Así se le oí decir a los antiguos que la víspera del señor san Sebastián, que fue por peste votado, que no se come grosura, antes ayunan muchos, y se le hace en Xetaffe ermita y cabildo
Julián Puerto Rodríguez
El Corregidor de la villa de Madrid, licenciado Martín Espinosa –relató el escribano real Juan de Madrid– os envía cedula por la que hace saber, a vos los alcaldes y Concejo de este lugar, como Su Majestad, que Dios guarde, envía una instrucción, escrita en molde, para cierta descripción de las cosas contenidas en los capítulos de la dicha instrucción y que manda se haga en el lugar de Getafe. Será entregada a vos este mismo día 22 de diciembre de 1575 –sentenció el escribano.
Posteriormente, a media mañana de un lluvioso invierno, apareció el alguacil real Francisco Vélez, acompañado del escribano real de la Villa y Corte Francisco Martínez. Saludo con la majestuosidad que corresponde a los alguaciles reales y, cuando fue invitado a ello, tomó asiento delante de los alcaldes, haciendo uso de la palabra.
A vos los alcaldes y concejo de este lugar de Getafe os entrego este mandamiento del licenciado Espinosa, con instrucciones a seguir –explicó el mandatario, sacando de un talego de piel de oveja unos rollos de papel apergaminado- A vos os pido que, con toda diligencia y a la mayor brevedad posible, os juntéis en vuestro Ayuntamiento en la forma acostumbrada y así juntos haréis leer este mandamiento y la dicha instrucción.
Hecho esto, pasó a explicar a los alcaldes el contenido del mandato real y las instrucciones en él formuladas y detalló la forma en que debían poner en marcha las respuestas a la real petición. Los alcaldes de Getafe entendieron las relaciones, mandadas hacer por el rey Felipe II, de gran importancia para conocimiento de la totalidad de la extensión del reino, de las posesiones de la corona y de sus asuntos.
Una vez leído y entendido el mandamiento por los miembros del Concejo debe el escribano público de Ayuntamiento, u otro escribano real, hacer asiento de ello –explicó con paciencia real el alguacil.
Chocamos, sin con esto querer contradecir a su vuecencia –se excusó el noble Juan de Morales-, con la rapidez del paso del tiempo, incapaz de detener los asuntos ordinarios de las Casas Consistoriales, que son muchos y arduos.
No se preocupe usía, señor alcalde –tranquilizó el mandatario real- Al pie nombraréis dos personas de las más hábiles y suficientes, de las más instruidas.
¿Dos personas ajenas al Ayuntamiento? –preguntó sorprendido el pechero Gabriel Martínez.
Si, si, dos personas que tengan más noticia de la vecindad, de la antigüedad, de la fundación y de las demás particularidades, dezmerías y cosas notables e inmemorables del lugar –explicó el mandatario real.
Pero si no son personas públicas, ni alcaldes, ni regidores, ni síndicos, ni escribanos, ni están mandatados por Concejo alguno …, su palabra no tiene carta–afirmó el noble Juan de Morales.
Será menester llamar y convocar un Concejo que designe a estas dos personas, ya que deben hacer particular y entera relación y descripción del lugar, lo más verdadera y copiosa que sea posible, como Su Majestad lo manda –inquirió el mandatario.
Así lo haremos –dijo cumplidamente el alcalde hijodalgo Juan de Morales-. Nombraremos dos personas para que ejecuten lo instruido y, una vez realizado el mandato, se lo trasladaremos al Corregidor Espinosa.
Es tanto así como hemos procedido, en otras ocasiones dadas. Así ha sido con todo aquello que desde Madrid se nos ha solicitado –intervino el alcalde pechero Gabriel Martínez.
Ni más ni menos que como corresponde a nos en concepto de vasallaje y sumisión a Su Majestad, el prudente Philippe II, que Dios proteja, y a la autoridad que emana de su Corregidor en Madrid –remató el alcalde noble Juan de Morales-. En ello pondremos nuestra mano sin apartarla, hasta que esté todo acabado.
No pasó desapercibida para el alguacil real la relajación que supuso para los alcaldes el hecho de delegar todo el cometido en dos personas instruidas en los asuntos de Getafe.
Os apercibo, por el poder cumplido y la vara de justicia que tengo –amenazó el Alguacil real-, que no haciéndolo así, sin más que sea menester apercibiros, enviaré persona con salario a vuestra costa para que os haga cumplir lo por Su Majestad mandado. No teniendo más asuntos que el tratado, parto a la villa y corte. Buen día.
Váyase usía llevando nuestro saludo y mejores deseos al Corregidor Espinosa –acertó a decir el alcalde pechero Gabriel Martínez un tanto aturdido.
Los alcaldes no quisieron esperar y, en presencia del alguacil Francisco Vélez, se juntaron de nuevo dentro de las casas de Ayuntamiento del lugar de Getafe con la intención de preparar y convocar a Concejo abierto.
La mañana de aquel domingo, después de misa, sonó de nuevo a campana tañida y el pregonero voceo por las calles el asunto, como es el uso y la costumbre de juntarse y ayuntar para las cosas tocantes al pro, bien y utilidad de este dicho lugar.
Estando mucha gente ayuntada se les fue leyendo el citado mandamiento e instrucción real, ante el escribano público de Ayuntamiento Juan de Madrid, que levantó asiento.
Entre todos votaron y nombraron a los vecinos Juan de Seseña y Juan Benavente, dándoles mandato cierto para que ejecuten la instrucción dicha y así lo recibieron estos delante de los testigos Juan García, Diego de Castro y Alonso Manzano.
Pues bien, fueron estos getafeños que he mentado los que, tras un largo año de trabajo, dijeron y firmaron las cosas que sabemos de esta parte del Getafe antiguo, dando fe de ello el dicho escribano público Juan de Madrid siendo el 27 de diciembre de 1576.
Procedamos –dijo el escribano Juan de Madrid tomando en su mano izquierda unos papeles, mientras que en la derecha mantenía una pluma de ave-. Teníamos dicho que este pueblo fue fundado, en el asiento donde esta ahora, de otra fundación cerca de este mismo pueblo –leyó Juan de Madrid-. Donde primero fue fundado se decía Alarnes, y que al presente se llama Xetaffe.
Así es. Es un pueblo nuevo y tenemos entendido, según hemos oído decir a hombres antiguos, que habrá como doscientos cincuenta años que se mudó de donde estaba la población, que fue del dicho Alarnes a donde está ahora.
Queda dicho –sentenció el escribano público- que este pueblo nació sobre el año de 1326, poco más o menos, cuando reinaba el rey de Castilla y León don Alfonso XI, al que llamamos “El Justiciero”, que Dios tenga en su gloria.
Así hemos dicho –contestó Juan Seseña.
Dicho queda que esto era tierra ganada a moros por el rey de León Alfonso VI que llamaron el Bravo – continúo el fedatario-. Aquel que prestó juramento en Santa Gadea, ante el mío Cid Campeador, para ser también coronado segundo rey de Castilla, como lo era de León y Galicia. Quedó Getafe siendo este su paso para la conquista de Toledo.
Yo también tengo oído a gente antigua que el rey don Alonso ganó Toledo y con esto ganaran también esta tierra nuestra, que llamaron de Alarnes. Corría el año de 1085, en poco más o menos.
El Rey poblador le decían por su ímpetu en la defensa y repoblación de los territorios conquistados, pero también el que dicen de la mano horadada, que así le llamaron desde que, cuando puso sitio a la ciudad del Tajo, el rey moro le mandó echar plomo derretido en ella por ver si dormía.
Sin embargo, pasado el tiempo, el lugar quedó diezmado por una pestilencia que lo asoló –inquirió Juan de Madrid.
Si, así fue. Además de las fiestas y vigilias que la Iglesia manda guardar –contó Juan de Seseña-, se guardan en este pueblo muchas fiestas, de tradición muy lejana. Así se le oí decir a los antiguos que la víspera del señor san Sebastián, que fue por peste votado, que no se come grosura, antes ayunan muchos, y se le hace ermita y cabildo.
Esa peste, ¿cuándo fue? –preguntó alarmado el alcalde Gabriel Martínez que andaba en una mesa cercana departiendo con el alcalde Juan de Morales.
Habrá como ochenta y cuatro años, poco más o menos –dijo Juan Benavente-. Fue una enfermedad que verdaderamente se tuvo por pestilencia, porque en la casa donde daba no quedaba ninguno, sino por maravilla. Dicen que, con ser el pueblo pequeño como lo era entonces, esto es un suponer, alrededor de 275 vecinos con 1.375 almas, murieron gran cantidad de gente.
Ochenta y cuatro años –intervino echando cuentas el alcalde pechero Juan de Morales– Nos vamos al año emblemático de 1492.
Según fijé el año –comentó el alcalde noble Juan de Morales– me vino a la memoria aquella imagen del rey nazarí Boabdil “El Chico” abandonando el reino de Granada. Corrían lágrimas de sus ojos y su madre, la sultana Aixa, le recriminaba diciendole: “llora como un niño lo que no supiste defender como rey”.
1.- Diferentes autores y vecinos actuales de Getafe coinciden en que la ermita de San Sebastián, una vez en ruinas, estuvo ubicada provisionalmente en una carpintería que primero fue del ingeniero Bada y posteriormente de los Hermanos Galera y que hoy es una sucursal bancaria. Mientras tanto, se construía la actual iglesia (principios de los años setenta), posiblemente sobre la antigua ermita o cercana a ella, de la que sería primer párroco don José Luis. Hay que recordar que, en el solar de la calle de los Huertos, estuvo el campo de fútbol del Club Getafe Deportivo y del Rayfra Getafe. Efectivamente el singular edificio donde vivió el ingeniero aeronáutico Manuel Bada Vasallo, derribado recientemente, estuvo ubicado en la calle Madrid, cerca de la actual confluencia con la calle Carabanchel, cercano a las calles de Pizarro y Juan de la Cierva, pero el taller de este director de la empresa SANQUI, se montó en un local del ensanchamiento sin salida próximo a la calle del Pilar, al que se accede por la calle Hospital de San José, esto es, frente a lo que fue el cine-baile de verano de Aquilino Cervera, junto al lavadero público de la calle Arboleda. También es muy nombrada, en esa zona, la fragua de Cipriano Díaz.
Foto 1.- Pieter Snayers (1592-1666). “El Sitio de Gravelinas” (1652). Detalle. Oleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid.
Foto 2.- Mapa de la Península Ibérica en el año 1000.
Foto 3.- Alfonso VI (1047-1109. Rey de León, Galicia y Castilla (1065-1072). Catedral de Santiago de Compostela. Siglo XII.
Foto 4.- Alfonso XI 1311-1350) de Castilla y León. Compendio de Crónicas de Reyes. (Biblioteca Nacional de España).
