CILUSIONADOS

Vivir para la política versus vivir de la política

No es la primera vez que me refiero a las palabras del filósofo alemán Max Weber, y lo hago no por esnobismo. He tenido la desgracia/suerte de haber sido emigrante en Alemania y de haber tenido la oportunidad, entre otras cosas, de conocer algo de la filosofía y sociología alemana, que de otra forma me hubiera resultado más lejana. Weber refleja como nadie, y —ya hace casi un siglo que murió— la actitud política de los gobernantes de entonces, que es la misma que la de los gobernantes de ahora. Unos gobernantes viven para la política y otros viven de la política. Pero entonces, como ahora, la mayoría viven de la política.

Si el apego a la vida es algo fundamental en las personas, quiere decir que la mayoría de los gobernantes no van a renunciar a la política, porque para ellos esto significaría morir, es más sería un suicidio, porque la política es para ellos su medio de subsistencia, su medio de vida, de ella viven. Esperar, por tanto, que los políticos vayan a cambiar por muy duras que sean las críticas que se les hace, por muy bajos que queden en las encuestas y por muy alto que suban en la escala de preocupaciones  de los españoles, es pura ilusión. Para muchos la política es su único medio de subsistencia

¿Habéis visto a muchos políticos que renuncien voluntariamente a la política? ¿No habéis visto cómo tratan de complacer al jefe para que no los borre de las listas electorales o los ponga en los primeros puestos? ¿No había un partido político que decía en sus estatutos iniciales que una persona no podía ejercer un cargo político durante más de dos legislaturas y a la primera de cambio suprimió esta cláusula de sus estatutos? Son políticos vitalicios, y cuanto más jóvenes entren en la política, tanto peor, más dependientes se hacen de ese modo de vida. Criticarlos o despotricar contra ellos es perder el tiempo.

Es hora de prestarse a vivir para la política, a dedicarse a la política de forma gratuita. Esto no es algo exclusivo de los ricos, como algunos piensan. Un ingeniero o un abogado que se retira a los 65 años, por no hablar de los prejubilados,  puede estar en condiciones de dedicar  parte de la jornada laboral e incluso  las 8 horas a trabajos solidarios y altruistas en favor de la sociedad. ¿No nos inspirarían más confianza que un joven de 22 años que no ha hecho nada en su vida y, encima, está cobrando cinco mil euros mensuales? Hay muchos profesionales liberales que podrían  dedicar 2 o tres horas a la semana a trabajos políticos solidarios. Si esto os parece utópico, os digo que mucho más utópico es pensar que los políticos profesionales van a acabar algún día con tanta injusticia social, ya se llamen de izquierdas, liberales o de derechas. Y criticarlos simplemente no sólo es utópico, sino que le crea mala sangre en el que critica. No desaparecerán los políticos profesionales, los vividores de la política, pero hay que arrebatarles pacíficamente el monopolio de la acción política. Es la hora de los ciudadanos solidarios. ¿No han sido los jubilados los que en muchos casos han tenido y tienen que echar una mano a sus hijos y nietos en las épocas de crisis? Quizás les espere un papel fundamental también en la política.

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