Nacer en la miseria en los años treinta en un pueblecito de Carolina del Norte, siendo mujer negra de labios abultados y una nariz prominente, no fue lo más duro para Nina Simone. Durante toda su vida estuvo trabajando de escenario en escenario por todo el mundo y luchando sin descanso contra casi todo y especialmente contra su propia ansia de libertad y la profunda ira que la quemaba por dentro ante las injusticias.
Hija de una predicadora, comenzó a tocar el piano con tres años en la iglesia y lo hacía tan bien, que termino por intentar ser la primera pianista clásica de Norteamérica. A los diecinueve años no admitieron su beca; por ser negra. Tuvo que ponerse a trabajar y lo hizo en un antro haciendo lo que sabía, tecleando ya no a Bach, sino cualquier cosa que se le ocurría. A la segunda noche el dueño del tugurio le dijo que si quería seguir cobrando tendría que cantar y allí comenzó a sonar, esa mezcla siempre en tensión de gravedad y dulzura que es la voz de Nina Simone.
Se casó con un rudo policía de la brigada antivicio de Nueva York que dejo de perseguir y golpear por las calles para llevar su carrera y, eventualmente, darle alguna que otra paliza y una hija. Comenzó a ganar dinero y fama, y como deseaba llegar a ser una “gorda negra americana” trabajaba y trabajaba, siempre de gira, hasta llegar a ser la primera negra que dio un concierto en el Carnegie Hall.
Cualquier persona sensible que la escuchaba por primera vez, sabía que su talento era oro puro. Tomaba una canción y la convertía en otra emoción, en cada ocasión distinta. La paraba en seco o las dejaba caer en susurros para subirlas, con un vozarrón de contralto, más adelante. Sus manos volaban por las teclas del piano para que de improviso sus dedos se quedaran fijos en la nota repetida con distinta magnitud que invariablemente resultaba ser siempre la adecuada.
Nina buscaba un sentido a su vida y lo encontró cuando su furia la llevo a coger una pistola diciendo “los voy a matar a todos” y su marido, el antiguo antivicio de Nueva York, la retuvo diciéndola “tú tienes que seguir haciendo lo tuyo”. Habían asesinado a unas niñas negras en Birmingham en una iglesia. Nina compuso “Mississipi Goddam”: Alabama me enojo Tennesse me hizo perder la calma… Todos conocen lo de Mississipi ¡Joder!
Comenzó su lucha por los derechos civiles y contra el racismo, dejo de crear canciones comerciales. Era una mujer poderosa e incansable que siempre decía sentirse rendida. Un día se encontró con su amigo Martin Lhuter King y le soltó “yo no soy pacifista” y el la respondió sonriendo “ya lo sé hermana, pero no hace falta”. Era una negra que rebosaba pasión, creatividad y rabia. Una de las letras, que cantaba por esas fechas: “Árboles del sur / Que dan frutos extraños / Sangre en sus hojas / Y sangre en sus raíces / Cuerpos negros que se balancean / Colgados por el cuello / En la brisa sureña”.
Tras del asesinato de Martin Lhuter King abandona todo y se va a vivir a Liberia. Superviviente involuntaria de todo un contexto que no podía soportar. Nina Simone vive con un trastorno bipolar histérico depresivo y es polidrogadicta. Dispara a dos jóvenes que dice le molestaron en el jardín. Acuchilla a un espectador que no guarda silencio, se marcha en mitad de los conciertos si alguien no se sienta y se enfurece con sus músicos. Y termina dando tumbos por medio mundo, dando conciertos en bares para cincuenta personas.
Un anuncio televisivo realizado por el director Riddley Scott para el perfume Chanel numero 5 da la vuelta al mundo. La banda sonora es su tema “My Baby Just Cares For Me”. Una luchadora, negra y radical, cuando tiene una segunda oportunidad la aprovecha. Murió mientras dormía en Carry-le-Rouet, una ciudad balnearia cercana a Marsella, con setenta años. En una entrevista la preguntaron ¿Señora Simone, qué es para usted la libertad? y la poderosa mujer negra respondió: No tener miedo.