco de lógica, verían que en ese campo llevan siempre las de perder y lucharían por que todos los partidos jugaran con las mismas cartas: que se prohibieran las subvenciones a las campañas electorales, tanto las subvenciones del Estado como las subvenciones de las empresas de cualquier forma que sean (incluso a través de los medios de comunicación). Todos en igualdad de condiciones y con las mismas armas. Que sean las ideas y los programas los que decidan, no la publicidad, ni las ayudas del “Gran Padrino”.

Ni siquiera pido que por empatía hacia esos millones de españoles que lo están pasando mal dejen de despilfarrar el dinero, quizás sería pedir demasiado de nuestros partidos políticos actuales, pero sí digo que los populismos y la xenofobia no surgen por casualidad y que la capacidad de aguante de los que están sufriendo tiene un límite y que ese límite se reduce cuando se sienten olvidados por sus dirigentes. Han excluido de la vida política a los pequeños partidos y a los ciudadanos, cerrando la ventana al aire fresco que éstos podrían aportar. Mientras los ciudadanos no tengan más posibilidades de elección, mientras no acabemos con la dictadura de los partidos políticos, no habrá regeneración en España.


 
Félix de la Fuente Pascual, Presidente de CILUS – Ciudadanos Libres Unidos

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