CARNE DE PESCUEZO

No tengo el chichi p’a mitras ni farolillos

► Del carnaval a la cuaresma: La alcaldesa de Getafe exhibe —como protesta, provocación o para acentuar su ideología feminista— el símbolo de Venus; la presidenta regional, un lazo con la bandera de España

La toma de posesión del nuevo mitrado del sur metropolitano ha provocado, además del esplendor de los actos religiosos en sí, algunas imágenes que, escudriñadas de cerca por ‘un ojo avizor’, son susceptibles de los comentarios más diversos.

La alcaldesa de Getafe suele tener el mal gusto de aparecer en determinados eventos sin el más mínimo recato en cuestiones de buen gusto y educación. Igual se pasa la presentación de un libro mirando al teléfono y tuiteando que se presenta en el velatorio de una compañero socialista con una chaqueta de cuero blanco como el lucero del alba, o  asiste a la toma de posesión del obispo de Getafe, un representante de la sociedad, en este caso católica —a pesar de que le cueste reconocerlo a la primera edila—, con un enorme logo del movimiento feminista en la solapa de la chaqueta, en este caso oscura, sobre la camiseta rosa. No es solo mal gusto; a veces, podríamos [y podemos] pensar que es mala fe y falta de capacidad para asumir que el cargo que ostenta representa a toda la sociedad getafense. No era el día más indicado para exhibir ese símbolo, su lucha feminista y su incapacidad política.

La intolerancia, el sectarismo y la falta de respeto que ha lucido y con la que ha intentado provocar, como un escudo para defenderse de tanto cura y tanta eucaristía, se hace extensiva del obispo a la última monja, pasando por todos, hombres y mujeres, y sobre todo a las mujeres católicas que votan al PSOE [que son muchas] y a las que no, también claro. Ya ha hecho méritos para el próximo día 8; y lo contará a sus acólitas como una valiosa experiencia feminista. Será intransigente, fanática uterina y maleducada, pero la ideología feminista lo justifica todo en los tiempos que corren. Será tonta, pero así lo es menos.

En la imagen se advierte a la alcaldesa, además, inmersa en una sensación de soledad inusitada, de sorpresa por su insignificancia social, de aislamiento en cualquier ambiente ajeno al pesebre y al peloteo que la rodea en otros ámbitos. Solo el símbolo feminista la defiende como un escudo, aunque no la encumbra, la empequeñece aún más, en un ‘ambiente hostil’ —cree ella— para su impostura radical.

Hay que recordar que el logotipo del movimiento feminista, símbolo de Afrodita (Venus), en contraposición al de Ares (Marte), está asociado desde la antigüedad al útero y a la fertilidad. Con la misma representación, incluso invertida, se puede encontrar en diferentes culturas como la egipcia (cruz egipcia de la fertilidad), pero siempre vinculada a la mujer. También, para los más retorcidos, el símbolo está asociado —según la Cábala judía— al ángel Haniel, al planeta Venus, al color verde [no al lila], al cobre como material para la alquimia y al viernes como día de la semana más propicio.

Puede, quizás, que la medalla que portaba la alcaldesa en la solapa estuviera motivada, como una reacción alérgica y desmesurada, al lazo  que exhibía ufana en el pecho la presidenta regional con los colores de España. ¿Se ‘picó’ la alcaldesa? ¿No tenía a mano un ‘llaç groc’ o, más apropiado aún, un lazo con la bandera republicana? ¡Qué  forma de hacer el ridículo o, si se prefiere, la ridícula?

 

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