CILUSIONADOS

La democracia va mal. Volvamos a la dictadura

No conviene que nos dejemos llevar por sentimentalismos ni por la rabia.  Ni los jueces belgas o alemanes que están llevando el tema de la extradición de los políticos catalanes son la UE, ni las instituciones de la UE son las culpables de unas leyes  a nivel europeo que en lugar de buscar la unidad y la eficacia, pretenden eternizar eso que los que gobiernan llaman “soberanía nacional” pero que en el fondo no es otra cosa que la propia soberanía  de los jefes de gobierno o, a lo sumo, de los partidos políticos. Ahí está el mal de Europa, no en la Comisión Europea, ni el Parlamento Europeo, aunque el sometimiento de este último a los partidos nacionales es escandaloso. El mal de Europa se llama orgullo trasnochado de los jefes de Gobierno y de los partidos nacionales.  Y digo trasnochado, porque o renuncian a él libremente o vendrán los partidos populistas y xenófobos y se lo arrebatarán, como puede ocurrir en Italia y Austria o ha ocurrido en Gran Bretaña o está ocurriendo en Hungría y Polonia, por citar sólo unos ejemplos. El mal de la UE se llama Consejo de Ministros o Consejo Europeo

Me gustaría soltar aquí toda la furia que llevo dentro contra la ceguera de los políticos europeos, pero se interpretaría mal. Me limitaré a recordar solamente dos frases que escribí hace ya varios años “el Mediterráneo no solamente es el cementerio de miles de africanos y asiáticos, sino que puede ser el cementerio de la Unión Europea” y “los  egoísmos nacionales –como se ha visto en la actitud con Grecia y en el tema de los  refugiados- son el mayor enemigo de la UE”.

Y como en estos momento tampoco yo tengo la serenidad suficiente para hablar de la UE y, además parece ser que a muchos le gusta seguir la consigna “Hay que destruir la Unión Europea”  recordando la frase latina “Carthago delenda est”, haciendo de esta forma el juego a Rusia, EE.UU y Turquía, que son los actuales enemigos externos de la UE, quiero reproducir parte del prólogo de un libro mío publicado en francés en 1998.

“Conocer para amar”. Conocer a Europa para amarla. Europa es una ilusión, una utopía y algo más.  Por Europa hay que entender unión, libertad, adiós a la guerra.  Europa no es una fortaleza y tampoco un simple mercado común. Además, de los valores fundamentales propios de cualquier ciudadano del mundo, nosotros, los europeos, compartimos  toda una serie de valores culturales  heredados de las corrientes religiosas y filosóficas  cuyo desarrollo en nuestro suelo  a .o largo de toda la historia  ha constituido  un conjunto de  bellos pensamientos , algunos de ellos llamados actualmente democracia y solidaridad. A pesar de sus limitaciones y sus imperfecciones, la UE es el fruto  de las ideas de igualdad  y de libertad de la revolución francesa  ¿Qué otro sentido tendrían, si no, las cuatro libertades fundamentales de la Comunidad Europea (libre circulación de personas, de capitales, de servicios y de mercancías)? ¿Tiene acaso otro sentido la prohibición de tratar de manera diferente a un español o a un portugués por razón de su nacionalidad?  La UE es la expresión  de la fraternidad y de la solidaridad cristianas. La solidaridad  es probablemente  el principio fundamental  de toda la UE. La política regional ¿no es acaso la política de la solidaridad?…….Sin embargo el proyecto de la Unión Europa se ve amenazado actualmente  por los nacionalismos exteriores y, sobre todo,  por la indiferencia y los nacionalismos egoístas del interior”

¿Pensáis realmente que hay que destruir la Unión Europea?

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