CILUSIONADOS

Populismos de primera y populismos de tercera regional

Ahora resulta que los malos de la película son May y Trump. No saldrá de mi pluma una palabra en favor de estas dos personas ni de otros muchos políticos embaucadores del momento, pero ni Trump es el único peligro para el mundo, ni May es la responsable del desconcierto que reina en los países de la Unión Europea. No voy a cebarme, por tanto, en críticas contra ellos, porque eso significaría que estoy andando por las ramas. Al fin y al cabo, estas dos personas han hecho lo que suelen hacer el 95 % de los políticos: aprovecharse del malestar y del descontento de la gente para subir al poder y, una vez en el sillón, “si te he visto no me acuerdo”.

Pero antes de seguir adelante me gustaría que reflexionáramos todos sobre qué se entiende por populismo. De una manera muy simple podríamos decir que populismo es la política que se sirven del pueblo – es decir de la clase media y de la clase trabajadora- para subir al poder. Hasta aquí, no hay nada de especial y esto es lo que hacen todos los partidos políticos con sus programas electorales: presentar al pueblo toda una serie de promesas para lograr el voto de la mayoría. Pero ahora viene la segunda parte: una vez en el poder o una vez pasadas las elecciones, ¿qué pasa con las promesas electorales? No cumplirlas es populismo, no exigirlas es populismo y olvidarse de los problemas de los ciudadanos es populismo también. Claro, la mayoría de los partidos responden “como nosotros no estamos en el gobierno, no podemos hacer más”. Esta es una burda excusa, pues hay muchísimas cosas que pueden hacer todos los partidos sin que tengan que esperar a estar en el poder o a que haya una Ley que los obligue a hacerlo. Si uno de los principios fundamentales de toda democracia es la igualdad de todos ante la Ley, por qué toleran alegremente los políticos vivir rodeados de tantos privilegios (dietas, vacaciones, pensiones, falta de productividad…). Esto también es populismo: servirse del pueblo para vivir por encima del pueblo. Renunciar a parte del sueldo de diputado, cuando se está cobrando mucho más por otros conceptos también es populismo, porque se intenta engañar al pueblo.

Populismo en los gobiernos y populismo en la oposición. A la oposición no le interesa que el partido gobernante resuelva los problemas de los ciudadanos, porque esto les restaría posibilidades de subir al poder. No les interesa que los ciudadanos estén contentos, porque eso significaría que los gobernantes lo están haciendo bien, y no van a colaborar lo más mínimo por que los problemas se resuelvan.

Ni Trump, ni May, ni Podemos, ni Ciudadanos han surgido por casualidad. El ciudadano de a pie se ha cansado de esperar. Hace ya muchos años que viene pidiendo paso y, harto de unos populismos de tercera regional que le vienen engañando, se decide por unos populismos de primera. Que le van a engañar, ya lo sabe. Pero también los populismos de tercera le vienen engañando desde hace ya muchos años. Y populismo es defender la libertad de comercio o la globalización, a sabiendas de que la globalización sin regularización esta beneficiando a las multinacionales, pero está perjudicando a la clase media y trabajadora.

Populismo es, por tanto, servirse del pueblo para llegar al poder o conseguir votos y desentenderse después de los problemas de este. A todos los partidos, así dicen, les preocupa el problema del paro, pero ¿hacen algo antes de que se cierre una pequeña empresa? No estoy pidiendo el intervencionismo del Estado, pero hay muchas formas de echar una mano a las pequeñas empresas que tantos puestos de trabajo han creado y que muchas veces, por concesiones de la administración a las grandes empresas o por los impuestos de las administraciones, se ven obligadas al cierre.

No, no son los populismos de Trump o de May los que más me preocupan. Lo que realmente nos preocupa a muchos ciudadanos son las políticas de unos partidos que tienen esclavizado al ciudadano sin darle nada a cambio.

Mientras tengamos populismos de tercera regional, tendremos populismos de primera. Mientras no tengamos unas auténticas políticas sociales, tendremos Trumps y Mays. Al ciudadano no le importa que le engañen unos, cuando hay otros que desde hace mucho tiempo le vienen engañando.

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