No todo el mundo estará de acuerdo con esta afirmación general. Pero cuidado, no me estoy refiriendo a ese afán de anexión de todos los nacionalismos (el Anschluss alemán), ni tampoco a ese complejo imperialista que se refleja en las palabras “Los países catalanes”, nombre que lleva la plaza de la Estación de Sants en Barcelona. Quiero decir que los catalanes no son/somos diferentes de los demás españoles, como tampoco los españoles somos diferentes de los portugueses o franceses. Naturalmente que en pequeñas cosas todos somos diferentes unos de otros. En eso consiste nuestra personalidad. No hay dos personas iguales. Spain ist different o frases similares que encontramos en otros idiomas, son pura perogrullada. Ante una cosa rara, los alemanes dicen “me suena a español” o “pueblos españoles”. Querer culpar por tanto a los catalanes de lo que está ocurriendo en Cataluña o querer relacionarlo con su forma de ser, sería una irresponsabilidad mayúscula, además de una injusticia
No es el momento de que los individuos hagamos ahora de jueces. No obstante, hay que reconocer que aquí todos somos más o menos culpables. Empezando por arriba, es culpable la UE por no haber aplicado debidamente el principio de subsidiaridad, fomentando así los nacionalismos de Estado y permitiendo desigualdades en España, algo que va contra los tratados de la UE. Nacionalismos de Estado y nacionalismos regionales son la misma enfermedad. Son culpables los padres de la constitución española al haber tolerado privilegios y desigualdades regionales en España. Donde no hay igualdad no hay democracia. Son responsables los diversos gobiernos nacionales, al haber otorgado privilegios al nacionalismo a cambio de votos y por haber hecho la vista gorda a los problemas de la enseñanza en Cataluña. Los derechos de la familia en cuanto a la educación de los hijos están por encima de los derechos de los gobiernos. Si la disposición transitoria cuarta -qué sarcasmo, una disposición transitoria que lleva cuarenta años en vigor- de la Ley orgánica 4/1979 no se hubiera aprobado por el Congreso de los diputados, no estaríamos en minoría en el Parlamento catalán, a pesar de tener mayoría de votos. Sois responsables también los demás españoles. Los políticos son representantes vuestros y en vuestro nombre han estado consintiendo que se pisotearan los derechos de muchos padres y niños y permitiendo una discriminación en cuanto al valor del voto. Durante muchos años nos habéis metido a todos los catalanes en el mismo saco. Para vosotros, no hemos existido los constitucionalistas. Y somos culpables también los catalanes por haber elegido a unos representantes tan estrambóticos., Aunque la mayor responsabilidad de todos, la tienen evidentemente los políticos que han queridos separarnos de España.
Es hora de olvidar y de preparar las próximas elecciones autonómicas, para que sean las elecciones de la reconciliación de los catalanes con los demás españoles y de los catalanes entre sí. No podemos, por tanto, cometer los mismos errores que se han venido cometiendo hasta ahora.
No debe haber vencedores ni vencidos, cualquiera que sea el resultado. Las democracias se caracterizan por el respeto a las minorías. Cualquiera que sea el resultado, todos debemos someternos a las leyes vigentes -o cambiarlas- y respetar los principios de convivencia. El problema de Cataluña es un problema de España, un problema que juntos tenemos que resolver, porque Cataluña somos todos.