CILUSIONADOS

El Brexit: ni matrimonio ni divorcio

El tema periodístico estrella de los últimos tiempos es el divorcio entre la UE y el Reino Unido. Divorcio a las bravas, divorcio a medidas, divorcio sin acuerdo, divorcio concertado, divorcio complicado, divorcio no irreversible, divorcio inconveniente… son algunos de los calificativos que se han atribuido al Brexit  Se trata de una metáfora, es verdad, pero las metáforas deben servir para aclarar una idea, y en el caso presente el hablar de divorcio no nos ayuda en absoluto a entender las relaciones de la UE con Bretaña, ni las anteriores ni las actuales ni las futuras. No podemos hablar de divorcio, simplemente porque no ha habido matrimonio.

¿Por qué no ha habido matrimonio? El ingreso de Gran Bretaña en la UE no fue un acuerdo matrimonial, ni acuerdo de ningún tipo. No hubo dos partes. Hubo simplemente una parte, Gran Bretaña, que solicitó unirse a una comunidad y aceptar libremente las reglas de juego de dicha comunidad. La Comunidad Europea acepta el ingreso, por no hay una contraprestación. Prescindamos del hecho de que la base del matrimonio es el amor  y de que los políticos británicos solicitaron el ingreso en la -entonces- Comunidad europea por unos intereses que, a mi entender, ni siquiera podemos calificar de altruistas. Solicitaron el ingreso en la UE porque fracasó la EFTA, esa organización que ellos habían creado como contrapartida a la UE. En todo matrimonio hay un acuerdo y compromiso entre las dos partes. El ingreso de un Estado en la UE es un compromiso solamente del Estado que lo solicita.  Por tanto, no hablemos de matrimonio. Y si no ha habido matrimonio, mal puede haber un divorcio.

Aunque felizmente no utilicemos ya el término de “culpabilidad”·, cuando nos referimos a la disolución de un matrimonio, sin embargo en nuestro inconsciente sí pensamos que hay una responsabilidad. No nos atrevamos a atribuir un porcentaje de responsabilidad a cada uno de los cónyuges,  pero sí pensamos que las dos partes son en alguna medida responsables. Y esto es lo que no podemos admitir en este caso. La Unión Europea no es responsable en absoluto de la salida de Gran Bretaña.

Pero no solamente no ha habido matrimonio  entre la UE y el Reino Unido, sino que el ingreso estuvo viciado ya en el primer momento. Dadas las circunstancias que precedieron y siguieron al ingreso de Gran Bretaña en la UE, así como toda la historia de su permanencia, hay serias dudas de que por parte de Gran Bretaña hubiera un la voluntad seria de integración Europea. A los dos años de su ingreso, el año 1975, ya organizó el primer referéndum sobre su permanencia en la Comunidad Europea. Gran Bretaña ha estado siempre más fuera que dentro de la UE, siempre pidiendo y exigiendo excepciones.

Quiero recordar unas palabras que escribí hace ya casi tres años: “… creo que la entrada de Gran Bretaña fue un fraude al tratado de la UE. Un fraude fue su solicitud de entrada –y la solicitud de entrada de otros Estados del Este- y un fraude fue que los gobiernos de los otros Estados miembros permitieran la entrada de algunos Estados que no tenían ni tienen la más mínima intención de llegar a una Unión Política. En el Tratado actual de la UE hay un apartado –en el artículo 1 precisamente- que dice  así:  “El presente Tratado constituye una nueva etapa en el proceso creador de un unión cada vez más estrecha entre los pueblos de Europa”. Esta frase ha estado siempre así o en similares términos en las anteriores versiones del Tratado. Al ingresar Gran Bretaña en la Comunidad Europea no podía intentar poner sus condiciones y eso es lo que ha hecho constantemente. Era admitida en una Comunidad, y una comunidad es algo muy serio, como diría Ferdenand Tönnies. La comunidad, a diferencia de la sociedad,  se basa en unas relaciones espontáneas, afectivas, personales, familiares y naturales.,   Más serio aún  es el término “Unión”. La Unión Europea  no es solamente una sociedad o comunidad de Naciones, como las Naciones Unidas- es una comunidad de ciudadanos, y son los ciudadanos los que se ven más afectados por esta ruptura.  El Brexit  no es solamente un incumplimiento de las obligaciones que libremente Gran Bretaña había asumido en su día, una falta de fidelidad frente a los demás países de la Unión, sino también un infidelidad a su misión histórica y una traición a sus ciudadanos, a quienes ha privado de la ciudadanía europea, a muchos de ellos en contra de su voluntad.

Sin embargo, por muchos Brexit que haya, nadie podrá romper os lazos que une a todos los ciudadanos de la Unión Europea con los ciudadanos británicos. Por mucho nacionalismo que se nos quiera vender por parte de todos los gobiernos nacionales y regionales, las barreas y las fronteras sociales, es decir entre los ciudadanos, hace ya tiempo que han caído en Europa, también para los ciudadanos británicos. El Brexit es un muro, un segundo muro de Berlín, que el gobierno británico pretende levantar  en esta ciudad global que es Europa.

 

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