CULTURA

Sobre el olor de la poesía de Manuel Antonio Martínez Castillo

► El poeta, vecino de Getafe, publica en Isla de Delos (Luceat Ediciones, S.L.) ‘El olor de los que se quedan solos’.

El olor de los que se quedan solos es el último libro de Manuel Antonio Martínez Castillo, vecino de Getafe. Publicado en la colección de poesía Isla de Delos (Luceat Ediciones S.L.), el poemario se suma a los otros títulos que ya han visto la luz bajo los auspicios de este nuevo proyecto editorial dedicado a la creación literaria nacido en 2018.

Bajo un título sugerente, aunque no por ello inquietante, el libro está compuesto por 66 poemas, sin texto de introducción o prólogo que los presente: así, su primer verso –«En un instante como este, que ya se dio a la fuga»– invita al lector a adentrarse en el ‘mundo’ del autor, allí donde va desnudando sus inquietudes, sus pesares, la cotidianeidad de su existencia, su deambular de ser humano: sensaciones, experiencias, emociones, confesiones… se irán volcando poema a poema, esparciendo el olor de una poesía muy personal, muy íntima en ocasiones, otras severa, descarnada y con tintes de alarma social («Soy culpable porque tengo memoria»).

Lector empedernido, de tremenda curiosidad intelectual, preocupado y crítico por lo que sucede a nuestro alrededor, Manuel Antonio Martínez Castillo no ‘tiene pelos en su pluma’, pero como buen poeta (al fin y al cabo, víctima de cierta ‘ingenuidad’) se deja atrapar en sus textos, es ‘prisionero’ consentido (como tantos y tantos otros escritores) de la palabra escrita, mostrándose en ocasiones –nos atrevemos a sugerir– demasiado apasionado, aunque siempre sincero y fiel así mismo.

Escribe rápido y no le da importancia a la forma. Poemas cortos de verso libre, diremos, pero poesía que mantiene los fundamentos de este arte, sin perder la armonía en la composición, y ofreciendo el grado de emoción adecuado que permitirá al lector dejarse llevar por el placer de la lectura, manteniéndolo atento, tal vez curioso por su manera de decir y por su temática.

Se podría afirmar que El olor de los que se quedan solos es la continuación de su primer libro publicado, Acerico de colores (2015); y por ello desde estas páginas consideramos oportuno recordar su texto de introducción, donde el autor exponía su manera de ver la poesía, opinión que mantiene a día de hoy y con la que –como en todos los debates de interés– unos pueden estar de acuerdo y otros no.

Dice: «Cualquiera está convocado a preguntarse quién es, quién ha sido, quién quiere ser, cómo se relaciona con los demás. Volcar en palabras espacios, sensaciones e imágenes que, una vez convertidas en poema –como un insecto prendido por un alfiler a una página–, en otro tiempo y espacio puedan ser rescatadas y revolcarse sobre unos lectores desconocidos, generando algo distinto en cada cabeza».

«Los poemas son tiempo. Un intento de detener algo vivo y dejarlo quieto, maniatado con palabras sobre un fondo blanco. Cada poema intenta engañar a la velocidad, fotografiar un sueño. Coger con una pinza algo pasado, futuro. Tal vez inexistente, pero auténtico. Y dejarlo colgado en un presente continuo».
«En esta artesanía de componer poemas hay que tener mucho coraje. Aquí estoy yo, expuesto y desnudo frente al lector. Y espero del receptor esta misma cualidad fundamental. La poesía es peligrosa. No quiero que me lean los cobardes. Estos poemas son para leerlos con mucho cuidado. El oficio de lector de poesía es duro, difícil, conflictivo. Tú ya sabes. Cruel, placentero, hermoso».

Y continúa: «La capacidad de transmitir a otros, por medio del abecedario, imágenes que nacen en nuestro interior, es uno de los más grandes misterios. «El teatro es el arte en el que un hombre finge ser lo que no es y otro hombre finge que se lo cree». Eso nos dijo Borges y con ese pacto es como funciona realmente el hecho teatral y gran parte de nuestras vidas cotidianas. En poesía es totalmente al contrario. Hay que ser valiente y desnudarse. El lector de poemas debe creerse directamente lo que está leyendo, necesita sentir suya cada palabra. Que las certezas a las que se llegue sean distintas,no tiene la menor importancia, lo que pretendía comunicar el autor es secundario. El mensaje no es poesía».

«La poesía es tan frágil, sirve para tan poco y, como en este caso, está realizada por un poeta tan heterodoxo… La poesía lucha contra enemigos y límites inalcanzables, justamente por la búsqueda de la belleza y la infinitud. El poeta no debe resignarse a su inutilidad. Tan solo por eso, vale la pena hacer versos, aunque no rimen».

«Y ahora, si deciden no huir, continúen…», concluye.

El autor

Dice la solapa del libro El olor de los que se quedan solos que Manuel Antonio Martínez Castillo, nacido en Villamanta, habita en Getafe en segundo grado de poeta. Y morirá en unos años, ya veremos cuando, en Cabañas de Polendos. Que la lectura de este libro les sea grata.

Próximo lanzamiento de Isla de Delos

Por última vez, de la poeta Milagros Simarro Osuna, es la nueva publicación que ve la luz bajo el sello editorial Isla de Delos (Luceat Ediciones, S.L). El poemario será presentado el jueves 10 de octubre en el Café El Violín (C/. Velasco, 10, de Getafe), a las 19:30 h. Con este son ya cinco los libros publicados en este ‘sueño’ editorial que arrancó su andadura en la primavera de 2018.

 

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