Volando en globo por la ciudad arancetana
Aranjuez acogerá la XVIII Copa del Rey de Aerostación
♦ Empieza temprano el día. No es completo el amanecer cuando las telas de los globos comienzan a inflarse. A las ocho de la mañana estarán listos. Mientras tanto, el propano y los pilotos se entregan a la puesta a punto de los globos. Todo esto en un entorno maravilloso, Aranjuez; cuyo Paisaje Cultural fue nombrado por la UNESCO en 2001 Patrimonio de la Humanidad.
Sobran las razones por las que Aranjuez ha sido elegida para disputar la Copa del Rey de Aerostación 2015, agua, tierra y especialmente este noviembre será aire.
No era una mañana de frío. La brisa arancetana penetraba en los pulmones y la vista (desde la tierra y posteriormente desde el aire) hacía las delicias de cualquier pupila. Mientras, la combustión que produce el propano terminaba de formar la cúpula del globo. Precisamente, ahí dentro se está a 80ºC. Eso permitirá que nos elevemos y cumplamos uno de los sueños que siempre persiguió el hombre: volar. Y, en este caso, de la forma más antigua: la aerostación.
Ocho y media de la mañana. Los quemadores no eran los únicos que ponían luz, ahora sí tenían la compañía del Sol. Jacobo, el piloto, está dentro de la cesta. De la forma más amable y simpática saluda a su tripulación. Explica cómo será el vuelo y las maniobras de aterrizaje. La cesta está divida en pequeñas celdas, donde caben dos personas. Somos un total de nueve.
El momento llega. En Jacobo está asentada la seguridad que le otorga llevar más de 20 años volando y sus 800 horas de vuelo. En los pasajeros hay de todo, pero predominan las ganas por experimentar esta aventura. Y Aranjuez… Aranjuez está lista para prestarnos sus aires. No hay discusión. Se sueltan amarras y comenzamos a subir.
La subida es ligera y a los pocos segundos el suelo está más que lejano. Manda el viento y el azul que brinda el cielo en una mañana despejada. Pero, no sólo el azul es el único color que graban nuestras retinas. Es el otoño una estación especial que ofrece una gama de colores inmejorables. Si el suelo estaba lejano ahora lo es más. Basta recrearse un poco con la belleza natural para que Jacobo tenga el tiempo suficiente de elevarnos un poco más. No hay límites, esto es el cielo.
El vuelo es libre. El globo no se dirige como tal, se puede rotar, eso sí. Nuestro dueño es el aire y obedecemos a sus corrientes. Una de las mejores cosas de la aerostación es no saber dónde aterrizarás. El caso es volar, el caso es trazar nuestro camino. Sabemos de dónde venimos pero no dónde vamos, como la vida misma…
La vida en la tierra ha quedado reducida, está allí… abajo. Ahora sólo sentimos, ni siquiera tenemos percepción de velocidad. Estamos suspendidos. ¿Se mueve la tierra o nosotros? Todo fluye y flota a su vez.
Tenemos autonomía para volar algo más de una hora, pero no conviene apurar. Llega el momento de aterrizaje. Hay que ir bajando de nuevo a la tierra. Todo lo que empieza tiene un final, como la vida misma…
Es preciso encontrar un campo en barbecho y aseado. Frenamos, la primera vez, contra un montículo. Esto permite reducir nuestra velocidad, así hasta que terminemos por pisar tierra firme. Ahora estamos en La Gravera de Ciempozuelos. Esperaremos hasta que vengan los coches a buscarnos.
Mientras ayudamos a Jacobo. Nuestro gran piloto merece que, en equipo, desinflemos el globo y guardemos la tela.
Una experiencia única. Sensaciones originales que sólo da el vuelo. El vuelo en globo. Momentos de emoción y paz. Otro nivel. Una aeronave sin gobierno que hace caso al viento; por eso la libertad se pondera tanto en las alturas. Como diría aquél; “I believe I can fly”.
El 27, 28 y 29 de noviembre, Aranjuez quedará inundada por globos. Competición. Copa del Rey. La disputa, el arte visual y las sensaciones quedan aseguradas.
Subirse en globo y volar con él es tener la tierra a tus pies mientras rozas el cielo.