Un cuento [real] que busca final feliz por Navidad. Una madre y su hija buscan a una miembro de la familia, a su hija y hermana ‘Vanessa’, un bebé que fue [robado] arrebatado el 27 de abril de 1982 en el Hospital Quirúrgico de la Montera y de la que nunca han vuelto a saber:
«Nos conformamos con ponerle cara y conocerla, nada más»
Es vecina de Getafe desde el siglo pasado. Se llama Pilar Moreno y busca a su hermana, que se la arrebataron a sus padres al nacer. Diciembre es señal de reuniones familiares para festejar unas fechas tan señaladas y, especialmente, es tiempo de volver a casa. Sin embargo, en la familia de Pilar llevan buscando a Vanessa (nombre que le iban a dar sus padres biológicos) desde hace 34 años. Ella, cinco años mayor que su hermana, junto a su madre siguen en la lucha con más familias (que sufrieron casos semejantes en aquellos años en España) para poner verdad y luz a sus casos. Nunca hay que dejar de creer…
Apenas alcanzaba el lustro de edad, cuando Pilar se encontraba jugando en un parque con otros niños y niñas de su edad. Corría abril del 82. Su madre, una joven de 22 años y en un estado avanzado de embarazo de su segunda hija, la vigilaba desde lejos. Una señora de aspecto adinerada, con abrigo de pieles y total desconocida se acercó a hablar con Flora, madre de Pilar mientras ésta seguía jugando. Le preguntó dónde iba a dar a luz, “mi madre no tenía Seguridad Social aunque sí beneficencia. Esta señora le recomendó que fuera al Hospital Quirúrgico de Montesa puesto que su hija, supuestamente, había parido allí y estuvo de maravilla. Mi madre siguió el consejo de aquella señora a la que no volvió a ver nunca más”, recuerda Pilar.
Pasaron unos días y Flora ingresó. Estuvo hasta ocho días con sedada. Según fuentes familiares, “fue una anestesia suave, lo suficiente como para no darse cuenta de lo que pasaba. Por la noche, las monjas preguntaban a las parturientas qué pensaban hacer con los bebés. Intentaban averiguar si los iban a dejar o si se los llevarían. A mi madre le pareció muy extraño, aunque no se hizo entonces demasiadas preguntas. Tenía sólo 22 años y la tomaban por soltera”. En relación a esto último, el padre de Pilar, quien falleció hace unos años, tuvo que mostrar el libro de familia ante la insistencia.
27 de abril de 1982
Llegó el 27 de abril. Flora daba a luz a su segunda hija. No en vano, se le practicó una cesárea sin su consentimiento ni el de su marido, según narra la familia. En esos primeros momentos, el padre de la recién nacida se encontraba trabajando. En el hospital estaban los abuelos maternos y la hermana gemela de Flora, quienes vieron y cogieron a la niña. Ellos no registraron nada raro en el nuevo miembro de su familia y corroboran que la niña se encontraba en perfecto estado. Sin embargo, a los pocos minutos entró una monja y “arrancó a mi hermana de los brazos de mi tía. Dijo que se la llevaba porque se estaba poniendo moradita. Mi tía corrió tras la monja y le preguntó que adónde se la llevaban. Le contestó de muy mala manera. Le dijo que se callase y que se quedase en el mismo sitio en que estaba”, narra Pilar. No volverían a saber ni a ver a su bebé.
Más tardé, llegó el padre y, como impera en la más elemental de las lógicas, preguntó por su hija. De nuevo salió una monja y le comunicó que la recién nacida había muerto. Pero, él quería ver a su hija a toda costa; se lo negaron rotundamente. Llegó a expresar que se la mostrasen aunque fuese muerta. Su empeño no cesó ahí, el padre de Pilar localizó a un celador, que supuestamente estaba donde los niños que habían fallecido. Desesperado, lo agarró por el cuello de la camisa y le exigió ver a su hija. El celador llamó a la policía y lo denunció. Según señalan desde la familia, el policía, contra todo pronóstico, se puso del lado del padre y cuentan que el agente expresó que “porque esta niña es la hija de este hombre. Si llega a ser mía, yo lo mato”.
Así las cosas, y en un contexto de tensión notable, bajaron a la familia a un sótano. Según me cuenta Pilar este episodio, le afirmo que parece un suceso digno de película, pero se trata de una historia real. Una vez en el sótano recuerda una escena gobernada por una luz tenue y una camilla. En ella, se encontraron un bebé muy grande, oscuro y congelado, según describen. “Esos niños los tenían preparados por si los padres se ponían nerviosos”, expresa convencida Pilar.
Al día siguiente de estos hechos, comunicaron a los padres de la niña que iban a enterrar a Vanessa. “Mis padres tenían un seguro en Finisterre que se hacía cargo. Acudieron a la hora indicada y allí no estaba la niña. Se la llevaron al cementerio y el hospital se encargó de todo. Mi familia se dirigió al cementerio de la Almudena y allí no sabían absolutamente nada de aquel entierro”, confirma Pilar.
Flora no había estado en el hospital”
Regresaron al hospital. En éste, no quedaba ni rastro del ingreso de Flora, como si no hubiese pasado por allí. No sólo es su caso, sino el de otras tantas familias de las que no quedaba constancia de su estancia clínica. La familia Moreno-Asenjo quiso denunciar en comisaría, pero no les fue aceptada la denuncia. Declaran que siempre han tenido la sospecha de la existencia de algún tipo de complicidad policial con el hospital. Fue muy duro para ellos, Flora “nunca había estado allí”, pero sí había podido coger y mirar a su hija.
Me cuenta Pilar que, de vuelta a casa, su padre guardó y recogió todo lo que tenía que ver con su hermana (ropas, cuna…) para evitar mayor sufrimiento a su madre. Incluso, en esa motivación de ventilar pena y dolor, le decía a su mujer que su hija quizás si hubiese muerto. Pero, su madre sabía que no. Quedaba, pues, seguir con la vida y avanzar en un contexto, el de esta historia, de mediados de los años 80 en nuestro país.
CC Getafe Norte, una gran ayuda
Pasaron los años, aunque éstos nunca han conseguido borrar la huella y la esperanza de encontrar al miembro de la familia Moreno-Asenjo que no está.
Fue en 2009 cuando Antonio Barroso, fundador de ANADIR (Asociación Nacional de Afectados por Adopciones Irregulares) salió en televisión contando su caso y reavivó el deseo de Flora de localizar a su hija. Y dos años más tarde, en enero de 2011, esta asociación vino al Centro Cívico de Getafe Norte, curiosamente, el mismo lugar donde la madre de Pilar realizaba unos talleres. Flora se encontraba, frente a frente, con otras madres que contenían historias muy parecidas. “Fue como un alivio este encuentro del centro de Getafe Norte. Ella supo entonces que ya no estaba sola. Cuando lo contaba, le decían que estaba loca y que si le dijeron que la niña había muerto, pues que se olvidase del tema. Pero, mi madre siempre supo que se la robaron”, exterioriza Pilar. Podemos decir que en este punto intensifican sus labores de búsqueda. Pilar se crea una cuenta en Facebook para crear hilos entre familias afectadas (sobre las 1000 en España) y comienzan a ser asiduas a reivindicaciones y manifestaciones por la causa, pruebas de ADN para bolsas de afectados…
Recopilaron la documentación necesaria para poner una denuncia ante la Fiscalía. Fueron al Registro Civil a solicitar la partida de nacimiento y de defunción, pero les dijeron que no existía. Les hicieron entrega de un legajo de aborto en el que decían que la segunda hija de Flora estaba, ahora, enterrada en el cementerio de Carabanchel. La familia también denuncia que la rúbrica del padre está falsificada.
Ante esto, Pilar aclara que “la niña está registrada con nombres y apellidos y al tratarse de un legajo, no debería estarlo. También dice que habitaba en mi casa y que su entierro fue de caridad. Esto es falso puesto que mi familia tenía una aseguradora. Las fechas que constan son el 28 y 29 de abril cuando mi hermana nació el 27. También aparece un nombre suelto, “Mónica”. En el cementerio de la Almudena no me dieron copia del libro de entierros. Alegaron que no podían por la protección de datos, aunque le sugerí que tacharan el resto de los nombres dejando únicamente el de mi hermana. La llevaron el 30 de abril, ¿dónde estuvo los días anteriores?”.
Una de las situaciones más sorprendentes que averigua Pilar con esta documentación y que reza en la historia clínica es que su hermana nació a las 13 horas y murió a las 12 horas y como ella misma me dice, “hombre, hay que nacer antes de morir, ¿no? Además, en unos sitios pone que muere por tragar placenta y en otros que nació en su bolsa sin complicaciones…”
ANADIR les ayudó con la denuncia en abril del 2011. Flora declaró en Fiscalía y en septiembre de ese mismo año “nos comunican que se había archivado. Sin prueba de delito, sin firmar y con los datos erróneos”, según la familia.
Pilar también nos deja los datos de la historia clínica que es de gran valor periodístico y para la otra parte si está buscando y como dicen desde la familia, “por si lo puede leer”.
Sin perder la esperanza
Les queda seguir batallando y seguir insistiendo. “La esperanza nunca la pierdes. Seguimos luchando por encontrarla o porque ella nos quiera encontrar. Algunos esperan a que se mueran sus padres, que suelen ser padres mayores con los que se han criado. A otros les dicen que su madre era una mala mujer. Mi madre piensa que puede que esté en Valencia. Allí está Albal, un pueblo de niños robados”, detalla Pilar. Ciertamente, varias fuentes periodísticas, apuntan que sobre unos 100 niños robados, en los mismos años que Vanessa, fueron dados en adopción en Valencia.
Pilar suele escribir cartas en FaceBook a su hermana en las que le dice cosas como “esta carta es para ti aunque no te conozco. No sé cómo serás, pero me importas porque eres mi hermana. Mamá te llevó en el vientre nueve meses y te oíamos y te sentíamos”. De mí, se despide Pilar añadiendo que “si encuentro a mi hermana le diría todo tal como es. La queremos y la seguiremos queriendo. Nos conformamos con ponerle cara y conocerla, nada más”.
Llega la Navidad, su luz y la magia de los Magos de Oriente. Nunca se sabe… Porque se haga justicia y puedan celebrar, como es su deseo, algunas fiestas o cumpleaños juntas.