Se llama Pepita, Diana o María. No tiene importancia. Son tres pero podrían ser cuarenta. Nuestra vecina no quiere que se publique su nombre aunque ha mandado cientos de correos denunciando el enchufismo en la selección de los 136 parados de larga duración contratados por el Ayuntamiento. No será el único proceso en el que se produzca el engaño y el fraude a los sueños y las necesidades de muchos vecinos. Son muchos los parados y mucha la necesidad de encontrar un empleo, aunque sea solo durante unos meses.
Fue a finales de diciembre cuando la redacción de este medio recibió el correo de una afectada y cabreada vecina. El único remedio que queda es la denuncia, aunque esta cae en saco roto la mayor parte de las veces por la propia autocensura que se han impuesto los medios locales que viven de la publicidad institucional. Y si miramos a la propia Administración, peor. Lo único importante es la propaganda. Lo que llega al resto de la población, a los que no sufren la marginación.
María, llamémosla definitivamente así, denunciaba algunas irregularidades sobre el proceso municipal para contratar temporalmente, entre 6 y 9 meses, a 136 parados de larga duración» con un coste de 1,8 millones de euros financiados por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento. Se trata, según el Consistorio de 3 programas de «cualificación, reactivación y activación profesional». Los afortunados ocuparán puestos de peones (50 de jardinería y 30 de limpieza), encargados, conductores, oficiales y ayudantes (44), además de técnicos y auxiliares administrativos (12).
Nuestra vecina se muestra indignada y se refiere al «mamoneo y al amiguismo» del proceso de selección. «¿Es normal que sin cerrar el plazo para apuntarse, haya personas que han hecho ya 2 entrevistas?», se pregunta sorprendida la mujer. Incluso, apunta que «a las personas que estamos apuntadas en la oficina de la calle Carabanchel no nos han llamado nunca. Como por ejemplo a mí que llevo 6 años en el paro».
También sospecha del tráfico de influencias : «Hay personas a las que han llamado dos y tres veces para cursos en las calles de Getafe y hasta han entrado matrimonios, sin dar oportunidad a otras personas igual de necesitadas otros años».
Los interesados en la oferta municipal eran seleccionados por el Servicio Público de Empleo Estatal (SEPE) y, en una segunda fase, la Agencia Local de Empleo y Formación ALEF, junto a la delegación de Bienestar Social del Ayuntamiento de Getafe, quienes ha realizado la selección definitiva. Según María hasta enl el SEPE hay favoritismo y distracción de los que no van a entrar. «Quien caiga bien en el centro del Sector 3, va para adentro. Sin más; a los demás, del SEPE al Alef, del Alef al SEPE, ya así hasta que entran los de siempre», se queja María.
Con respecto a la Alef, asegura —con su experiencia de años en el paro—, que «tendríamos horas para hablar de la agencia, por llamarla de alguna manera. Ayer, —refiriéndose a uno de los últimos días de 2016—, llamé para que me dieran cita para actualizar mi curriculum ya que desde mi ordenador no puedo, y me la han dado para dentro de dos meses. ¿Eso es normal?».
María se lamenta del resultado final del proceso. El Ayuntamiento convoca a los elegidos y se hacen la foto. se pone en marcha la maquinaria de la publicidad, la propaganda y demás zarandajas. La alegría va por barrios. «Acaban de terminar la selección y, por supuesto, a mí no me han llamado, faltaría más, yo no tengo ningún amigo en el SEPE ni en la Alef, así me va…».
Se pregunta y describe su panorama laboral. «¿Que han tenido en cuenta para seleccionar a los alumnos o trabajadores de estos cursos? Yo no recibo ninguna ayuda. Yo llevo desde el 2006 de antigüedad en el SEPE. Yo no he realizado ningún curso ni de la Alef ni del SEPE. Yo tengo hijos. Yo no tengo ninguna minusvalía, yo no recibo ninguna ayuda ni subvención».
«Y con todo esto que ya saben —María termina su amarga confesión—, ¿en qué fallo? ¿Por qué nunca me llaman? Pues yo se lo digo ahora mismo: porque no tengo ningún enchufe en ningún sitio». Triste conclusión, difícil de demostrar pero que a nadie se le escapa cómo está el patio y lo que hay que hacer para conseguir un empleo. Es la triste realidad. Peleándose o rebajándose para conseguir un respiro de seis meses. Se puede decir más alto, en más periódicos, pero no más claro.