Sin duda la resaca electoral deja siempre lugar a muchas interpretaciones y más en los últimos tiempos. La de ayer, de manera directa y aseada, se pude definir en el ascenso del PP como la fuerza más votada, la supervivencia de Pedro Sánchez, el fiasco de Unidos Podemos y el estrepitoso fracaso de los sondeos (para hacérselo mirar).
En cualquier caso el bipartidismo continúa dando señales de buena salud y entre los nuevos no suben. En el mejor de los casos, se mantienen. No en vano, la encuesta más fiable era el propio resultado que arrojó el 20-D. Un escenario bastante similar al que nos encontramos ahora. Rajoy no lo podrá hacer solo y necesitará buscar apoyos. Apoyos que el PSOE ya le ha denegado y que buscará en la vitamina naranja. De ser así se quedaría al borde de la mayoría absoluta, pero aún tendría que buscar siete más. Todo esto contando con que PNV, CC entrasen en esa unión y Cs no se saliese del cóctel. Así las cosas, obtendría justo la mitad de la cámara, 175 representantes. Por ahí, entraría en juego Pedro Quevedo, cuyo voto puede valer la investidura, y contentar a Rajoy haciéndole presidente y al PSOE permitiéndole votar en contra. Un acuerdo por la izquierda tiene pinta de ser bastante utópico. Hasta aquí un poco la esencia del resumen de una emocionante jornada de recuento y de puesta en marcha del pactómetro, que tanto nos gusta.
Ahora bien, a mí cuesta interpretar los resultados. Me cuesta ver cómo se reafirma en la primera posición el único partido imputado de la democracia. El partido de la sangrante y obscena corrupción. Cómo el candidato más votado es el que lanzó todos sus ánimos y fuerzas a Bárcenas. Pero, han pintado el mapa político de azul. No es una cuestión de derechas o de izquierdas, eso son ideologías y respetables todas. Es una cuestión de robos. Sin embargo, y que quede bien claro, hay que respetar, sin duda alguna, a todos sus votantes. Me cuesta entender que, en territorios como Valencia o Madrid (lugares masacrados por la corrupción popular), aumenten y se reafirmen. Yo no soy de los que pienso que su victoria es por gente mayor ni por borreguismo, ni porque hayan borrado los discos duros de memoria de gran parte de la ciudadanía, sino porque han sacado más votos y han ganado. Los demás y, muy especialmente, Unidos Podemos deben reflexionar. Pablo Echenique reconocía esta mañana no encontrar respuestas y enmudecía. Pues, para un fiasco de calibre tan notable tiene que haber una rápida autocrítica y contestaciones al chasco.
Hay una regla que yo tengo muy clara en todos los aspectos de mi vida, la satisfacción es igual al resultado menos las expectativas. Creo que, de esto último, se generó y se infló demasiado. Ese millón de votos perdidos entre IU y Podemos respecto al 20-D aún debe de andar buscándolos Garzón.
Se antoja un panorama mucho más complicado de lo que parece a primera vista. No resultará sencilla la formación de un “nuevo” Gobierno y la vía de unos terceros comicios, por increíble que sea, está ahí.
No en vano, mientras ellos piensan en sus juegos de poder, la realidad la marcan los despedidos, el trabajo precario, la insostenible tasa de desempleo para una sociedad que se reclama como democrática, la gente que no llega a fin de mes, los apuros familiares de las clases medias, Fernández Díaz, la desvalijada hucha de pensiones, los recortes en sanidad y educación… Recortes que ha prometido Rajoy que seguirá con ellos… La persona más votada y que en su discurso en el balcón de la sede registrada por la policía alcanzó a decir, con el merengue de fondo, “pero, eh, eh, oye, muchas gracias”. Calidad discursiva no tiene, pero, quizás, hay que reconocerle mérito en la táctica política.
Mucha gente se quedaba anoche sin palabas ante el resultado y la reafirmación del PP en España. Yo no diré, ni se me ocurrirá, que estamos en un país de vergüenza. No. Ahora sí, propongo que sólo roben a los que los han votado. A mí, ya tanta marcha no me va.
Seguiremos analizando en las próximas fechas y sacando conclusiones si bien yo no quiero más interpretaciones de analistas, politólogos o periodistas… Yo quiero que me explique lo que pasó ayer el único que podría tener una buena respuesta: Iker Jiménez.