Sí, hay solidaridad en España, y mucha. Es la solidaridad de los ciudadanos, es la solidaridad de tantos millones de personas que estos días están trabajando y exponiendo sus vidas para que los demás podamos quedarnos en casa. Sí, hay solidaridad en el Parlamento Europeo y en la Comisión Europa, como lo hemos podido constatar. Conviene que pongamos esto en la balanza del optimismo.
Pero buscar solidaridad en el ámbito de la política ya es otra cosa, es pedir peras al olmo. No voy a hacer de juez ni quiero atacar a ningún partido político, por muchas que sean las razones que tenga para hacerlo. Nuestros sistemas de partidos políticos, tanto el español como los europeos no dan para más. Alemania y Holanda se oponen a los eurobonos por miedo a que la ultraderecha les arrebate votos y, para eso, siguen los caminos de la ultraderecha. Por miedo a que la Liga Norte suba al poder, Italia exige eurobonos. Algo similar podríamos decir de España y de los otros países de la Eurozona. ¿Dónde está el interés por los ciudadanos? ¿Les preocupa acaso la vida de los ciudadanos o que millones de europeos puedan estar pasando necesidades o se vayan a quedar sin trabajo por su racanería? La única voz valiente ha sido la del representante francés en el Consejo de los ministros, que les echó en cara a los demás ministros de economía su falta de solidaridad, mientras miles de europeos estaban muriendo por el virus. ¿Son las vidas humanas o los votos los que rigen las decisiones políticas? Mientras los políticos sacan sus argumentos nacionales/nacionalistas, los ciudadanos europeos derribamos muros y fronteras. La solidaridad es mucho más que las palabas vacías de los políticos.
¿Y dónde está la solidaridad entre los políticos españoles? ¿Se puede bloquear o permitir que se bloquee un hospital de campaña simplemente porque esté levantado por militares o guardias civiles? Es sólo uno de los innumerables ejemplos.
De la solidaridad de millones de ciudadanos españoles sí podemos estar orgullos. De la solidaridad de tantos ciudadanos europeos, que están enfrentándose a sus propios políticos y exigiendo unidad, también lo podemos estar. ¡Son millones de ciudadanos de la Unión los que tienen familiares o amigos en otros países de la Unión! Millones de personas que están pidiendo una acción conjunta. Del Parlamento Europeo y de la Comisión también podemos estar orgullosos. Fuera de los partidos políticos sí hay solidaridad y democracia. Fuera del Consejo de Ministro y del Consejo Europeo, sí hay Unión Europea. En el Consejo Europeo sólo se habla de dinero y votos.
Sé que en estos momentos sois muchísimos los que.estáis decepcionados del Consejo Europeo. Yo también lo estoy. Esta institución de la UE no debería ser calificada como tal, entre otras razones, porque no defiende los intereses de los ciudadanos europeos sino los intereses nacionales, que muchas veces son sólo los intereses de su partido, y porque en los asuntos más importantes sólo puede decidir por unanimidad, que es lo más antidemocrático que existe, pues, cuando la unanimidad es forzada, entonces las decisiones son siempre de mínimos. De esta forma, cada gobierno se quiere reservar el derecho de veto.
La solidaridad entre los ciudadanos de la Unión va muy por delante de la solidaridad de los gobiernos. Los que están fallando son unos políticos nacionales que actualmente no merecen llamarse ni Consejo Europeo ni institución europea.
Hay alguien que está prostituyendo los ideales de la Unión Europeo, y ese alguien se llama Consejo Europeo.