GETAFE

Angelines, la patrona de Getafe, se rejuvenece con un ‘lifting’

 

Imagen de la Virgen de los Ángeles restaurada durante la última coronación

 

La Virgen de los Ángeles, o ‘Angelines’ como la llaman algunos getafenses, es el epicentro de las Fiestas Locales de Getafe, más allá de las creencias religiosas. Todo un fenómeno popular; y los actos relacionados con ella, los más multitudinarios de los que se celebran en el municipio. Con ella, bajando del cerro homónimo, empiezan,  y con ella, subiendo a su santuario, acaban las fiestas patronales. Este jueves, día 25 de mayo, es su día grande. Llega al centro urbano y a la Catedral desde su residencia en el Cerro de los Ángeles para convertirse en protagonista de los festejos, además de asumir el cargo de alcaldesa simbólica, .

Se trata de una escultura tallada en madera y policromada de un metro y cinco centímetros de altura que representa, en términos religiosos, una Inmaculada Concepción. La imagen se ha ido agrandando con postizos de siglos posteriores como el arco, la peana y la corona. Así, sumado todo, la imagen abandona su carácter enano para medir, desde la peana hasta el vértice superior del arco 217 centímetros. Su vestuario doméstico se ciñe a una túnica de color blanco con un manto azul. A sus pies emergen algunas cabezas de ‘angelitos’.

Rostro de la imagen antes de la restauración

La imagen está rodeada de algunos elementos como el arco y la corona. Del primero de ellos, la Congregación conserva dos de plata. Simboliza, según se desprende del libro del Apocalipsis, que la Virgen está preñada de su hijo Jesucristo que representa el sol. En la composición, el arco representa la brillantez mostrada con rayos y ráfagas. Sobre la cabeza, la Virgen lleva una doble corona  que contienen los símbolos marianos: espejo, ciprés, torre, azucena, rosa, pozo, palmera y fuente. La Virgen se muestra con las manos juntas en actitud de rezar.

La talla, cumplidos con creces los cuatrocientos años, estaba hecha ‘unos zorros’ debido en parte a la suciedad acumulada en la frente, barbilla y mejillas por la romería y las procesiones; además, la imagen presentaba pérdidas de pintura en el rostro, cuello, brazos y manos, así como grietas, fisuras y pequeños desconchones. Como último sufrimiento de la talla estaban los agujeros que se utilizaban para revestirla, inútiles en la actualidad, los clavos, tornillos y otros elementos metálicos como el anclaje para la corona. A pesar de las agresiones realizadas a la madera.

A pesar de las restauraciones y repintes sufridos durante el siglo XX —1940, 1955 y 1980—, la imagen mostraba en algunas partes la madera de la talla sin ningún tipo de barniz ni protección. Según la documentación recogida en el archivo de la Congregación de la Virgen de los Ángeles, la talla había sido restaurada tres veces, la última en 1982. En el año 2014 también se restauró la carroza.

La primera referencia documental sobre la imagen data del año 1610. No se sabe cómo llegó a Getafe, el autor de la talla, ni su procedencia. Según la leyenda, unos pastores que solían pasar con sus ganados por la cañada de San Marcos, que atraviesa el Polígono Industrial con el mismo nombre y el actual barrio de Los Molinos, se guarecieron en el Cerro de los Ángeles durante una noche de tormenta. Al caer un rayo junto a una ermita derruida que había en el lugar, observaron cómo, después del trueno, la luz de aquel fenómeno meteorológico permanecía. Al acercarse, lejos del resplandor de un incendio, encontraron una Virgen de pequeño tamaño brillando como el sol.

Sin embargo, al margen del cuento o relato religioso, lo más probable es que se tratase de algún encargo artístico de algún vecino o grupo de agricultores devotos y obsesionados por la sempiterna sequía de esta parte de la meseta castellana. Dos años después de su ‘nacimiento’ [documental], en 1612, se la procesionó del Cerro al pueblo pidiendo la intercesión mariana para la necesaria lluvia. Y dicen que aún funciona…

A lo largo de la historia, la Virgen ha sobrevivido a las vicisitudes de la convulsa historia de España, desde la Guerra de Sucesión, la Independencia, la Desamortización de Mendizábal o la última guerra civil.

Ahora, a la vista del envejecimiento de la imagen, la restauración se proponía eliminar los barnices oxidados y los repintes chapuceros hasta llegar a la policromía original. El mayor riesgo que expresaban los expertos es que la piel de la Virgen cambiara de tono o, incluso, que se modificara ligeramente la expresión del rostro.

Así, para zanjar de una vez por todas el problema, la Congregación decidió en 2014 y en 2015 trasladar la imagen a la sede de la empresa restauradora durante seis meses. La empresa encargada de los trabajos ha sido Granda, ubicada en Alcalá de Henares; y el presupuesto ha rondado los 18.000 euros.

La única condición que reinaba, entre la Congregación, y así se lo transmitieron a los restauradores el pasado otoño es que la Virgen estuviera de vuelta en su ermita para las Fiestas patronales de 2017. Y así ha sido. Este año, los getafenses podrán disfrutar de belleza hierática de una ‘angelines’ rejuvenecida.

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