Ya lo ha conseguido la presidenta Ayuso, con los ambulatorio de primaria dando hora por teléfono, para atención medica obviamente por teléfono a los quince días, ante el síntoma de una patología, no hospitalaria, acabamos acudiendo a la sanidad privada, que te atiende al día siguiente, previo pago.
Ya lo ha conseguido. ¿Cómo se puede ver una dolencia telefónicamente? Bueno, pues esa es la política de la CAM, que ni aumenta plantilla, y que ha cerrado esas urgencias en los ambulatorios de primaria, como si toda la plantilla madrileña estuviera dedicada al virus, abandonando otras patologías que pueden ir agravándose en este tiempo.
Presumían de tener la mejor sanidad, vino este viento mortal y agresivo, y todo quedó desnudo, o lo desnudaron, el gobierno de la nación le dio 1500 millones de Euros, y presuntamente no contrató a profesionales y espera que pase esta tormenta.
Desnudado de personal de resto de centros, levanta un hospital sin plantilla, y escoge de aquí y de allá en la escuálida sanidad madrileña.
Y así estamos, volvemos a mi infancia de posguerra, solo hace falta que cree la Beneficencia, aquella que en el Hospital General había salas para una atención a pobre y menesterosos sin Seguridad Social, es decir sin nada.
Dicen: “Denominado Hospital General y de la Pasión durante los siglos XVII y XVIII y Hospital Provincial de Madrid en los siglos XIX y XX) fue una institución sanitaria ubicada en Madrid (cerca de la calle de Atocha) que estuvo en servicio durante casi más de trescientos años. Su actividad comenzó a inicios del siglo XVII a raíz de la unificación de varios pequeños hospitales de Madrid y finalizó el 1 de octubre de 1965”
En aquella época vi peregrinar a muchos vecinos, y las mujeres del barrio, repetir la palabra Beneficencia, como si fuera vivir en la época de Valle Inclán y aquella Luz de Bohemia, porque los vecinos éramos poetas ciegos políticamente. ¿Quieren volvernos a aquél pasado? ¿Situarnos sanitariamente en el desapareció barrio de Las Injurias? Sí, es una hipérbole, en la exageración está el entendimiento.
Estamos sobre un barco al pairo, que lo maneja un mal timonel en una tempestad o galerna violenta, con incompetente tripulación. Quizás necesitamos gobierno de navegantes cántabros, que sepan luchar con los temporales ¡Que Dios nos asista!
Nuevamente parece que cuánto escribo es pesimismo, y es sólo realismo, los poetas aficionados no podemos permanecer callados, si los grandes profesionales lo están allá ellos, habrán alcanzado la gloria, pero habrán traicionado a la historia.
José Manuel García García (Josman)