Lo imprevisible como parte inherente de la vida. Siempre lo digo (y señalo que lo pienso para las cosas buenas y para las cosas malas), hay situaciones en la vida que no se imaginan; suceden. En esta ocasión, tenemos dolor y llanto. La tragedia área en Colombia ha dado lugar a una gran conmoción no sólo en el ámbito del deporte, sino en el mundo entero. Nadie está preparado, lógicamente, para este tipo de situaciones que llegan sin avisar.
71 personas, entre futbolistas, tripulación y periodistas, han perdido la vida al estrellarse el avión en una montaña cercana a Medellín. Hasta el momento las causas del siniestro son una incógnita, si bien ya se están publicando algunas conversaciones del piloto.
El club de fútbol Chapecoense es un club humilde y modesto, pero que se organizó muy bien en el último lustro deportiva e institucionalmente y alcanzó un gran objetivo como llegar a la Primera División de la liga brasileira, donde ha estado unos años. Además, rozaba la gloria, tan sólo hace unos días, al colarse en la final de la copa sudamericana (lo que en el viejo continente equivale a la Europa League). Sin embargo, se quedaron esas almas, los héroes de esa afición, en el viaje. Pero, la gesta del humilde equipo quedará para siempre grabada en la memoria de sus aficionados. Es más, ya es eterna. Ya son eternos.
Hemos visto las palabras de uno de los hijos del entrenador (que no pudo subir al avión porque se le olvidó el pasaporte) recordar a su padre entre lágrimas. Caio Júnior, su progenitor y entrenador del Chapecoense, declaró, tras vencer a San Lorenzo en la semifinal de este torneo, “si muriera hoy, moriría feliz”. Desgarrador. Cosas del destino.
También se ha hablado mucho del mensaje “premonitorio” del Cléber Santana (35 años), viejo conocido de nuestra liga ya que militó en clubes como Atlético de Madrid y Mallorca. Santana publicaba en la red social de Instagram un mensaje con una foto, a bordo de la aeronave, que iba dirigido a su mujer y que rezaba, “en cuantas vidas viva, en todas te amaré”.
Ante el dolor, las muestras de solidaridad. Los valores del deporte son una muestra de apoyo y que nos hacen jugar a todos bajo la misma camiseta en estas circunstancias. El Nacional, su rival en la final, ha pedido que se declare campeón al Chape. Esperemos que así lo acepte la Conmebol. Pero, el club brasileño también recibirá ayudas para recomponer su plantilla. Clubes de su liga como Corinthias o Santos han expresado su deseo de cederles efectivos para reestructurar el plantel. Además, otros equipos comunicaban a la FIFA su intención de donar dinero para puedan fichar.
Todo pasa y todo queda. El Chape ha de volver a inventarse porque la vida sigue. No en vano, jamás olvidarán a estos jugadores que tantas alegrías dieron a su hinchada en los últimos tiempos. Desde dónde estén, el cariño y gratitud les llegará. Más allá del fútbol, más allá del deporte, está la humanidad que ha hecho acto de presencia tras la dramática noticia.
Aprovechar, este pequeño óbito para recordar también otras almas del país carioca. Por ejemplo, las 3345 personas que fueron asesinadas por la policía en Brasil, según el estudio del décimo Anuario Brasileiro de Segurança. Un país con una fuerte violencia que se cobra vidas que también merecen ser lloradas. Vidas que acaban en “muertes ocultas”, pero que tienen derecho a ser lloradas igualmente.
Sólo cabe agregar que metan muchos goles desde el cielo. Su memoria descansa para siempre en el alma de sus hinchas, en el estado de Santa Catarina, en todo Brasil y en los aficionados en general. D.E.P. #ForzaChape