Afirmaba la inmarcesible Gloria Fuertes que los poetas debían trabajar, sin perder el tiempo, porque “al corazón le llega poca sangre”. Y hay quien le hace firme caso. En ese sentido, un torrente desbordó este miércoles Alcalá 96. El poeta Mills Fox Edgerton, nacido en Nueva Inglaterra en 1931, daba a conocer en sociedad su último trabajo, un poemario en forma de elegantes alfileres que llaman al despertar de la conciencia en diversas materias como el amor, la política, lo social, la religión… No sin cierta dosis de humor. A la vuelta de la próxima esquina compone, pues, un ramillete de reflexiones que, a través de sus curvas de tinta, miran directamente a quien plasma sus luceros en ellas.
El otoño, ya instalado en la realidad de nuestros días, tuvo el pulso primaveral de la buena compañía que rodeó a Mills Fox Edgerton. Ese plasma aunaba diversas áreas del saber. Por ahí, concurrieron el doctor en arquitectura, Antonio J. Antequera, el escritor Jesús Lucas Babón, el diseñador Javier Pinto, el artista polifacético Julio Santiago, o la fotógrafa Leticia Petite, de quien dicen que lleva el flash de serie en la luz de su trabajo.
Antequera, prologuista del poemario, expresa que la obra en general de este autor multidisciplinar y este libro en particular “apelan directamente al núcleo mismo de la vida, a nuestros anhelos, ansias, amores, sueños, temores, soledades, pesares y, también, incluso a nuestra vis cómica”. Por su parte, Santiago alababa la energía y pasión humanística de Mills Fox Edgerton.
No obstante, y a colación de esto último, no puede faltar en lo poético la sensación de nostalgia, de pérdida, lo que inevitablemente nos conduce al conflicto y provoca esa chispa. Mills Fox Edgerton se refirió a esos momentos menos amables. “Yo también tengo bajones”, aseveraba. Sin embargo, ese no es exactamente el problema; el inconveniente lo hallarás al no levantarte. Precisamente, fue uno de los consejos que quiso dejar patente el autor, “siempre hay que tener esperanza”. Sintetizaba así la clave el poeta, quien, por otra parte, ha vuelto a retomar la noble ocupación de la pintura.
La cita concluía con la rúbrica de Mills Fox Edgerton estampada en decenas de ejemplares y al calor del abrazo de una copa de vino. Porque como recitó este profesor “el pan nuestro de cada día recién salido del horno, con jamón, queso, un buen rioja y contigo…”. No hay mejor resumen. Poesía y vida que confluyen amarradas en los latidos punzantes de las esquinas de Madrid. Salud.