Estamos en el inicio de una nueva época. Con la llegada de la pandemia del coronavirus los cambios se han acelerado. Los grandes avances tecnológicos y científicos están dando forma a maneras diferentes de abordar los problemas sociales. Es necesario que los Gobiernos tomen nota de que todo es posible para garantizar el bienestar general de los ciudadanos.
Sería preciso que el tamaño de los sistemas administrativos y burocráticos sea mayor de lo que ya es. No extraña que un 27% de los jóvenes quieran ser funcionarios por la estabilidad económica que proporciona y todas las personas tendrían que tenerla, con distintos procedimientos laborales. Y esto para que los derechos de todos no sigan siendo algo puesto en cuestión en la realidad cotidiana, por falta de medios y personal. En la sociedad telemática o digital en la que ya estamos instalados la eficiencia puede ser mucho mayor.
Una vida digna para todos ya no es algo utópico, porque se puede conseguir, pero es precisa una organización extraordinariamente minuciosa por parte de los Estados, en relación con el desempleo y las medidas que se tienen que tomar para que el bienestar llegue a todos los que lo necesitan, sin exclusiones ni excusas.
La pobreza sea extrema o no se puede solucionar. La voluntad de hacerlo es lo primero y lo segundo es poner toda la carne en el asador, ya que no valen las medias tintas. Las ayudas económicas tienen que llegar a todos los que las necesiten. Da igual que sean millones de personas en cada país. Es obligación de los Gobiernos atender sus necesidades económicas básicas de modo inmediato.
Con la revolución digital que se está produciendo las decisiones económicas se pueden acelerar y la productividad aumentar significativamente. El egoísmo y el individualismo excesivos son contraproducentes y causan problemas sociales profundos y extensos.
La creación de riqueza es una de las claves para que Europa salga de su estancamiento y progrese mucho más. El ejemplo está en China que en unos veinte años ha conseguido ponerse a la cabeza del mundo en tecnología. Y lo ha logrado por la perseverancia y tenacidad de sus ciudadanos que se han esforzado de modo ejemplar. Inteligencia y constancia son los impulsores de una sociedad mejor en todos los sentidos.
Las libertades son otro de los frentes abiertos en Europa. No se puede vivir adecuadamente sin plena libertad. También son muy importantes los valores éticos que actualmente en algunos ambientes están siendo sustituidos por contravalores y por el relativismo más atroz. El respeto, la disciplina, la bondad y la solidaridad deben ser las palancas que nos mueven, si no queremos que siga existiendo una sociedad europea insolidaria y violenta. Y esto es aplicable al resto del mundo.
La arbitrariedad debe desaparecer de las costumbres y de los modos de actuar en la vida cotidiana. Sin embargo, cada vez se ven más actitudes irracionales y arbitrarias tanto en política como en otros campos. La lógica y el orden junto con la justicia social son las claves de bóveda de una estructura europea sólida y fuerte.
Europa es el origen de la civilización occidental, pero no debe quedarse marginada ante la irrupción del coloso chino y de otros grandes países como India. La cultura europea es el sistema de referencia universal en el ámbito de la filosofía, la literatura y de las Humanidades en general.
Una considerable parte de los inventos y descubrimientos que han transformado el mundo proceden del territorio europeo y esto debe ser destacado. Podemos estar orgullosos de ser europeos, pero ante los tremendos retos que tenemos ante nosotros es necesaria una energía que está en nuestro interior y que es preciso desplegar con coraje y determinación.
La acción masiva es lo que nos llevará a alcanzar nuevas cotas de desarrollo y avance en todos los aspectos. Y uno de los requisitos es la fuerza de voluntad y saber lo que deseamos para la construcción de una Europa renovada que se sostiene en sus esencias griegas, latinas y cristianas y que, al mismo tiempo, se moderniza a pasos agigantados para no perder las grandes ventajas de la digitalización o de los procesos telemáticos en todos los ámbitos.
Frente a la deslocalización es posible crear nuevas empresas en cada país de la Unión Europea que potencien las economías nacionales o estatales, con disposiciones específicas que garanticen su sostenibilidad. Todo esto que he expuesto supone una labor ingente, pero es posible.