El pueblo español, que es soberano, se encuentra liberado del miedo a votar y ejercerá el derecho al voto cuantas veces haga falta como derecho fundamental recogido en la Constitución de 1978 y condición necesaria al sistema democrático
Julián Puerto Rodríguez
Hay dos conclusiones claras, aunque no concluyentes, que saltan a la vista en un primer vistazo a los resultados electorales. Uno de ellas nos dice que el Partido Popular ha vuelto a ganar las elecciones generales en lo que se refiere al estado español, que es lo que estaba en juego.
En el Partido Popular, sus responsables tienen la obligación de intentar la investidura de su líder o, al menos, del líder que decidan. Parece claro que, esta vez, su respuesta al rey Felipe VI será positiva.
Este uno de los mandatos, seguramente el primero, que los ciudadanos y ciudadanas han dado a los partidos políticos. Queremos que el Partido Popular diga sí al Rey de España y se reúna con el resto de partidos. A partir de ahí, debe presentar al Parlamento un candidato a Presidente y, si éste es investido, formar gobierno estable por los años que le correspondan.
Este primer mandato que parece sencillo de cumplir, el papel lo aguanta todo, es el mismo que la ciudadanía dio, en las elecciones anteriores, a este mismo partido político con un resultado negativo al no querer su candidato presentarse a la investidura
Por eso la ciudadanía dejo un segundo mandato, lo que se llama plan B. Si esa primera investidura no fuera posible que otro valiente, que a la larga ha sido entendido como ingenuo, queda validado para que busque los apoyos suficientes e intente la investidura.
Éste segundo mandato ciudadano parecía sencillo de cumplir en la teoría mediante un gobierno transversal de cambio y, sin embargo, no fue posible en la cruda realidad de la vida, al verse afectado, como decían en el siglo XVIII, por trabajar en terreno inculto pedregoso y, seguramente, porque algunos políticos entraron en trance de ensimismamiento o, lo que es peor, de desidia.
Aviso a navegante: como estos apoyos no fueron suficientes, los tres partidos que intentaron la fallida investidura han sido castigados por unos y abandonados por otros, perdiendo apoyo popular. Sin embargo la estrategia que llaman de don Tancredo, lo digo sin intención de molestar, ha tenido más éxito, aunque relativo y ciertamente engañoso.
Pues sí, digan lo que digan, el resultado electoral con ciertos altibajos parece similar al anterior. A éste que suscribe, los citados mandatos le recuerdan, rememorando la crítica del respetable anciano al cura del pueblo ante el relato de la pasión de Jesús, lo mismito que el año pasado. Es tanto así que en treinta y cinco provincias se han repetido los mismos resultados y tan sólo en diecisiete han cambiado.
Se repiten la posibilidad de los dos mandatos. Primero la obligación de intentarlo por parte del partido más votado y segundo, si el primero no es posible, que lo sea por parte de una mayoría parlamentaria coaligada al efecto.
Todo esto nos suena, ¡verdad! (lo mismito que el año pasado) Fuera del calentón del momento, se puede decir que los datos son concienzudos.
Veamos el primer mandato ciudadano: Partido Popular con 137 escaños, se le une Ciudadanos con 32 escaños en una suma total de 169 escaños. Algo esto ultimo que no sucedió el año pasado. A ellos se sumarían, como novedad pequeños partidos, como PNV y canarios, con los que obtendría la mayoría absoluta, que está en un mínimo de 176 diputados. También puede aceptar una investidura en minoría, pero para ello deberían darse ciertas abstenciones que abocarían a algunos partidos a situarse en una oposición delicada.
No creo que, en este supuesto, el Partido Socialista pueda o deba dar su apoyo, mediante el voto a favor o la abstención, al Partido Popular. Más al contrario debe desmarcarse claramente para fijar sus diferencias ideológicas y eliminar, de una vez por todas, la opinión generalizada entre la ciudadanía, sobre todo la más joven, de ser un partido más del ala conservadora, evitando así el suicidio político. Cada partido debe aguantar su vela, y en este barco no navegan los socialistas.
Precisamente su situación actual se debe a la educada sonrisa que han esbozado siempre sus dirigentes ante el interesado eslogan esgrimido en las manifestaciones “PSOE-PP la misma mierda es”.
Es urgente que este partido explique claramente que no puede llegar a un pacto de gran coalición con la derecha, porque no es bueno para España perder un elemento claro en la oposición y un alternativa viable de gobierno, y se plantee un programa económico y social que recoja, de una vez por todas, lo principal de la trayectoria socialista y las líneas maestras de la socialdemocracia, desde la unión interna, el desprendimiento individual de las ansias de poder y la autocrítica discreta.
Los claros planteamientos de izquierdas, sin titubeos, deben hacer abandonar la indefinición en que se encuentra este partido y deben contestar claramente a los retos de futuro, poniendo sobre la mesa a los verdaderos responsables de la crisis económica e inmobiliaria y del empobrecimiento de la nación. Esta y no otra es la única manera de recuperar a los socialistas que militan en otros partidos o en la abstención.
Cotejemos ahora el segundo mandato ciudadano: Partido Socialista con 85 diputados y Ciudadanos con 32 diputados en una suma total de 117 diputados, esto se dio en el anterior intento. Pero, en esta ocasión, podría sumarse Unidos Podemos en una investidura transversal de cambio con 71 diputados. Esto supone ocupar una cantidad total de 188 escaños. Mayoría absoluta. Un gobierno, por grandes áreas de trabajo, daría una visión clara de lo realizado. Esta es es la gran coalición.
El tercer mandato ciudadano, sin por eso despreciar alguna que otra posibilidad, es volver a las urnas. Esto último, que podría suceder si los grupos políticos muestran de nuevo su incapacidad para investir Presidente, no debe en ningún momento acobardarnos ni mucho menos acomplejarnos por las informaciones y las opiniones interesadas que ponen al pueblo voces y miedos ajenos..
El pueblo español, que es soberano, se encuentra liberado del miedo a votar, porque no es una irresponsabilidad votar. Una cosa es la vergüenza ajena con la actuación partidista, e incluso grupista, junto a la mediocridad de las opiniones de los líderes políticos y otra cosa bien distinta el ejercicio del voto, derecho fundamental recogido en la Constitución de 1978 y esencial al sistema democrático.
No es lógico que estén corriendo, de boca en boca, el levantamiento de ciertos falsos interesados en culpar al pueblo soberano de las sumas complicadas en los resultados electorales, en lugar de aplaudir el gesto democrático de responsabilidad.
Los ciudadanos y ciudadanas españoles han votado hartos de mayorías absolutas, sabiendo perfectamente quién es este o quién es aquel, que ha hecho uno y que ha hecho otro.
El pueblo español ha votado para que termine la corrupción política, la evasión de capitales, la inhibición fiscal, la situación económica y social, la reforma laboral, el paro, mejore el empleo, la educación, la sanidad, la situación de las pensiones y de la caja de Toledo…. Cada ciudadano y cada ciudadana de este país ha mandado al fondo de la urna la papeleta que ha querido y si, en otra ocasión, decide cambiar de opción, está en su pleno derecho porque su opinión es soberana.
No conozco a ningún ciudadano ni a ninguna ciudadana que vote acertadamente cuando lo hace al partido amigo y desafortunadamente cuando vota al adversario, como dicen algunos. Nadie se equivoca cuando vota. Ni en ese momento, en ese justo instante del acto, ni en aquellos momentos de reflexión previa, sino más bien cuando se siente traicionado y engañado por el incumplimiento de las propuestas programáticas que le llevaron a esta o aquella elección partidista o por las opiniones contradictorias de los líderes de una misma formación o por la amenaza de un grupo determinado de caciques.
Otra cosa es el abstencionista. No el ciudadano o ciudadana que decidió abstenerse porque no encontró la opción deseada, avalado por el derecho constitucional, sino aquel que eligió la devoción frente a la obligación. Buen día el 26 de junio para la playa, la siesta y el parque…
Que no nos vengan con milongas sobre el peligro de una tercera votación. El pueblo español si es llamado a las urnas, acudirá de nuevo a votar y volverá a exigir a los partidos políticos que, desde el gobierno y la oposición, arreglen este desaguisado al que han llevado al país.
En resumen que ahora toca a los diferentes partidos políticos con representación parlamentaria buscar Presidente y estabilizar un gobierno para la España de la próxima legislatura. Un gobierno capaz de coliderar la política socioeconómica interior y exterior, mucho más en un momento en que el Reino Unido deja, si es que realmente salir quiere, la Unión Europea.
Fotos.- Portada de la primera edición de la Constitución de Cádiz. 109 de marzo de 1812. Memorias de las revoluciones de México. Nº 5. 2009. Dominio público Wikipedia.