Ante la perspectiva de que no se modifique la Constitución o de que la modificación sea para peor, modifiquemos la política, que es mucho más fácil. La Constitución no va a cambiar porque esto depende única y exclusivamente de los partidos políticos, cuando es un asunto en el que deberíamos participar todos los ciudadanos, porque nos concierne a todos, y los partidos políticos no van a ponerse de acuerdo, pues sus intereses son contrapuestos. Tampoco la política la van a cambiar los políticos. ¿Cómo van a hacerlo, si están viviendo de ella y, al parecer, no les va nada mal?
Es hora, por tanto, de que los españoles demostremos nuestra originalidad y que no somos menos capaces que otros pueblos, cuando se trata de resolver nuestros problemas.
No sé si las cosas pueden ir a peor, pero lo que sí sé es que ni las elecciones catalanas ni los partidos políticos van a ser capaces de ceder lo más mínimo para mejorar la situación, No es sólo Cataluña la que va mal. Cataluña va mal, porque España va mal. Y España va mal porque nuestros políticos se han dedicado unos a robar y otros muchos, casi todos, a despilfarrar.
Tenemos que dar el asalto a la política, no de forma violenta, sino de forma pacífica. El poder y el dinero lo tienen ellos, y por ese camino no lograríamos nada, pero nosotros tenemos la razón y el sentido común. Los miles de millones que nos cuestan los políticos y los partidos políticos hay que destinarlos a las necesidades más urgentes de los españoles: trabajo, vivienda, educación, sanidad e investigación. Son muchos los españoles que estarían dispuestos a dedicar unas horas o incluso la jornada completa a la política de forma gratuita. Sí, el voluntariado político. Tenemos que introducir el voluntariado político. Habría incluso millones de españoles dispuestos a hacerlo.
Reorganizando el horario y los métodos de trabajo, no sería preciso perder tanto tiempo y dinero. Es hora de empezar de forma altruista a hacer política. No vamos a luchar contra los partidos políticos. Ellos solos deberán derrumbarse de vergüenza. Si cunde el voluntariado político, la partitocracia desaparecerá por sí misma.
Es preciso organizarse: No se requiere ser de izquierdas o de derechas o de centro. Solamente se requieren dos cosas: No aceptar sueldo alguno por la dedicación a la política -no hablo de gastos- y respecto a la Constitución. No se trata de crear un nuevo partido político, el de los jubilados o los parados, sino de una plataforma compatible con otras muchas y con otros nuevos partidos que no encuentran posibilidad de abrirse paso por las condiciones que imponen los partidos que ya están dentro. Se trata de obligar a todos los partidos a dedicarse a la política de forma desinteresada, no a vivir de la política.
Una persona que es capaz de dedicar su tiempo a los demás está demostrando que al menos tiene un sentido de responsabilidad social que les falta la mayoría de los políticos actuales. Un altruista es difícil que se deje corromper o sobornar para seguir en el puesto, pues no vive de él. No estará comprometida con ningún, partido sino con los ciudadanos a quienes representa, y votará en ciencia, no lo que le imponga el partido
HAY QUE EMPEZAR POR LAS ELECCIONES MUNICPALES y demostrar a los vecinos amigos que la política es una cosa muy seria y no un negocio. Las elecciones municipales es el único resquicio que permite la partitocracia para los que quieren iniciarse en la política, porque no se exigen avales.
A nivel del Congreso de los Diputados y a nivel europeo, el voluntariado ya resulta más difícil por el desplazamiento de los parlamentarios, aunque siempre puede haber personas jubiladas que se presten al altruismo.
Puede que en otros países no sea necesario este voluntariado político, pero tampoco tienen una tasa de paro tan elevada ni unos suelos tan precarios como tenemos en España. Tampoco tienen tantos parlamentos y tantas personas viviendo de la política, y tampoco están dejando tan hipotecadas a sus futuras generaciones.
Una persona de 65 años tiene que demostrar que además de cuidar de sus nietos, sirve también para otras cosas.
¿Utopía? Es preferible pecar de utópico que pecar de despilfarrador o corrupto. Además, ya hemos visto durante muchos años lo que dan de sí nuestros políticos.