No les he visto nunca defender una sanidad pública universal para todos. Ellos piensan que es mejor una sanidad privada de calidad para quienes se la puedan pagar. Menudo negocio para poder invertir y obtener lustrosos dividendos.
♦ Los Provida dan miedo. Para ellos la vida consiste en obligar a las mujeres a traer al mundo todo lo que es concebido en su matriz sea de Dios o sea del diablo. El diablo, al contrario que Dios, lo sabemos desde que Agustín de Hipona lo dejara bien sentado, no tiene ninguna competencia sobre la vida y la muerte. El diablo sólo está, si es que existe, para hacernos sufrir en esta vida y en la otra para los que dicen creer en ella y en él. Ellos sí, los de Provida son como Dios, manda, pero no como un Dios bueno, sino como un Dios malo. A ellos no les importa el sufrimiento de la gente, el sufrimiento de las mujeres, a ellos tan sólo les importa que vengan niños al mundo sin más caiga quien caiga. Piensan, si es que piensan, que la dignidad de ser humano es algo sagrado. Es verdad que el ser humano es sagrado, pero solo para otro ser humano como reza el lema de la universidad Carlos III: homo hominicacra res. Lo de Dios, mejor se lo dejamos para los que dicen que creen en Él. Los demás deberíamos practicar el sentido común, la defensa de los más débiles, de los que sufren, de los explotados,de los excluidos… A nosotros nos queda el diálogo que no es lo mismo que la negociación y el pacto, entendiendo por diálogo la búsqueda constante de una verdad contingente para todos a través de la palabra.
Para los de Provida todos los seres humanos tienen derecho a la vida, pero menos. Jamás he visto a ninguno de ellos defender a los jóvenessudsaharianos que intentan, un día y otro también, saltar por encima de la valla asesina de Melilla. Me gustaría saber qué piensan si es que piensan algo de todos los que mueren ahogados en el Mediterráneo por intentar salir del infierno africano. Sobre estos asuntos, en los que está en juego la vida de las personas, no piensan, no sienten; al parecer, no les importa.
No les he visto nunca, tampoco defender una sanidad pública universal para todos. Ellos defienden una sanidad privada de calidad para quienes se la puedan pagar. Menudo negocio para poder invertir y obtener lustrosos dividendos. Los provida, de verdad, no tienen corazón. Lo tienen aunque no sé si eso es corazón, porque sus intenciones es mandar a los que no son ellos a la beneficencia cuando necesiten acudir a un médico. Si fuera por ellos, todos los enfermos terminales deberían morir entre gritos de dolor y sudores de angustia. Dios así lo quiere, argumentan. ¿Y cómo saben ellos que Dios así quiere? Todo lo entienden al revés y cogen el rábano por las hojas en lugar de por la raíz.
En todas las manifestaciones y encierros de los enfermos de hepatitis C en defensa de la vida humana de la que hacen bandera los de Provida, jamás, nunca jamás, se ha visto ni a uno sólo de estos señores y de estas señoras con pancartas o sin pancartas en alguno de los encierros en hospitales o manifestaciones en la calle. ¿Acaso no es la defensa de la vida, de la vida humana, lo que defienden Esperanza Aguirre y el cardenal Rouco Varela? ¿Dónde están cuando de verdad hay que defender esa vida? Si hay una medicina que cura de forma radical la hepatitis C ¿porqué no claman al cielo y al Gobierno que preside Mariano Rajoyque se la dé de una vez por todas a todos los afectados?A estos, dicen, no hay que defenderlos, si no tienen para adquirir la medicina, no pretenderán que se lo pague el Gobierno. Como son pobres y viejos que se mueran.
Los providas son los más grades fariseos, fariseos al cuadrado, que hayan existidos nunca. Son como sepulcros blanqueados, están podridos por dentro a pesar de las sonrisas, a pesar de que las señoras parece que acaban de salir de la peluquería y los señores de un consejo de administración. Si todas sus energías, influencia, dinero, tiempo y todo lo que haga falta lo emplearan en perseguir a todos los que se opone a la igualdad y la justicia entre todos los seres humanos, ese día, ninguna mujer tendránecesidad de abortar y ningún enfermo terminal deseará morir antes de tiempo.