ESPECIAL

Voces apagadas: la pobreza en la zona sur o las aristas de una crisis

Un reportaje sobre la pobreza en la Zona Sur de Madrid.

Una fila de carros de la compra perfectamente alineados, esperan a ser llenados a merced de un suave olor que hace retrotraerse a los tiempos de esa cocina de la abuela. Poco a poco, una retahíla de personas van ocupando sus puestos. En una secuencia ya convertida en rutina, vacían sus carros de amarguras y pesares para llenarlos de solidaridad y buena fe, hechos alimentos. De fondo, el Comedor Social de Humanes de Madrid.

♦ “La crisis ya es historia”. Con estas rotundas palabras Mariano Rajoy, puso hace unos meses punto y final al peor trance vivido en los últimos años en España, tanto a nivel económico como social. No parece faltarle razón al Presidente del Gobierno si echamos un vistazo rápido a las páginas de los diarios: ‘Fitch: el crecimiento del PIB español se sigue fortaleciendo ‘ (22/07/2015), ‘El empleo aumenta en 411.800 ocupados entre abril y junio, el mejor trimestre desde 2005’ (23/07/2015)…

Pero en esta senda de recuperación, datos alentadores y ‘alentados’, asoman otras cifras hechas titulares que parecen no suceder en el mismo espacio y tiempo de las anteriores: “Los desahucios siguen creciendo a pesar de la recuperación económica” (20/07/2015), “Uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza en España” (5/06/2015), “El Gobierno de Cifuentes aborda desde hoy mismo la apertura de los comedores” (27/06/2015)…

Además, nadie puede evitar (ni remediar) que en un escenario en el que, a la vista de los datos, la crisis económica ya forma parte de los mejores tomos de historia, se cuelen el incremento de las depresiones en un 19,4% entre los años 2006 a 2010 y el de los suicidios en un 21,7% entre 2011 y 2013; que al comenzar el 2015 en 731.000 hogares españoles no entraba ningún ingreso, o que el 7% de los ciudadanos –el 12% en el caso de los parados– afirma conocer a algún adulto en su entorno familiar, o él mismo, que ha dejado de tomar alguna de las tres comidas diarias en este último mes por falta de dinero.

De este modo, si acercamos el zoom al centro del mapa ibérico nos encontraremos con otros datos sobre los destrozos del huracán iniciado al otro lado del charco en 2008, reflejo del panorama nacional.

CARITASCáritas Diocesana de Getafe

Uno de los mejores analistas de los daños causados por el vendaval en la zona sur de la Comunidad de Madrid, es Cáritas Diocesana de Getafe. Esta presta ayuda actualmente a 15.000 personas en la zona sur de la Comunidad de Madrid. Del total de personas a las que asisten, un 49% son españoles, un 45% se trata de familias compuestas por una pareja con hijos, un 51% no tienen vivienda en propiedad, un 69% se encuentra en situación de desempleo y el 66% de las intervenciones se tratan de ayudas económicas y en especies. Dentro de su labor, destaca la coordinación de todos los equipos de Cáritas del sur de la Comunidad de Madrid y debido a su vínculo con la Iglesia, su contacto con la realidad lo establecen a través de las parroquias de los distintos municipios.

Jesús Sánchez Juárez, responsable del Departamento de Comunicación, comenta cómo al comienzo de la crisis el número de personas atendidas se duplicó y en este momento ha quedado estabilizado. “Esto quiere decir, por una parte, que las Cáritas mantienen un nivel de ayuda importante, pero ya no pueden dar más de sí, aunque también es verdad que a pesar de que la ayuda global ha ido subiendo, el número de personas que ha demandado esa ayuda no se ha incrementado. La lectura que hacemos es que la gente que acudía antes de una manera puntual, ahora acude más y esto ha obligado a que haya una intervención regular, reduplicando la atención a las mismas personas”.

Rompiendo todo pronóstico, Jesús señala cómo la cifra de españoles que acudían en busca de ayuda “pasaron de ser la cuarta parte, antes del estallido de la crisis (2008), hasta situarse actualmente en un cincuenta por ciento”, dejando de ser extranjeros la mayor parte de familias atendidas.

Desde Cáritas Diocesana de Getafe mantienen una estrecha relación con los Consistorios de la zona sur de la comunidad madrileña. Esta se basa en la colaboración, coordinación y la recepción de personas en situación de pobreza o riesgo de caer en esta, derivadas desde instancias municipales a las Cáritas de los municipios, muchas veces, debido al desbordamiento de los Servicios Sociales.

Pero, en este sentido, Cáritas Diocesana también cuenta con recursos limitados, procedentes de la Iglesia, de socios donantes o de entidades privadas, entre otros, para cubrir un amplio espectro de necesidades: “La labor de subsidiariedad que Cáritas tiene como principio es algo que nos tenemos que replantear constantemente. Yo puedo echar una mano en un momento determinado, como en estos años peores de la crisis, pero el tema no se termina aquí y va a continuar, uno no se puede despreocupar de esta realidad porque estamos nosotros. Si estamos nosotros es porque vosotros (instituciones) no lo estáis. Mi objetivo y vocación es otra.”

cruz-roja-02Cruz Roja Getafe

No cambia la historia si hablamos con representantes de Cruz Roja Getafe: “Desde que comenzó la crisis, podemos decir que se ha duplicado el número de demandas a atender y de familias que ‘llaman a nuestra puerta’. Es por eso que desde Cruz Roja hemos tenido que poner todos los medios a nuestro alcance (voluntarios, convenios y colaboraciones con entidades, asociaciones, empresas…) para dar respuesta a la población.

Del mismo modo, comentan cómo el perfil de familias atendidas ha cambiado: “Podemos hablar de situaciones más ‘normalizadas’, no tanto casos crónicos, sino personas que por la situación y de manera coyuntural, tras perder su empleo y en muchos casos agotar las prestaciones sociales, comienzan a acumular deudas de vivienda (alquileres, pago de suministros…) y a no poder asumir gastos que hasta entonces sí podían costearse.”

Ayuntamientos: una de cal y otra de arena

Ante una problemática como la señalada, son los Consistorios los que mantienen un contacto más directo con las personas que sufren uno de los peores reveses de la crisis. En este sentido, sorprende el interés nulo que muestran desde algunos Ayuntamientos, como el de Humanes de Madrid (PP) o Getafe (PSOE), a la hora de ofrecer visibilidad a lo que a este tema y a los afectados por el mismo respecta. Tras varios intentos desde este periódico, pidiendo su colaboración en forma de datos o testimonios, y así poder informar sobre las actuaciones que desde los Ayuntamientos se llevan a cabo sobre este tema, lo único recibido ha sido una bofetada en forma de silencio. Transparencia y colaboración parecen ser dos tareas pendientes en la agenda de dichos consistorios.

Pero al igual que destaca la falta de colaboración por parte de unos, hay que resaltar las ganas de colaborar de otros, como es el caso de los Consistorios de Parla o Fuenlabrada. En cuanto al primero, toda ayuda contra la pobreza queda incluida en el presupuesto destinado a Servicios Sociales. Así, el gasto máximo previsto para 2015 es de un millón de euros para atender situaciones de emergencia social, aportando dentro de esta partida la Comunidad de Madrid 160.000 euros, según convenio con el Ejecutivo regional. A pesar de ello, el nuevo Equipo de Gobierno de Parla (PP) afirma que se encuentra en riesgo de perder unos dos millones y medio de euros en convenios con la Comunidad de Madrid en concepto de subvenciones a programas sociales, a causa de los impagos a la Seguridad Social del anterior equipo de Gobierno.

De este modo, se puede estimar que en torno a un 20 o un 25 por ciento de la población de Parla se encuentra actualmente en riesgo de exclusión social y atendiendo a la Renta Mínima de Inserción (RMI) de competencia regional, que se considera el último colchón de protección social y tiene una incidencia en la denominada pobreza extrema o severa, la tasa de crecimiento de titulares de esta renta ha pasado de 2008 a 2014, de 123 unidades familiares beneficiarias en 2008, a 1.191 en 2014.

En medio de un panorama marcado por continuos ‘tijeretazos’, desde 2008 a 2014 la demanda en Servicios Sociales se ha incrementado un 156% en Parla y a lo largo de 2014 se han atendido a 7.872 familias, que representan el 18,7% del total.

Para hacer frente a esta situación, desde instancias locales ofrecen ayudas familiares periódicas, ayudas frente a deudas para suministros básicos del hogar, para alimentación básica, para emergencias sociales, o para medicamentos básicos, entre otras. En vivienda, también se ofrecen ayudas para la adecuación de las condiciones de habitabilidad, para el acondicionamiento básico de la misma, pagos que prevengan la pérdida de la vivienda habitual, o ayudas para el alquiler de habitaciones.

Por su parte, en el Ayuntamiento de Fuenlabrada contactamos con Clara Aldámiz, Directora de Bienestar Social. En su voz resuenan el entusiasmo por su labor y sus muchas ganas de hablar: “La cuantía con la que contamos para el gasto de Bienestar Social para 2015 es de 13.000.000€ aproximadamente, pero si seguimos al mismo ritmo de ayudas otorgadas a los ciudadanos, no va a ser suficiente, no para dar más cobertura, sino para poder atender al mismo ritmo que estamos atendiendo ahora”.

El aumento de personas que acuden a la concejalía de Bienestar Social en Fuenlabrada no es distinto al de otros municipios. “Es brutal. Desde 2007 hasta ahora, la demanda en Servicios Sociales ha subido más de un 200%. El problema es que ante la gran demanda no hay capacidad de tener más personal para atender a todos. Por esa razón, creamos una unidad para atención inmediata con tres trabajadores sociales que atienden a las personas, ofreciéndoles una solución en un periodo que no supere las 48 horas y, si es urgente, atenderlas incluso en el día”.

En cuanto a la amplia variedad de ayudas ofrecidas destacan: dentro de las económicas, las periódicas (se renuevan cada mes) y otras puntuales; ayudas para alimentación infantil, para guardería y escuela infantil, comedor escolar y desayuno, ayudas familiares mensuales, para alojamiento temporal, terapéuticas, residencia privadas para mayores, gastos farmacéuticos, comedor de mayores, ayuda para pagar la vivienda, etcétera.

Pero para sorpresa y tristeza, las ayudas más normalizadas son las de alimentación básica, a través de las cuales se les otorga a las familias ‘un vale de alimentación’ con el que pagan la compra normal de una casa.

“El perfil del solicitante de ayuda ha cambiado totalmente –afirma Clara Aldámiz–, ahora mismo trabajamos con un perfil muy ‘normalizado’, lo que se ha venido denominando estos últimos años la clase media, la cual está siendo sometida a una precariedad económica total. Antes de la crisis atendíamos a muchos inmigrantes y ahora solo el 16% es población extranjera. Hablamos de población autóctona, esa que tenía su trabajo y su casa, y llegaba a final de mes, difícilmente, pero lo conseguía. Ahora falta empleo o este es tan precario que no permite a la familia subsistir. En este momento, no podemos decir siempre que el que tenga un trabajo pueda salir adelante, porque los salarios son ‘pírricos’ con unas condiciones laborales terribles, debido a la‘legalización de la precariedad’ a la que hemos asistido”.

“Ahora mismo, nuestro trabajo más importante es dar fuerza a esa gente, lo cual es muy complicado», afirma Clara. «¿Cómo apoyas a una persona sin un equilibrio, sin trabajo ni seguridad económica alguna?”, se pregunta.

La crisis que cambió el cuento…

‘Érase una vez un país llamado España, ganador del segundo puesto en las ‘Olimpiadas’ de pobreza infantil en la UE’. Lejos de ser el comienzo de una esperpéntica historia, esta fue la realidad que ONGs como Amnistía Internacional denunciaron a comienzos de año.

Por su parte, desde la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales de España, denuncian las deficiencias en el cumplimiento de los derechos sociales de los niños y niñas en todo el país. Afirman que la inversión en políticas relacionadas con la infancia, en plena situación de crisis y elevados niveles de necesidad, es menos intensa sobre la población a la cual se dirige (los niños y las niñas) que en el año previo al estallido de la misma. “La tendencia que ha seguido la inversión en políticas relacionadas con la infancia creció entre 2007 y 2010 0,4 puntos, reduciéndose en 0,6 hasta 2013 y situándose en el nivel más bajo de los últimos años”.

De esta forma, para hacer más llevadera la situación de las familias, organizaciones como Hosjena (ONG que aborda de forma especial la situación de la pobreza en la infancia), ponen un toque de color a la realidad a ojos de los más pequeños desde el Colegio Jesús de Nazareno en Getafe.

“Al ser este un tema muy delicado, a la hora de analizar qué niños necesitan ayuda, el proceso se inicia a través de tutores, vecinos, amigos, etc. de la familia que vienen a nosotros y nos comentan las dificultades que están atravesando”, comenta Marta, Vicepresidenta de la organización. “A veces, el pudor que provoca encontrarse en un situación extrema impide a las familias narrar abiertamente su problema, obstaculizándose de forma involuntaria la solución a la situación que están sufriendo”.

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En el colegio Jesús de Nazareno de Getafe, Hosjena organiza, por ejemplo, clases particulares a niños cuya situación no les permite costearse este servicio, además de otorgar becas para libros. Asimismo, el colegio financia becas comedor, además de reciclar aquellos uniformes que ya no valgan a otros escolares. La pobreza ha pasado a ser un ‘juego’ de niños.

Altruismo como forma de vida: comedores sociales y voluntarios

A Loli la palabra crisis le dibuja una media sonrisa de pesar y resignación. Lleva lidiando con ella desde hace más de veinte años. Forma parte del grupo de mujeres que trabajan cada día para ofrecer un plato de comida caliente a cientos de personas, en el comedor social de Paquita Gallego en Leganés. Desde este lugar siempre han ayudado a mujeres maltratadas, drogadictos o alcohólicos; pero actualmente, la mesa de este comedor también tiene un sitio especial reservado para las familias. “A las personas mayores les ayudamos, pero los niños no pueden bajar aquí”.

“Ellos tienen que comer con sus padres, por lo que nos ponemos en contacto con Servicios Sociales y desde aquí proporcionamos la ayuda”. Su relación con los Servicios Sociales de Leganés consiste en la derivación de gente de estos al comedor social y viceversa, pero según Lolison ellos (Servicios Sociales) los que recurren a nosotros: echadnos una mano con este, a ver si podéis pagarle el recibo a este otro y luego lo ingresamos…”

Un poco más lejos, en Humanes de Madrid, Julia junto con un grupo de voluntarias ofrece un plato de comida a 163 familias del municipio desde hace 4 años. Al comienzo, la mayoría de personas que acudían a este comedor social eran extranjeros, pero eso ha cambiado por completo, siendo ahora la mayor parte de los que llaman a la puerta de este comedor, españoles. Cualquiera que solicite la ayuda, deberá presentar la vida laboral de toda la familia, empadronamiento, si tienen recibos impagados, si tienen ayudas, etc. “Aquí no permitimos que los niños vengan a comer porque es un ambiente en el que quedarían marcados de por vida -afirma Julia-. Nosotros queremos que las familias cocinen en sus casas y con sus niños, pero cuando hay situaciones en las que se les corta el agua o el gas, desde aquí se les preparan‘tupper’ de comida que luego les llevamos».

Todos aquellos que acuden al comedor de Humanes de Madrid “suelen venir mandados de servicios sociales. Aunque ellos ya estén valorados, nosotros lo volvemos a hacer. Nuestro servicio es inmediato. Se estudia la necesidad, pero primero se le da la ayuda y luego se le lleva a la oficina (situada en el mismo comedor)que tenemos abierta todos los martes para seguir un control más correcto. Tienen un mes para reunir todo el papeleo, pero durante este periodo ya se les atiende. En el caso de niños o gente mayor, se les da comida siempre que necesiten”.

Para llevar a cabo su labor, estos comedores reciben sus recursos de la solidaridad (Banco de alimentos, particulares, empresas, etc.) y, en el caso del comedor social de Humanes de Madrid, logran obtener recursos de iniciativas tan innovadoras como un ropero solidario.

En estas embarcaciones en forma de comedores sociales, ONGs y demás organizaciones altruistas, los voluntarios son una de las piezas claves del motor. Este es el caso de María.

Esta forma parte de un grupo de voluntarias de la parroquia San Pablo en Getafe, encabezada por el bueno del párroco Juan. Desde esta se ayuda a 150 familias, las cuales se enfrentan, sin armas, a una situación de necesidad. Tras entregar una serie de documentos, pasan a ser ayudadas una vez al mes con alimentos que recogen en la parroquia.

En otras ocasiones son voluntarias como María las que van de casa en casa llevando esos alimentos, con el fin de realizar un seguimiento más cercano a las familias.

María comenta como la ayuda, tanto de la misma parroquia como de Cáritas es muy considerable y “cómo esta crisis de la que costará salir, ha hecho a los pobres más pobres aún.”

Sin salida del precipio

Muchos son los números, porcentajes y datos que brotan de la herida de la pobreza, al igual que muchas son las excusas y evasivas que algunos encuentran para dejar que la hemorragia no cese.

“Es duro pasar por una situación en la que mi proyecto de vida, que era mi casa, de repente se hunde porque no tengo un trabajo para poder pagarla, para mantener a mi familia, mi autoestima está destruida, no sirvo para nada y no sé qué vana pensar mis hijos de mí. No solo no puedo darle caprichos, como irnos de vacaciones, sino que ni siquiera puedo cubrir sus necesidades básicas. Por ejemplo, no puedo pagarle una excursión del colegio, mientras ven como el resto de sus amigos si pueden permitirse ir. Esto aniquila a las personas”, afirma Clara Aldámiz.

Mientras aparecen situaciones en las que trabajar no parece suficiente, en las que el proyecto de vida de una familia cae como un castillo de naipes y la desesperación se convierte en la gota que colma el vaso, tres palabras pretenden zanjar tan delicada situación: no hay dinero.

A chiste barato suena esto cuando vemos que, solamente con la trama Púnica fueron defraudados más de 500 millones de euros. Como esta, son cientos los casos de corrupción en los que muchos de los implicados son gestores (y saqueadores) de las instituciones del Estado que, esta vez sí, aparcan el color o siglas de un partido político y se unen para succionar el néctar de las arcas públicas y, más tarde aplican la tijera sin ningún tipo de miramiento, dejando sin ayuda al padre o madre que lleva toda la tarde pensando si comer él o dejar su comida para que su hijo tenga algo que llevarse a la boca esa misma noche.

No hay que olvidar cómo muchas de las personas que se encuentran entre la espada y la pared ahora mismo, antes eran una familia normal como la tuya y que esa persona a la que ahora mismo están echando de su casa podía ser tu hermano, tus padres, tu amigo o tú mismo.

Querido lector, dentro de unos minutos no recordará estas líneas y esta habrá sido una lectura más, pero no olvide que, mientras abra el periódico, escuche la radio o encienda la televisión y vea cómo España es un referente para muchos por haber hechos sus deberes, una realidad bien distinta puede estar latiendo a unos cuantos pasos de su calle.

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