Decir que la sociedad catalana está dividida es la mayor perogrullada que actualmente existe, lo mismo que lo es decir que Cataluña, como región, está enfrentada a la mayoría de las regiones de España, pero lo que no es ya tan evidente es que la imagen que tienen los españoles en general de los españoles que residimos en Cataluña responda a la realidad. He vivido dos épocas similares a la que estamos viviendo actualmente en esta región de España: la época de Franco y la época del Berlín comunista.
En todas ellas se dan características similares en cuanto a los métodos propagandísticos con los que el poder político trata de influir en la sociedad (como ejemplo, recordad cómo en una ocasión salió publicado el mismo editorial en todos los grandes periódicos catalanes). Quiero decir con esto que los ciudadanos de Cataluña estamos bajo esa presión mediática, de la que muchos no se pueden liberar, unos porque han aceptado las tesis del aparato propagandístico y otros por razones económicas o profesionales. Pero los catalanes no independentistas estamos sometidos, además, al olvido, por no decir a la traición, de todos los grandes y medianos partidos políticos, y al desprecio de otros españoles: “¡¿los catalanes?, pues que se vayan de España! ¿Cuántos pequeños empresarios – que no tienen nada que ver con la política- no se ven afectados por el rechazo de muchos españoles a productos de esta región? ¿Creéis que con esta actitud se puede solucionar algo? Comprendo, aunque no creo que sea acertado, que haya rechazo a los productos de grandes empresas catalanas abiertamente independentistas, pero no el rechazo a las pequeñas empresas, que muchas veces conlleva el despido de trabajadores inocentes.
Pero no es mi intención culpar en este momento a nadie ni lamentarme de nada. Quiero simplemente unirme y solidarizarme con un sinfín de ciudadanos responsables que están buscando vías de entendimiento y convivencia entre todos los españoles, también con el simple ciudadano independentista, esas vías que no nos ofrecen los partidos políticos. Éstos últimos viven de la confrontación y jamás van a ponerse de acuerdo, pues por encima de todo están los intereses del partido, y si se acaba la confrontación y “el tú más”, ya no tienen razón de ser.
Por tanto, los ciudadanos debemos buscar otras vías distintas de la confrontación. Como dice el refrán, tenemos que “hacer de la necesidad virtud”. Y con ese espíritu están surgiendo en Barcelona, movimientos solidarios dignos de tener en cuenta. Uno ellos se llaman “Banc solidari”, del barrio de Les Corts, movimiento o agrupación en la que las familias intentan prestarse ayuda en el campo de la educación, de la asistencia social, de la soledad, etc.
Otro movimiento pretende proyectar la verdadera imagen de Cataluña en el resto de España y al contrario. Otra plataforma ciudadana quiere actuar en política de forma solidaria, es decir sin cobrar sueldos ni subvenciones, o lo que es lo mismo sin que sus miembros electos sean vividores de la política, porque están convencidos de que los grandes problemas de nuestra sociedad no nos los van a resolver los partidos políticos, mientras estos tengan el monopolio de la acción política, y no quieren convertirse en un partido político más- La gran utopía es pensar que los partidos políticos van a resolver nuestros problemas. Llevamos esperando 40 años. Esta plataforma se llama “Unión de políticos sin sueldo” y quiere presentarse a las próximas elecciones municipales en varias ciudades de toda España.
Hay otros muchos movimientos ciudadanos que están naciendo en Barcelona con la mayor ilusión del mundo, pero que o no terminan de ponerse de acuerdo o caen en manos de los políticos.
No es la confrontación la vía para resolver los problemas. Los ciudadanos no queremos más confrontación -yo pongo lazos amarillos, tú quitas lazos amarillos-. No podemos dejarnos manipular más por los partidos Aunque parezcan muy distintos, en el fondo los problemas de Cataluña, son los mismos problemas de España. Y los ciudadanos debemos escoger una vía independiente y conciliadora. No podemos seguir ahondando el foso que nos separa.