♦ Las Fiestas locales de Getafe en honor de Nuestra Señora la Virgen de los Ángeles de 1915 se desarrollaron entre el 22 y el 25 de mayo. Hay que recordar que la de los Ángeles no era aún la patrona de Getafe, honor que recaía exclusivamente en Nuestra Señora de La Magdalena. Sin embargo, la profunda devoción de los habitantes de la villa se demostraba año tras año con la multitudinaria bajada de la imagen sagrada desde el Cerro del Almodóvar, como se llamaba entonces el promontorio, hasta la iglesia parroquial.
El Ayuntamiento de Getafe colaboraba con las fiestas religiosas que organizaba, y sigue con un programa que además de los oficios incluía fuegos artificiales, dianas floreadas, procesiones, conciertos y, —sobre todo—, toros. Las principales calles se engalanaban y se celebraban bailes públicos, de sociedad y funciones teatrales «con iluminación eléctrica».
La electricidad, y con ello el alumbrado público, llegó al municipio a finales del siglo XIX gracias a la empresa El Crédito de la villa de Getafe, una sociedad «digna de todo elogio por la labor realizada y por el camino de prosperidad en que ha sabido ponerse», como decían los periódicos madrileños de la época. La empresa era la propietaria de la Fábrica de Harinas, y «formando parte del mismo edificio, posee una importante central eléctrica que desde diciembre de 1897 suministra el alumbrado a los pueblos de Getafe y Pinto».
El Consejo de Administración de la mencionada empresa ‘El Crédito de la Villa’ estaba formado en 1898 por algunos representantes del capitalismo ibérico de finales del XIX y algunos nobles de nuevo cuño, de los incorporados a la aristocracia por Alfonso XII. En é figuraban los Señores Travesedo, Luis Escrivá de Romaní, Marqués de Argelita —que fallecería al año siguiente—, Florencio Álvarez Osorio, Ruiz de la Peña y Ortiz de Lanzagorta. El director gerente de la industria era Cayetano Álvarez Osorio.
Con motivo de las Fiestas de 1915, ‘El Crédito de la Villa’ aportó 500 bujías más de las habituales y dos reflectores que se instalaron en la iglesia de la Magdalena para dar tal esplendor a las ceremonios religiosas que en el interior del templo parecía simpre que era de día. Hasta tal punto que el fenómeno luminosos se difundió como un prodigio y se convirtió en atracción turística para los vecinos de Getafe y de las localidades aledañas.
Los oficios religiosos, además de la bajada y las procesiones, empezaron el día 22 de mayo cantando las Vísperas y, a las nueve de la noche, uno de los actos religiosos más importantes, la «solemne salve», acompañada por una orquesta de «distinguidos profesores» y dirigida por el «acreditado» D. Ramón Serrano y Arizmendi. El programa completo incluía «Gran Sinfonía a toda orquesta, Motetes ala Virgen, Letanía y Gran Salve».
A las once de la noche, de ese mismo día, en la plaza pública tenía lugar el espectáculo pirotécnico que ese año estuvo a cargo de la empresa de la Viuda de Don Anastasio Sánchez, amenizados por dos bandas de música.
Al día siguiente, 23 de mayo de 1915, los vecinos se despertaban con lo acordes de la gran Diana con musica militar y pasacalles de la orquesta del X Regimiento de Artillería , acantonado en Getafe, y la Banda Municipal fundada entre 1910 y 1912 y que estaba compuesta en su mayoría, a pesar del renombre que se les daba de ‘distinguidos profesores’, por 25 o 30 músicos cuyas profesiones principales estaban relacionadas con el campo o la artesanía. Misa con ‘su Divina Majestad’, siendo orador el rector del Colegio Calasancio (Escolapios) el Padre Anselmo Tomás. Por la tarde, procesión amenizada por las mismas formaciones musicales; y por la noche, más fuegos artificiales y bailes públicos amenizados por dos bandas.
El día 24, erre que erre; más diana y misa a las nueve y media de la mañana. Por la tarde, concierto de la Banda Municipal dirigida por Félix Rafael Rodríguez Duque. Y procesión.
El día 25 se programó el acto laico más importante: la corrida de novillos-toros con «cuatro de muerte» que se anunciaba, «con el permiso de la autoridad, y se el tiempo no lo impide» la lidia de cuatro animales de la ganadería de Gregorico Candelas, vecino de San Agustín. Los diestros que se anunciaban en el cartel era, José García Santiago, Valentín Neira y Joaquín Díaz (Barbi), como espadas; Jaime Val (Miajicas), Antonio Campos (Chatín), Abelardo Navarro, Abraham de Blas y Calletano Chiveto, como banderilleros. El ‘puntillero’ era Ángel Roldán, más conocido como ‘Herrerito’. Y despues de la última suerte de los cuatro primeros toros, las mismas cuadrillas lidiaban otros seis. La entrada a la plaza era gratuita y el Alcalde, Martín Deleito, advertía que durante la lidia de las reses no se permitiría salir a la plaza mas que a los diestros anunciados como prevención a la desmedida afición de los getafenses por dar capotazos a los toros. La desobediencia, común y abundante, se castigaba con la detención de los ‘maletillas’. El periódico quincenal ‘La Región’ que editaba el artista polifacético Filiberto Montagud, seguía desde hacía dos años criticando con fiereza no exenta de humor los desmesurados festejos taurinos del pueblo.
En 1911, la Virgen y los aviones
Cuatro años antes, del 3 al 7 de junio de 1911, el secretario municipal era el mismo, el sempiterno Felipe de Francisco; el Alcalde, Gregorio Sauquillo. El programa, sin las severas advertencias por el toreo espontaneo y aficionado, era prácticamente igual con algunas pequeñas variaciones como el programa religioso de la ‘Real Archicofradía’ entre los que destacaron la Salve a tres voces del Maestro Hernández y la Letanía a cargo del Maestro Cansino (menudo nombre para recitar letanías). Dianas, procesiones, misas y toros eran repetitivos en los programas de Fiestas. Entre los conciertos ‘estrella’, ese año figuraba el de la brillante Banda del Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro. En el programa estaba anunciado el ‘Gran Concurso de Aviación, sin precisar nada de esa atracción.
El jueves 25 de mayo de 1911, el día de la tradicional bajada de la Virgen, estaba previsto que aterrizara en la Dehesa de Santa Quiteria, Jules Vedrines, el ganador de la carrera aérea organizada por el periódico francés Le Petit Parisien’ entre París y Getafe. Allí le esperaba el Rey Alfonso XIII y otras autoridades civiles y militares. El piloto francés finalmente se retrasaría hasta el día siguiente. Los reunidos para dar fe de la hazaña se dispersaban mientra la imagen de la Nuestra Señora de los Ángeles hacía su entrada al pueblo escoltada por un público numeroso y devoto. Coincidió que un avión que había despegado desde Cuatro Vientos revoloteó dos o tres veces por los cielos de una ciudad asombrada. No era un milagro. Es que los tiempos adelantaban que era una barbaridad.
La expectación por la llegada de Vedrines a Getafe hizo que se convocara un Festival Aéreo el día 27 de mayo. Justo al día siguiente. Sin embargo, la lluvia que trae siempre la Virgen de los Ángeles, desperdigó al numerosos público reunido —más de 15.000 según las crónicas de la época— y la autoridades presentes, una vez más, bajo la autoridad del monarca español. El ansiado Festival Aéreo se volvió a convocar, ya dentro del programa, para el domingo de Pentecostés de aquel año, el 4 de junio. La Dehesa de Santa Quiteria volvió a llenarse de curiosos desde las 10 de la mañana que pudieron observar la llegada y acrobacias de varios pilotos. Las pruebas del concurso consistían en la velocidad de los aeroplanos, duración del vuelo, aterrizaje y vuelo en parejas. Los premios recayeron en el piloto belta Tyck y el español Loygorri. La segunda jornada del concurso se convocó el martes 6 de junio aunque los elementos que promueve la bajada de la Virgen, agua y viento, volvieron a suspender el vuelo de los concursantes hasta el día 8 cuando ya había finalizado el programa festivo que hizo público el Ayuntamiento.
Ahora sí se podía decir. Las de aquel año, habían sido unas ‘fiestas de altura’.
FUENTES:
-
Programa de Fiestas de los años 1911 y 1915, facilitados amablemente por nuestro amigo Manuel Fernández
-
Las calles tienen su historia. Tomo 2. Manuel de la Peña. Ayuntamiento de Getafe. 1999