Carlos y Eva son una pareja que han decidido adquirir una vivienda; nueva o de segunda mano. Les gusta el barrio de El Bercial. Allí ha sido imposible; han rebuscado, entre las ofertas de Idealista y Fotocasa, en Buenavista, Los Molinos, incluso en Arroyo Culebro. No hay forma, a pesar de que tienen sendos contratos indefinidos, bien remunerados, y disponen —entre sus ahorros, la ayuda de sus padres y la hipoteca—, con un presupuesto de 264.000 euros.
Al final han acudido a una promoción de vivienda libre. Más cara y escasa ¿Cuál es el motivo? El problema es que la oferta de VPP, casi toda de segunda mano, está viciada por los sobreprecios, una práctica que en tiempo de la burbuja urbanística era habitual entre promotoras sin escrúpulos cobrando cantidades por encima del precio máximo con las excusas más vulgares o peregrinas; un bloque de VPP con piscina, con parquet, muebles de cocina, con un diseño ‘especial’ o con un proindiviso de un local de 150 m² valorado [por el promotor] en 3,5 millones de euros.
Hoy, azuzados por el ‘pelotazo’ y la escasa oferta, son los particulares los que exigen sobreprecios entre los 30.000 y los 60.000 euros. Estas cantidades, además de ilegales, pretenden ser opacas, o negras, al fisco. Esos propietarios o cooperativistas que criticaban las prácticas abusivas de promotores y gestores, que se quejaban en público de los sobre-sueldos en ‘b’, hoy también defraudan haciendo negocio con la vivienda protegida. El concepto de solidaridad se difumina por la codicia.
El redactor del eleconomista.es llamó a la agencia preguntando por un piso en la calle Guanabacoa. Estaba vendido, pero iba a ver otros dos o tres más en las mismas condiciones. «Bueno, ya sabéis como va esto». Hay que escriturar en 185.000 aunque el precio real es de 225.000 euros, una diferencia que hay que entregar en metálico y que, fuera del habitual 80 por ciento, no financian los bancos. El concepto de protección y solidaridad se difumina por la codicia y el pelotazo.
El periodista también ha contactado con un responsable del área de Vivienda de la Comunidad de Madrid que ha reconocido estas prácticas. «Somos absolutamente conscientes de este asunto en la Administración». Nos informa que han tramitado 193 expedientes con más de medio millón de euros recaudado en los últimos tres años como consecuencia de las multas impuestas. La Ley fija una sanción, para las faltas muy graves, entre 6.000 y 60.000 euros, además de la devolución de las cantidades cobradas indebidamente».
A pesar del riesgo, es una práctica habitual por lo goloso de sacar esa suculenta tajada de la vivienda protección; es lo que tiene subvencionar al ladrillo, en lugar de a la gente. La mayoría de los vendedores son personas entre 40 y 50 años que aprovechan para cambiarse [con trampa] a una vivienda libre o a un chalé.
Si no se dispone de unos noventa o cien mil euros en ‘cash’ es imposible acceder a estas viviendas protegidas. Habrá que pensar en alquilar.
Arroyo Culebro Leganés
Sandra acaba de separarse. Es funcionaria.Tiene una hija. Está visitando una vivienda protegida en alquiler en el barrio leganense de Arroyo Culebro. Se traslada de otro municipio. En este barrio tiene algunos amigos y conocidos. Es un barrio tranquilo. Ha intentado adquirir una vivienda en la zona con el dinero que le ha quedado tras la venta de la casa que tenía en común con su ex. No es posible. En todos los casos le piden sobreprecios entre los 40 y los 60.000 euros. Es una vergüenza.
El piso en alquiler, de tres dormitorios y dos plazas de garaje, tiene el precio máximo. 725 euros; con un mes de fianza y sin la intermediación de ninguna agencia. Directamente el propietario. Un chollo tal y como están los precios en Madrid y en los municipios del área metropolitana. Tiene suficientes ingresos para no superar el umbral del 30 por ciento destinado a la renta de la vivienda. Quiere reservarlo. El propietario del piso le solicita sus ingresos y la documentación para el contrato. Le comenta que en solo un día ha recibido más de cincuenta llamadas preguntando por la vivienda. Ha tenido suerte en ser de las primeras.