Lejos de nuestro grado de disconformidad con algunos periodistas subjetivos, más acérrimos defensores de ciertas políticas que los mismos políticos que las generan, está por encima de cualquier discusión la defensa de la libertad de expresión y, en ella, de la libertad de impresión e información
Julián Puerto Rodríguez
Nicasio.- Ha leído esto, don Silverio.
Don Silverio.- ¿A qué te refieres, Nicasio?
Nicasio.- Un periódico de Sierra de Gata, en Cáceres, ha publicado un artículo titulado “Usted tiene ideas anarquistas”.
Don Silverio.- ¿Yo? ¿Quién osa decir semejante barbaridad? Tú que me conoces bien sabes que yo no soy anarquista porque convino lo individual con lo colectivo.
Nicasio.- Jajajajajaja, no se precipite don Silverio que las prisas son malas consejeras.
Don Silverio.- Es que siempre hay moscas cojoneras sobre el lomo de la libertad de expresión.
Nicasio.- Ha mejorado usted el lenguaje silveriano. Qué dirán ahora los jóvenes escritores de esa generación, que usted tanto gusta y frecuenta, sobre su incisiva capacidad crítica y su espontánea forma de escribir.
Don Silverio.- Conseguirán que las autoediciones de mis relatos cortos se extiendan por páginas y páginas de extensos libros. Eso sí, con renglones rectos y un lenguaje exquisito, relevante y pulido. Esa forma de relatar los hará más fríos pero más comprensivos e interesantes para el público en general
Nicasio.- A lo que iba. El periódico que le mencioné le pregunta a Don Silvestre: ¿Es que a usted no le preocupa la formación de gobierno?
Don Silverio.- ¿Don Silvestre…? ¿Se refiere usted a mi buen amigo Silvestre?
Nicasio.- El mismo que viste y calza.
Don Silverio.- Hace mucho tiempo que no lo veo. Seguro que estará ya mimetizado con los canchales de la Sierra y por sus venas correrán gotas de savia extraída de la verde hierba de los frondosos valles. Quedará embelesado entonces a la vera del eco de las altas montañas, relajado en la cercanía del susurro del agua de regatos y manantiales, sobrecogido por un silencio sólo roto por el canto de la oropéndola y la respuesta del ruiseñor.
Nicasio.- Lo recuerdo muy bien, siempre decía: “En mi tierra las piedras te cuentan cosas de la historia de las gentes sencillas y el regazo de los montes se llena de colores de mil flores y de un intenso olor a azahar, jara, brezos y retamas”.
Don Silverio.- Volviendo al tema. ¿Qué contestó mi buen amigo Silvestre a tan interesante pregunta?
Nicasio.- No se lo va usted a creer don Silverio, dijo: “!Mira¡ Sí que me preocupa, pero no me obsesiona como a usted”.
Don Silverio.- Jajajajajaja, eso lo firmo yo en lo que se refiere a usted, Nicasio.
Nicasio.- Sabía que iba a decir eso. Pero, espere, espere, que termino.
Don Silverio.- ¿Hay más?
Nicasio.- Sí, sí. Acabó diciendo: “Amigo mío, con los años yo he obedecido a una república, una dictadura, una democracia, dos reyes y distintos gobiernos de centro, de izquierdas y de derechas, y todos me han dado un día de esperanza al llegar, un día de dolor al gobernar y un día de placer cuando se fueron”.
Don Silverio.- ¿Eso dijo?
Nicasio.- ¿Le suena este histórico escepticismo político?
Don Silverio.- ¡Y tanto! Esto es que se acuerda de mí. Un mensaje dentro de una botella que llega al destino deseado. La tertulia, el Ateneo, los paseos junto a la tapia del colegio y aquellos deliciosos cafés americanos comprados en el puerto de Barcelona…. Recuérdeme que le invite a venir Nicasio.
Nicasio (mirando a don Silverio).- Estará mayor,… Si habla con las piedras, quedará un poco… (gira el dedo índice sobre su sien).
Don Silverio.- Sepa Nicasio, que los cachondos como usted también mueren.
Nicasio.- De un beso. Yo, don Silverio, cuando muera quiero que en mi lapida rece el lema: “Murió de un beso”.
Don Silverio.- Desde luego mejor que el epitafio latino “Sit tibi terra levis”, sí que es, sí.
Nicasio.- Me pone los pelos de punta.
Don Silverio.- Jajajajaja. Ahora es aún peor. Reconocida la libertad de expresión como un derecho democrático, todavía gusta decir a algunos: “Que la prensa te sea leve”.
Nicasio.- Se refiere usted al ultimo episodio político, ese en el que un destacado dirigente se ha echado toda la prensa encima.
Don Silverio.- Mismamente.
Nicasio.- A todo articulista de opinión, por modesto que sea, le sale un francotirador.
Don Silverio.- Los líderes políticos, modelos a seguir, deben tener la libertad de expresión por un principio básico de los derechos democráticos, ganado a tinta y sangre.
Nicasio.- Hay un afán desmesurado por controlar la prensa con ataques, subvenciones y prebendas.
Don Silverio.- Pero lejos de nuestro grado de disconformidad con algunos periodistas subjetivos, más acérrimos defensores de ciertas políticas que los mismos políticos que las generan, está por encima de cualquier discusión la defensa de la libertad de expresión y, en ella, de la libertad de impresión y de información.
Nicasio.- En el fútbol, ese deporte de masas que a usted tan poco gusta, cuando se desacredita el arbitraje, luego este último se vuelca del lado del denigrante.
Don Silverio.- Dentro de lo malo, manifiesto abiertamente mi deseo de que ojala sea ese el objetivo de tan maquiavélica estrategia.
Nicasio.- Lo sufrió usted en carnes.
Don Silverio.- Por publicar una novelita se me procesó, atribuyéndome muchos delitos y el de lesa majestad y estuve preso en la cárcel.
Nicasio.- Lo bueno de esto es que le ha permitido presumir orgullosamente de las muchas y cariñosas atenciones de sus amigos.
Don Silverio.- Esto fue ha tiempo. Fíjese Nicasio que pasé dieciséis días en la cárcel y pagué multa por embargo de mi casa y, sin embargo, ya no me acuerdo de los malos tratos que sufrí ni de las personas que me molestaron.
Nicasio.- Los ataques a la libertad de expresión son propios de oscuros regímenes, aquellos capaces de insultar, juzgar y encarcelar a todos los que no se agachen ante el yugo de su tiranía.
Don Silverio.- Es que reivindicar, en los tiempos que corren, el delito de imprenta es conceder a las autoridades políticas la última palabra sobre el indulto selectivo a este o aquel amigo.
Nicasio.- Nada de esto debe ser, aunque algunos tiendan a tergiversar las noticias.
Don Silverio.- El político que esté libre de falsear y retorcer las palabras del otro o de la tendencia a medrar en o desde su propia formación, que tire la primera piedra.
Nicasio.- Todo esto en el mes del libro, de la lectura, de la palabra y el verso.
Don Silverio.- Y del año en que cabalga de nuevo don Quijotes y Sancho.
Nicasio.- Siguen inamovibles los gigantes corruptos que asemejan molinos.
Don Silverio.- Con caciques y políticos hemos dado, amigo Nicasio.
Foto.- Detalle del monumento a don Quijote y Sancho Panza en Alcalá de Henares.
Dibujo 1.- Libertad de Expresión. Dibujo para colorear.
Dibujo 2.- Gustave Dore. “Don Quijote de la Mancha and Sancho Panza”. 1863. Origynally uploaded on Low Saxon Wikipedia (public domain).