Si alguien puede aunar estas dos situaciones que enmarca el título de esta columna es, sin duda alguna, la compañía de Danza española y Flamenco Belén Villalba de Leganés y todas y cada una de sus integrantes. Y es que desde hace, aproximadamente, dos décadas, que se dice pronto, es todo un evento en Leganés cada espectáculo que nos ofrecen. Un acontecimiento social en toda regla.
La última cita fue, precisamente, en una de las noches más mágicas que regala el calendario, la que da paso al día de San Juan. No en vano, para mágico todo lo que pudimos ver sobre el escenario. Un derroche de saber hacer y amar, consecuentemente, ese hacer.
Tengo la gran suerte de llevar cerca de 20 años sin perderme las distintas citas de esta compañía y, en cada oportunidad, me sorprenden y espero con mayor impaciencia la siguiente. ¿Qué es la vida sino también una meta de superación? Pues eso. Lo superan.
Ver a la compañía de Belén Villalba es una experiencia sensorial que ya le querrían para sí muchas cajas rojas. Un deleite para los sentidos. La plasticidad envuelve la atmósfera y se funde entre los colores, combinaciones, movimientos y músicas. Una tras otra.
Un teatro a rebosar de un público entregado durante tres horas de baile tras baile. Desde lo más flamenco, con música en vivo y en directo, que contagia ese jaleo, hasta la danza más trabajada con extraordinarias adaptaciones de Michael Jackson, por ejemplo, Heal The World. Toda una invitación también a viajar a distintos lugares sin moverse del sitio.
También una de las cosas que no podemos dejar de resaltar en esta compañía es su carácter solidario. Y es que en algunas oportunidades la recaudación de la taquilla va destinada a fines sociales. Eso la hace (todavía) más grande. De este último festival podemos destacar el guiño que tuvieron para con el proyecto del Defensor del Menor en Leganés. Dos representantes pudieron dirigir a los asistentes unas palabras y dar a conocer, un poco más, sus líneas de actuación y objetivos en el municipio.
Y después, comenzaba el show. Otro junio más elevando la Cultura leganense a los cielos pepineros. Magia que se fundía con la otra que provenía del fuego y viento que produce la previa de San Juan.
De estos eventos en los que nadie se quiere ir. En los que se mira el reloj, pero para que no termine. Eso sí, ya queda menos para el siguiente.
No me equivoco cuando digo que quien no ha visto, al menos una vez, actuar a esta compañía, no sabe lo que es una noche de flamenco y danza. A bailar, a cantar y a disfrutar por muchos, muchos, años más. ¡Felicidades por el jaleo!